Disc¨ªpulo de Vicens Vives y Pierre Vilar
[Extracto del texto remitido por el historiador Eric J. Hobsbawm con motivo del homenaje a Josep Fontana celebrado esta semana en Barcelona]
Lamentablemente, no me es posible estar hoy con usted para participar en los actos que se celebran en su honor. Espero que pueda disculparme. Nuestra relaci¨®n se remonta a muchos a?os atr¨¢s. (...) Conservo el ejemplar de la edici¨®n original de La quiebra de la monarqu¨ªa absoluta que usted me envi¨® en el a?o 1971, publicado gracias a lo que usted calificaba de 'intrepidez' de sus editores.
(...) Han pasado 30 a?os de extraordinarias transformaciones hist¨®ricas en el mundo, que tambi¨¦n han tenido lugar en el peque?o mundo de la historiograf¨ªa. Espa?a no ha sido una excepci¨®n. Usted inici¨® sus estudios cuando el mundo de los historiadores espa?oles era un mundo insular hasta un punto que nuestros colegas m¨¢s j¨®venes no pueden siquiera imaginar porque no vivieron en aquel tiempo previo a lo que usted mismo ha denominado la 'normalizaci¨®n' de la historia de Espa?a, un tiempo en el que profesores de Valladolid aconsejaban a sus alumnos que no asistieran a la conferencia de un peligroso subversivo llamado Fernand Braudel. Soy lo bastante viejo como para recordarlo, pues habl¨¦ de ello con el admirable Vicens Vives en el Congreso Internacional de Ciencias Hist¨®ricas de Par¨ªs, en 1950. Vicens Vives sufr¨ªa el aislamiento en su propio pa¨ªs. Vicens Vives fue su maestro. Como tambi¨¦n lo ha sido Pierre Vilar, a quien tambi¨¦n conoc¨ª en aquel notable congreso que tuvo un papel tan importante en la eclosi¨®n de la historiograf¨ªa, ya que ech¨® los cimientos de un frente com¨²n formado por los seguidores de los Annales y los de los historiadores marxistas contra la resistencia de los conservadores. Aunque ambas escuelas difer¨ªan en sus or¨ªgenes, ideolog¨ªa y orientaci¨®n pol¨ªtica, se implicaron, durante los a?os cincuenta y sesenta, en un proyecto com¨²n. Vicens Vives muri¨® demasiado joven. Vilar viv¨ªa en Francia, pero Barcelona estaba preparada para atender a las dos escuelas y para sentar las bases de la transformaci¨®n de la historia en Espa?a. Eso se consigui¨® en gran medida gracias a usted, a trav¨¦s de su obra, de sus clases y de sus ense?anzas, y tambi¨¦n gracias a sus orientaciones en la edici¨®n de libros de historia. Su jubilaci¨®n en la c¨¢tedra no ha de se?alar el final de su carrera de historiador, pero usted se merec¨ªa ya un homenaje y ¨¦sta me parece una ocasi¨®n perfecta para hac¨¦rselo.
Le deseo que siga escribiendo historia, no s¨®lo por la causa del conocimiento y de la verdad, sino tambi¨¦n por la de la justicia social y para la construcci¨®n de un mundo mejor. Y ya que no se lo puedo decir personalmente, deje que le env¨ªe, desde la Gran Breta?a que usted bien conoce, un fuerte abrazo.
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