Comerse un caf¨¦ con Ferran Adri¨¤
Ferran Adri¨¤ lo ha vuelto a hacer. El genial cocinero de El Bulli, siempre dispuesto al m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, ha transformado esta vez el caf¨¦ en un alimento de textura s¨®lida que ha bautizado como 'espesso'. Lo que antes nos beb¨ªamos en la barra de un bar o en una sosegada sobremesa se ha transformado, por obra y magia de Adri¨¤, en una espuma que se mantiene en la taza aunque se le d¨¦ la vuelta y que podemos comer a cucharadas. Lo primero que hay que decir -despu¨¦s del consiguiente '?ohhh!' de admiraci¨®n- es que una novedad de este tipo es coherente con el esp¨ªritu del hombre que invent¨® las croquetas l¨ªquidas y deconstruy¨® la tortilla de patatas, con la imaginaci¨®n del hombre que cocina paellas de kellogs y que sue?a con ofrecer alg¨²n d¨ªa helados calientes, con la textura y el sabor del helado, pero en caliente.
Ferran Adri¨¤, siempre dispuesto al m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, ha transformado esta vez el caf¨¦ en un alimento de textura s¨®lida
El invento del caf¨¦ s¨®lido lo present¨® hace unos d¨ªas Ferran Adri¨¤ en el bar Mirab¨¦, en la parte alta de Barcelona. Junto a ¨¦l estaba Giuseppe Lavazza, uno de los propietarios de la marca de caf¨¦ que presentar¨¢ la novedad el pr¨®ximo mes de noviembre en el sal¨®n Slow Food de Tur¨ªn. A su alrededor hab¨ªa periodistas de distintos pa¨ªses. Y es que Ferran Adri¨¤ lo ha conseguido: cualquier cosa que haga 'el mejor cocinero del mundo', tal como ha sido etiquetado en varias lenguas, levanta una l¨®gica expectaci¨®n a la que sigue una rendida admiraci¨®n.
'Ha sido duro luchar contra la acidez del caf¨¦', confiesa Adri¨¤, 'pero al final lo hemos conseguido. Lavazza me pidi¨® que investigara en este campo y creo que hemos encontrado una manera divertida de tomar caf¨¦. Hicimos varias preparaciones de espesso y probamos con distintos tipos de sifones; ahora tenemos el espesso tanto en caf¨¦ como en capuccino'.
Mientras nos 'comemos un caf¨¦', Ferran Adri¨¤ comenta que El Bulli est¨¢ funcionando como nunca. Esta temporada, en la que se cumplen 20 a?os de su llegada al restaurante, ha querido ofrecer a los clientes una especie de retrospectiva de su trayectoria. Cada semana presenta un men¨² distinto, seleccionado de entre los que han lanzado a El Bulli a la fama intergal¨¢ctica. All¨ª est¨¢n la paella de kellogs, la tortilla de patatas deconstruida, el c¨®ctel s¨®lido, las cucharadas que evocan pa¨ªses distintos y otras travesuras impagables de la cocina de Ferran Adri¨¤. 'El equipo encuentra que la experiencia es muy interesante y los clientes se divierten', comenta este hombre que siempre procura aportar unas dosis de novedad, de transgresi¨®n, de sorpresa y de humor a sus platos. Resultado: ya no quedan plazas libres para comer en El Bulli esta temporada.
Ferran Adri¨¤, sin perder de vista sus or¨ªgenes y sin renunciar a su modo acelerado de hablar, se ha convertido en una aclamada superestrella que se esfuerza siempre en mirar hacia delante. Proyectos no le faltan: el m¨¢s ambicioso, el de crear una cadena de hoteles que participe del esp¨ªritu de El Bulli, hoteles en los que el cliente se sienta a gusto pero sin verse agobiado por un servicio omnipresente y por un lujo excesivo.
Volviendo al caf¨¦, uno de los grandes placeres de la vida (en l¨ªquido o en s¨®lido), la editorial Javier Vergara acaba de publicar un libro que lo dice todo, o casi todo, sobre esta 'droga legal' con la que muchos inician el d¨ªa en todo el mundo. El libro lo firma el periodista norteamericano Mark Pendergast y se titula, como no pod¨ªa ser de otro modo, El caf¨¦. Historia de la semilla que cambi¨® el mundo. Pendergast, autor del ¨¦xito anterior Dios, patria y Coca-Cola, se ha pateado todo el mundo en busca de la historia y de las historias del caf¨¦. Sabemos por ¨¦l que el caf¨¦ es el segundo producto b¨¢sico legal de exportaci¨®n (despu¨¦s del petr¨®leo) y que proporciona (o deber¨ªa de proporcionar) un medio de vida a m¨¢s de 20 millones de personas. Se ha dicho del caf¨¦ que es un estimulante, un afrodisiaco, un t¨®nico para los nervios y que prolonga la vida. Se dice que Mahoma afirmaba que quien beb¨ªa este brebaje pod¨ªa 'vencer a 40 hombres y poseer a 40 mujeres'. No es un mal eslogan.
El libro de Pendergast nos lleva por varios pa¨ªses de Centroam¨¦rica y ?frica, repasa la historia de esta bebida y se detiene muy especialmente en las nuevas franquicias norteamericanas (l¨¦ase Starbucks) que popularizaron el consumo de caf¨¦ entre los yuppies de ambos lados del Atl¨¢ntico. El libro, sin embargo, no entra en el concepto de caf¨¦ s¨®lido que acaba de presentar Ferran Adri¨¤. No es extra?o: hace cuatro d¨ªas, antes de la irrupci¨®n del mago de El Bulli, el 'espesso' parec¨ªa cosa de ciencia-ficci¨®n.
Ferran Adri¨¤, sin embargo, no para. Acaba de presentar el 'espesso' y ya le bullen un sinf¨ªn de nuevos proyectos en la cabeza. Entre otros, el de su inminente boda, que ser¨¢ en el mes de julio. A¨²n no sabe qu¨¦ comida se servir¨¢ en el banquete, pero seguro que los invitados quedar¨¢n decepcionados si no hay algunos platos made in El Bulli: una horchata de langosta, una espuma de filete o una tarta deconstruida con dos novios de caf¨¦ s¨®lido en lo alto. Despu¨¦s de la boda, y una vez concluida la temporada de El Bulli, para el mes de noviembre Ferran Adri¨¤ tiene anunciado uno de los platos fuertes de la temporada: la presentaci¨®n del cat¨¢logo completo de los 20 a?os de El Bulli. 'Ser¨¢n en total tres vol¨²menes en los que se recoger¨¢n todos los platos que hemos hecho desde 1984', explica excitado. 'Es algo que nunca se ha hecho y que permitir¨¢ repasar nuestra evoluci¨®n'.
Y es que cuando uno alcanza los niveles de El Bulli, con tres estrellas en la Michelin, el cartel de 'no hay entradas' para lo que queda de temporada y gente dispuesta a viajar desde donde sea para probar los placeres de cala Montjoi se convierte en una especie de mago siempre dispuesto a sacarse otro conejo del sombrero. Lo ¨²ltimo hasta ahora es el 'caf¨¦ s¨®lido'. Pero, conociendo a Ferran Adri¨¤, seguro que la magia no se detendr¨¢ aqu¨ª. Atentos a la pr¨®xima jugada del maestro.
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