Ocaso en Poley
Aunque la voz de Vicente N¨²?ez ha estado sonando hasta ayer mismo -Viaje al retorno (Huerga & Fierro), es una antolog¨ªa del a?o 2000 que despliega casi medio siglo de creaci¨®n-, sin embargo, su obra adquiri¨® el relieve m¨¢s preciso en los a?os de la posguerra, en que el panorama literario estaba dominado por el socialrealismo. Cuando apareci¨® su primer libro, Eleg¨ªa a un amigo muerto (1954), la l¨ªrica espa?ola hab¨ªa concluido ya el tr¨¢nsito desde los estertores tremendistas representados por Hijos de la ira, de D¨¢maso Alonso, hasta la poes¨ªa social, entendida como un 'arma cargada de futuro', al decir de Celaya. Por entonces, irrumpir como lo hizo N¨²?ez con un libro que enlazaba con el simbolismo intimista, y en el que se o¨ªan ecos de la tradici¨®n del Modernismo, supon¨ªa asumir las acusaciones de aburguesamiento o de esterilidad esteticista. Con ¨¦l las sufrieron tambi¨¦n sus amigos de la revista cordobesa C¨¢ntico, que hab¨ªan creado a finales de los cuarenta Ricardo Molina y Garc¨ªa Baena, entre otros.
La conexi¨®n con C¨¢ntico y, poco despu¨¦s, con la malague?a Caracola, no fue casual. En esas revistas se fragu¨® una est¨¦tica vinculada al Cernuda eleg¨ªaco, distante tanto de la poes¨ªa oficial -la del formalismo neogarcilasista- como de la antioficial -la del socialrealismo de base marxista o cristiana-. El decadentismo y la solemnidad lit¨²rgica de la poes¨ªa de N¨²?ez eran a veces s¨®lo el marco que acotaba una sensibilidad amorosa aflictiva, y una comuni¨®n con lo primigenio natural que pocos poetas de la segunda mitad del siglo XX han alcanzado.
En 1957 public¨® Los d¨ªas terrestres, y de inmediato sobrevino un silencio dilatado, que durante muchos a?os cre¨ªmos definitivo. Quiz¨¢s para expresar su alejamiento de la poes¨ªa como mera ret¨®rica social, el poeta desapareci¨® del escaparate p¨²blico y se enclaustr¨® en su Aguilar de la Frontera. Cuando ya casi nadie sab¨ªa de ¨¦l, en 1980 dio a las prensas Poemas ancestrales, a los que sigui¨®, en 1982, Ocaso en Poley, un libro que para muchos lectores supuso una verdadera epifan¨ªa: all¨ª se revelaba un mundo abismal, cuya belleza, patente y rec¨®ndita al mismo tiempo, llegaba a doler. A lo largo de los t¨ªtulos posteriores este poeta solitario fue construyendo la senda de regreso desde los ornamentalismos iniciales hasta la sima del origen, donde hab¨ªa aprendido a sobrevivir.
Babelia
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