Barrio pobre, barrio rico
Mientras Sant Ildefons de Cornell¨¤ se paraliz¨® por completo, Sarri¨¤-Sant Gervasi lati¨® casi a ritmo habitual
Que las palabras de los pol¨ªticos deben cogerse con pinzas es algo que Julio Mu?oz sabe bien desde hace muchos a?os. Pero lo que vio ayer a mediod¨ªa este jubilado de Cornell¨¤ de Llobregat le super¨® por todas partes. A media tarde segu¨ªa indignado, sorprendido, irado e incr¨¦dulo. Y todo por un telediario. 'Ha salido Rato, el ministro, y ?ha dicho que no hab¨ªa huelga, que todo era normal!'. '?Sabe este hombre lo que ha pasado aqu¨ª?'.
'Aqu¨ª' es Sant Ildefons de Cornell¨¤, un barrizal que alguien quiso convertir en barrio a finales de la d¨¦cada de 1950 a base de construir torres de viviendas con hasta ocho puertas por planta. Hoy se ha reconvertido en una comunidad din¨¢mica que lucha por un futuro mejor, refugio de inmigrantes con maletas de cart¨®n en la d¨¦cada de 1960; de extranjeros sin papeles en la de 1990.
Barrio contestatario. Obrero por obligaci¨®n. La hebilla del cintur¨®n rojo que rodea Barcelona. Y las calles que inspiran y describen las canciones de Estopa. 'Y si los dioses supieran / que un t¨ªo de barrio les supera, / la eterna espera / Porque en mi barrio / Siempre es primavera / porque es domingo / Y est¨¢s a dos velas'.
Cinco de la tarde, no es domingo, y todo est¨¢ cerrado. Y todo es todo, peluquer¨ªas y fruter¨ªas; bares, escuelas y carnicer¨ªas, el mercado municipal, la consulta del ATS y el quiosco de los helados. Hasta los vendedores ambulantes se han ido. Sus vecinos hacen como si todo esto no fuera con ellos. Pero est¨¢n contentos, orgullosos de vivir en un barrio donde ning¨²n piquete tuvo que cerrar las tiendas en nombre de la solidaridad obrera. 'Esto aqu¨ª ha existido siempre', prosigue Julio recordando la huelga de la Siemens, las protestas en la Seat y en la Corber¨®. 'Hemos visto de todo, pero nunca como hoy. Todo est¨¢ cerrado'.
Durante la tarde, una panader¨ªa situada frente al mercado municipal decidi¨® abrir las puertas. No fueron los piquetes quienes pidieron a su encargada que las volviera a cerrar. Las vecinas, las clientas que hoy ir¨¢n a comprar una barra de medio intentaban convencer a la dependienta. 'Cierra, mujer cierra que no sacar¨¢s nada bueno hoy'. Y ella se defend¨ªa de las amas de casa reconvertidas en piquete informativo. 'No es que est¨¦ en contra de la huelga, pero es que en casa me aburro. ?Qu¨¦ hago un jueves si no trabajo?'. Con pocas palabras y menos clientes se acab¨® de convencer. A las seis cerraba puertas. 'Se acab¨® el pan'.
Lo mismo hab¨ªan hecho muchas horas antes los puestos del mercado municipal que hab¨ªan pensado en subir la persiana. S¨®lo un videoclub recordaba que el de ayer pudo haber sido un d¨ªa laborable. Un videoclub con dispensador autom¨¢tico de pel¨ªculas, sin dependiente alguno tras el mostrador. Entre la clientela, parejas con ganas de echarse al sof¨¢ ante una cinta rom¨¢ntica y adolescentes buscando atajar una tarde que se presentaba como la m¨¢s aburrida de las reci¨¦n estrenadas vacaciones de verano. 'Es como un domingo pero peor... ?no hay ni metro!', se exclamaba una quincea?era que ve¨ªa reducido a la nada su proyecto de acercarse hasta el centro de Barcelona.
