El fantasma de Ana
Una mujer tendr¨¢ que ir a la c¨¢rcel por un delito menor que cometi¨® siendo toxic¨®mana
Ana Garc¨ªa Arjona vuela entre las mesas del pulcro restaurante de carretera donde trabaja. Es la hora de comer y el local est¨¢ abarrotado. Acude a la cocina con una comanda, se para por el camino a atender la llamada de un cliente, regresa con un mont¨®n de platos, despacha en la barra. Suda ligeramente, resopla y sonr¨ªe todo el rato.
Si no fuera porque sus compa?eros de la estaci¨®n de servicio BP del kil¨®metro 199 de la Carretera Nacional 340, en La Cala de Mijas, han iniciado una campa?a de recogida de firmas entre los clientes habituales para evitar que hoy sea enviada a la c¨¢rcel de Sevilla, nadie podr¨ªa sospechar que Ana viaja con un fantasma en la mochila: el de la droga, que crey¨® haber enterrado hace cinco a?os, cuando se encerr¨® en la casa de su hermana una semana entera a solas con el mono y con la determinaci¨®n de desintoxicarse.
Por entonces ten¨ªa 28 a?os y un hijo de 12 que se hab¨ªa criado lejos de ella, con su padre. '?l fue quien me inspir¨® la fuerza de voluntad para cambiar de vida', rememora. Ahora que su hijo est¨¢ cerca de cumplir los dieciocho, a Ana se le han aparecido los espectros del pasado en forma de requerimientos judiciales. Si la Audiencia de Sevilla no le concede un plazo para que el Gobierno responda a su petici¨®n de indulto, tendr¨¢ que ingresar en prisi¨®n. Debe cumplir una condena de un a?o y seis meses de c¨¢rcel por un delito contra la salud p¨²blica cometido en 1996.
'Cuando estaba metida en la droga vend¨ªa algunas papelinas para pagarme mis dosis' explica. Ana lleva ahora cinco a?os limpia, someti¨¦ndose a controles m¨¦dicos semanales en Alternativa II, un centro de atenci¨®n y rehabilitaci¨®n de toxic¨®manos. Desde hace cuatro trabaja de auxiliar administrativa o camarera. En su empleo actual tiene contrato fijo y buenos compa?eros. 'Ella tambi¨¦n es buena en el trabajo y todos la aprecian mucho', explica Miguel, su jefe. Por eso, para Ana la c¨¢rcel ahora es un viaje de vuelta al infierno.
'Ya he estado antes; cumpl¨ª dos a?os, cuatro meses y 19 d¨ªas por un delito similar que comet¨ª cuando estaba enganchada. Yo no digo que no tenga que pagar, pero creo que ser¨ªa m¨¢s humana una libertad vigilada, o un r¨¦gimen abierto aqu¨ª, en M¨¢laga, que me permitiera seguir trabajando', reflexiona.
De la c¨¢rcel habla con entereza. Cuando sale su hijo en la conversaci¨®n disimula el nudo en la garganta. La rapidez con que ha sobrevenido la orden de ejecuci¨®n de la sentencia, a cuya suspensi¨®n se ha negado la Audiencia de Sevilla, les ha dejado a quienes la acompa?an poco margen de acci¨®n. Pero no est¨¢n dispuestos a perder la batalla. 'Aparte de nuestra recogida de firmas, las parroquias y la Asociaci¨®n de Mujeres de La Cala de Mijas est¨¢n movi¨¦ndose tambi¨¦n', dice Miguel. Pero el tiempo corre en contra. El ascenso desde el infierno es siempre m¨¢s penoso que la ca¨ªda.
Una maldici¨®n frecuente
Elisa Sicilia, psic¨®loga de Alternativa II, est¨¢ conmocionada por el hecho de que Ana vaya a la c¨¢rcel. 'No es el ¨²nico caso que tenemos de una persona que despu¨¦s de rehabilitarse tiene que cumplir condena. Un chico con el que hemos trabajado est¨¢ ahora preso por un delito que cometi¨® siendo toxic¨®mano', dice. Otros casos asoman a los peri¨®dicos cada tanto. Para Sicilia, el ingreso en prisi¨®n de una persona que ha logrado dejar atr¨¢s la droga es 'un drama, porque les cuesta mucho trabajo salir y la c¨¢rcel desestabiliza todo el trabajo. Generalmente se vienen abajo. En el caso de Ana no creo que se produjera una reca¨ªda en la droga, pero an¨ªmicamente es un golpe tremendo', explica, y se queja de la lentitud de la justicia. 'Si los casos se resolvieran r¨¢pido no pasar¨ªan estas cosas', suspira. Ana a¨²n no ha saldado todas sus cuentas con la justicia. Todav¨ªa tiene que volver a sentarse en el banquillo para su cuarto y ¨²ltimo juicio por peque?o tr¨¢fico de drogas. Uno le cost¨® casi dos a?os y medio de c¨¢rcel, en otro fue absuelta, el tercero es el que le quita ahora el sue?o y para el cuarto juicio a¨²n no se ha fijado fecha. Su abogado, Alfredo Herrera, espera que el criterio del pr¨®ximo tribunal sea m¨¢s ben¨¦volo con Ana. 'En estos casos el obtener un fallo beneficioso depende de la voluntad de los jueces que integran la sala. Como estas causas no llegan al Tribunal Supremo, no hay una jurisprudencia de referencia. Cada uno aplica su criterio y ya est¨¢'. Herrera es testigo de la metamorfosis de Ana. 'Cuando yo la conoc¨ª hace a?os era una piltrafa. Pesaba 40 kilos menos que ahora, estaba tirada en la calle. Practicaba el menudeo para pagarse su dosis, como tantos otros', recuerda. Ana hab¨ªa empezado a coquetear con las drogas a los 23 a?os. 'Conoc¨ª gente nueva y empec¨¦ por las pastillas. Hasta entonces ni siquiera fumaba. Y un d¨ªa me di cuenta de que no pod¨ªa pasar sin la dosis', dice. La insistencia de su familia y la existencia de su hijo la ayudaron a conseguir el milagro. 'Los polic¨ªas que la hab¨ªan detenido en Sevilla se quedaron pasmados cuando la vieron en el juicio. Se pusieron content¨ªsimos de verla curada', recuerda Herrera.
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