Contra la irresponsabilidad de la globalizaci¨®n
Estrat¨¦gicamente, es un error que los grupos que protestan sobre la globalizaci¨®n se movilicen bajo el lema de antiglobalizaci¨®n porque por una parte evocan a quienes se opon¨ªan al sistema m¨¦trico decimal, lo cual resulta grotesco, y por otra suenan como si quisieran volver a principios del siglo XIX, cuando la globalizaci¨®n apenas se notaba, cosa manifiestamente imposible. Hacen mal los grupos que se identifican como antiglobalizaci¨®n, porque con esta identificaci¨®n no explican bien a los ciudadanos corrientes, que tienen muchas horas de televisi¨®n y pocas de lectura, qu¨¦ es lo que realmente los mueve y lo que en definitiva quieren conseguir. Y no me digan que no les importa lo que el ciudadano medio piense de la globalizaci¨®n y de sus oponentes porque el objetivo de estos movimientos, hoy por hoy minoritarios, me imagino que es movilizar a la mayor¨ªa de los ciudadanos para que presionen a los gobernantes y a los empresarios, que son quienes realmente pueden cambiar las cosas.
Para que las protestas de la globalizaci¨®n sean eficaces, si se desea la eficacia, es necesario que sean movilizadoras, y para que lo sean es necesario que los abanderados y portavoces del movimiento muestren claramente contra qu¨¦ protestan y c¨®mo quieren cambiarlo. Decir que est¨¢n contra la globalizaci¨®n no es decir nada, porque la gente no lo entiende. ?Quieren decir que debemos parar el carro de la historia y hacerlo retroceder? ?Quieren decir que debemos renunciar al progreso tecnol¨®gico y regresar a las cavernas o a formas utopicosilvestres de vida? Mejor ser¨ªa que dijeran que est¨¢n contra esta forma hist¨®rica de globalizaci¨®n, y a¨²n mejor contra la irresponsabilidad con que se est¨¢ llevando a cabo el proceso de globalizaci¨®n en estos ¨²ltimos a?os.
La globalizaci¨®n es un proceso pr¨¢cticamente irreversible, que s¨®lo se har¨ªa reversible si los pa¨ªses volvieran a tener econom¨ªas cerradas, con tipos de cambio fijos y monedas no convertibles, altos aranceles, control de los movimientos de capitales, nacionalizaci¨®n de las empresas multinacionales, severas restricciones a los mercados financieros, cierre de fronteras a la inmigraci¨®n, etc¨¦tera. Esa es la alternativa real. Ya tuvimos en Europa y en el mundo una ¨¦poca con muy poca globalizaci¨®n despu¨¦s de la II Guerra Mundial, entre 1945 y 1959. Pero el ¨¦xito mismo del arreglo fue creando las bases para un proceso de globalizaci¨®n. Creo que si consigui¨¦ramos implantar un orden econ¨®mico parecido al de 1950, volver¨ªamos a iniciar el proceso de globalizaci¨®n, al que por naturaleza tiende el capitalismo. A no ser que todas las naciones del mundo abolieran el mercado y adoptaran la planificaci¨®n central socialista, una situaci¨®n en verdad lejana. Pero eso es la realidad del eslogan. Ir contra la globalizaci¨®n es ir contra el capital, contra el capitalismo y contra la econom¨ªa de mercado. Muchos de los que protestan lo saben y lo abrazan como su ideal. Pero ?es as¨ª como se quiere arrastrar a las masas para conseguir cambios en el proceso? Hay otras razones para movilizar a los ciudadanos.
El proceso de globalizaci¨®n se ha sostenido sobre tres patas: una econ¨®mica, la mundializaci¨®n de la producci¨®n y los movimientos de capitales; otra tecnol¨®gica, las nuevas tecnolog¨ªas de computaci¨®n y comunicaciones, y otra pol¨ªtica, la revoluci¨®n conservadora neoliberal con su pensamiento ¨²nico. Pero obviamente falta una cuarta pata para que la construcci¨®n sea completa y el movimiento estable: la solidaridad.
La globalizaci¨®n se est¨¢ haciendo sin solidaridad entre las naciones, las clases sociales y los individuos. Por eso los frutos y beneficios de la globalizaci¨®n se reparten tan rematadamente mal, y por eso crece la pobreza en medio de una abundancia y unos niveles de vida como nunca antes hab¨ªa conocido la humanidad. Contra esto hay que protestar, contra la irresponsabilidad de los gobernantes, los de la Uni¨®n Europea y los de todo el mundo rico, que no frenan y permiten procesos de distribuci¨®n insolidarios e injustos. Las cumbres y otras magnas reuniones son la ocasi¨®n que se nos da a los ciudadanos para protestar contra esa falta de responsabilidad de los gobernantes para hacer un mundo m¨¢s solidario y justo.
Uno de los resultados de la globalizaci¨®n es alejar de la vida cotidiana de los ciudadanos los centros de decisi¨®n sobre muchas cosas que afectan su vida. El cierre de una f¨¢brica se decide al otro lado del Atl¨¢ntico, o en Corea del Sur, o no se sabe d¨®nde. Una especulaci¨®n que tumba una moneda nace en alg¨²n mercado financiero lejano que se transmite en pocos minutos al mercado local. La pol¨ªtica monetaria ya no es competencia de Espa?a; ni la comercial, ni la agr¨ªcola, ni la exterior, ni la pol¨ªtica de defensa, ni casi ninguna. Todo se ha ido hacia Bruselas o hacia Washington. Con esta fuga de las competencias se ha dado tambi¨¦n una fuga de las responsabilidades. 'No podemos hacer nada. Eso lo deciden en Bruselas' o 'no podemos cambiar porque los mercados financieros no lo tolerar¨ªan'. Son frases que o¨ªmos en boca de nuestros gobernantes, que testimonian su p¨¦rdida de competencias y de responsabilidades. En estas circunstancias no se sabe a qui¨¦n protestar sobre los problemas, a qui¨¦n exponer las preocupaciones e ideales de la vida.
Por eso es l¨®gico que cuando el poder se hace visible -?y c¨®mo se ha hecho visible el poder en Barcelona!- los ciudadanos sientan la necesidad de llevar ante esa epifan¨ªa del poder global sus quejas, sus deseos, sus demandas, sus miedos y sus frustraciones. Lo hacen con toda raz¨®n. Ni las vallas de acero ni el despliegue policial deben impedir que los ciudadanos interpelen al poder hecho carne en la Cumbre de la Diagonal. ?O es que se pretende que la fuga de las responsabilidades pol¨ªticas se convierta en una ascensi¨®n al Olimpo inalcanzable por los mortales? De esa m¨²ltiple interpelaci¨®n al poder deben tratar las movilizaciones en torno a la globalizaci¨®n. No queremos detener la historia. Queremos una historia m¨¢s humana y solidaria, sin vencedores ni vencidos, sin personas con suertes insultantemente desiguales. Queremos un progreso t¨¦cnico y humano de personas iguales con los mismos derechos y oportunidades, que progresen conjuntamente y perfeccionen sus vidas solidariamente. Para eso salimos a la calle.
Luis de Sebasti¨¢n es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de ESADE.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.