Cornell¨¤ interrumpi¨® ayer el pulso. Sus habitantes sab¨ªan que algo importante estaba en juego y, con m¨¢s o menos motivaci¨®n, se sumaron al paro. La izquierda ya daba por sentado el ¨¦xito de la huelga muchas horas antes que ¨¦sta comenzara. No en vano, los partidos progresistas se llevaron casi el 80% de los votos en las ¨²ltimas municipales. Y 21 de los 25 esca?os. Una pesadilla para el Partido Popular.
M¨¢s contentos deb¨ªan estar los conservadores viendo lo que ocurr¨ªa a menos de cinco kil¨®metros en l¨ªnea recta.
Es mediod¨ªa en el Tur¨® Park de Barcelona y nada parece delatar que millones de espa?oles est¨¢n en huelga contra el Gobierno. Las ni?eras dominicanas pasean beb¨¦s ataviados con gorrito de marinero, mientras un grupo de chavales juega cerca del estanque. '?Huelga? No, ya hemos acabado las clases'. Alumnos de una escuela privada que, aunque ech¨® en falta a algunos alumnos y profesores, decidi¨® no interrumpir las clas-es el 20-J. No en todos los centros fue as¨ª. Varios colegios privados s¨ª secundaron la huelga o redujeron horarios.
El imperturbable Tur¨® Park, con sus movilizaciones vecinales aparcadas desde hace tiempo, estaba ayer en todo su esplendor. Sentada en un banco cerca del parque infantil, S¨ªlvia Alzina era uno de los pocos elementos que denotaba la huelga. Esta profesora de un colegio p¨²blico de la zona vigilaba a su hijo y a los de unas amigas mientras le¨ªa un libro. 'S¨ª, estoy en huelga, en la escuela s¨®lo se han quedado el director y el jefe de estudios, pero no han ido m¨¢s de 10 alumnos'.
No muy lejos de ella se sentaba otra mujer. Unos 60 a?os bien llevados, una piel perfectamente tersa. Hola en mano, tomando el sol y refugiada tras unas gafas oscuras. Sabe que tras los muros del parque hay una huelga en marcha, pero no se la ve muy implicada. 'No trabajo, soy ama de casa, pero no veo mal esto de hacer huelga. A lo mejor se puede sacar algo, aunque, ?crees que realmente sirven de algo estas cosas?'.
Puede que no. Estas cosas, las huelgas generales, seguramente no deben de ser muy ¨²tiles a juzgar por la actitud de los comerciantes del barrio, casi todos con las persianas arriba y luciendo sus mejores escaparates. Algunos se quejaban que la huelga les hab¨ªa restado 'algunos clientes, ya sabe, la gente que viene a trabajar a las oficinas de la Diagonal'. Pero la actividad no baj¨® tanto en todos los sectores. Por ejemplo, en uno de los centros de bronceado y belleza de la calle de Calvet. Una de las recepcionistas de Egocentrum lo ten¨ªa claro. 'Aqu¨ª viene siempre la misma gente, supongo que no les habr¨¢ importado mucho lo de la huelga'.
Cerca de all¨ª, en un banco del Tur¨® Park, Pablo Ochs, un argentino descendiente de austriacos, intentaba descifrar un mapa de Barcelona. 'Acabo de llegar de Buenos Aires, soy uno de los tantos que hemos tenido que marcharnos. Un amigo me ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª en el taxi con el que iba a trabajar y espero a que salga para ver si comienzo a buscar trabajo'. ?Sab¨ªa lo de la huelga? 'Algo hab¨ªa o¨ªdo, pero viniendo de donde vengo no lo encuentro raro. Es bueno que la gente proteste, si no, pasa lo que en mi pa¨ªs.' Pablo es el inmigrante de Sant Ildefons 40 a?os despu¨¦s. No lleva maleta de cart¨®n, pero tampoco ¨¦l cree en los pol¨ªticos.
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