Hadas en el Generalife
Marius Petipa leg¨® en La bella durmiente, adem¨¢s de varios fragmentos coreogr¨¢ficos eternos, un sentido sinf¨®nico del ballet, una grandeza acorde con el ¨¢mbito imperial zarista en que desarrollaba su trabajo. As¨ª, La bella durmiente est¨¢ ambientado en un reino imaginario cercano a la Francia de Luis XIV, y la propia m¨²sica de Chaikovski recrea en tiempo de vals los aires cortesanos de Lully. El estilo particular de Aurora, la princesa protagonista, es complejo. Primero debe ser una adolescente que debuta, despu¨¦s una aparici¨®n fe¨¦rica, y finalmente una exultante mujer en los fastos de su boda.
Mar¨ªa Gim¨¦nez encarnaba por primera vez este papel, y no se puede exigir m¨¢s a una bailarina que se ha empe?ado a fondo en comprender la obra; a su natural musicalidad uni¨® virtuosismo en los giros, y tuvo su mejor momento en el segundo acto, el m¨¢s comprometido, con largos adagios que exigen firmeza en las l¨ªneas y un esfuerzo adicional de liason (en estricto ballet¨ªsco: los entrepasos como meollo de la gran danza y su refinamiento). Maximiliano Guerra, en el papel del pr¨ªncipe Desir¨¦e (que los checos han transformado en Florimund, que es el h¨¦roe de otro cuento), estuvo correcto y atinado, sol¨ªcito con la bailarina. A ambos les perjudic¨® una grabaci¨®n con tiempos demasiado r¨¢pidos, lo que quit¨® brillantez al pas de deux del tercer acto (a su pesar, ellos insistieron en la diagonal de atrevidos poissons); as¨ª, Gim¨¦nez tuvo que lidiar con el Adagio de la rosa (primer acto), bastante por encima de los tempos habituales en el ballet occidental.
Ballet Nacional de Praga
La bella durmiente. Coreograf¨ªa: seg¨²n el original de Marius Petipa (en la versi¨®n tradicional del Teatro Marinskii de San Petersburgo). M¨²sica: Piort Ilich Chaikovski. Dise?os: Josef Jel¨ªkek. Artistas invitados: Mar¨ªa Gim¨¦nez y Maximiliano Guerra. Director art¨ªstico: Vlastimil Harapes. Teatro Jardines del Generalife. Granada, 24 de junio.
Solistas
La coreograf¨ªa es escrupulosa con el material core¨²tico tradicional ruso, y la compa?¨ªa checa demostr¨® seriedad y el empaste propio de un teatro de ¨®pera. Entre otros solistas, citemos una cierta autoridad de Marie Hybesov¨¢ en el Hada de las Lilas; el pomposo m¨ªmico de Lubos Hajn como el Hada Maligna Cabarosse y, sobre todo, la calidad del bailar¨ªn de origen ruso Alexander Katsapov encarnando al P¨¢jaro Azul, un papel que necesita de dotes espec¨ªficas como el salto, la bater¨ªa, el bal¨®n (ese efecto teatral de crear la sensaci¨®n de sostenerse en el aire) y una chispa de energ¨ªa liberada en el deseo del vuelo, que Katsapov aporta en su respiraci¨®n y en honor de sus or¨ªgenes.
Los dise?os de Jelinek son los dibujos de un experto, hechos a conciencia dentro de una convencional formalidad, lo que se agradece en una obra que lo pide por s¨ª misma y el experimento, lleno de riesgos, de presentar al aire libre este ballet, se ha saldado con ¨¦xito. El Generalife se llen¨® hasta la bandera, y el p¨²blico, de natural fr¨ªo, estuvo m¨¢s que c¨¢lido, dando fe del gusto general por los grandes ballets cl¨¢sicos.
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