G-8 y Tercer Mundo
La reuni¨®n del G-8 en Canad¨¢ ha sido muy econ¨®mica porque era tambi¨¦n la m¨¢s pol¨ªtica de los ¨²ltimos tiempos. ?frica, como continente representativo por excelencia del Tercer Mundo, Rusia, como el pa¨ªs que se desea evitar que acabe convirti¨¦ndose en el Tercer Mundo, y Oriente Pr¨®ximo, que es un conflicto entre el Primer y el Tercer Mundo, han sido las piedras de toque de la reuni¨®n de los siete pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo m¨¢s Rusia, y la UE, representada por el presidente de turno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
Frente a propuestas m¨¢s ambiociosas del pa¨ªs anfitri¨®n, se ha arbitrado un modesto plan de ayuda al continente negro que consiste en 1.000 millones de d¨®lares para redenci¨®n de deuda exterior y 6.000 millones como ayuda al desarrollo, cuya utilizaci¨®n se vincular¨¢, aunque sin verdaderos instrumentos de verificaci¨®n, al cumplimiento de condiciones como democratizaci¨®n y apertura econ¨®mica de los pa¨ªses receptores; es decir, probidad y austeridad en las cuentas dentro del contexto de la globalizaci¨®n de la econom¨ªa. Los principales dirigentes africanos esperaban 64.000 millones, por lo que la cantidad acordada (un 10%) apenas puede considerarse una entrega a cuenta, parecer en el que abundan las ONGs.
El acuerdo con Rusia es mucho m¨¢s sustantivo. En diez a?os los siete pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo abonar¨¢n 20.000 millones de d¨®lares a Mosc¨², de los que la mitad corresponder¨¢n a Estados Unidos, como compensaci¨®n por el desmantelamiento y destrucci¨®n de su capacidad nuclear sobrante, de acuerdo con el reciente acuerdo con Washington sobre limitaci¨®n de misiles con cabeza nuclear. Impecable negocio para Putin, que deb¨ªa ordenar, en cualquier caso, un arsenal costos¨ªsimo de mantener.
Respecto a Oriente Pr¨®ximo, Europa se ha distanciado educadamente, pero tampoco tanto, de la posici¨®n de Bush que exige la renuncia de Arafat para iniciar negociaciones que permitan la formaci¨®n de un Estado palestino. La propuesta no pod¨ªa ser aceptada en su totalidad por Alemania, Francia, Italia, m¨¢s Jap¨®n, aunque Gran Breta?a y Canad¨¢ fueran mucho m¨¢s matizados en su desmarque, por la vaguedad con la que est¨¢ planteada. Eso no quita que, como expres¨® Berlusconi en voz alta, la mayor¨ªa piende que lo mejor ser¨ªa que Arafat se retirara 'en un gesto patri¨®tico'.
El G-8, en resumen, ha amagado sin llegar a dar en ?frica, ha sido dadivoso con Rusia, y casi no tiene opini¨®n sobre Oriente Pr¨®ximo. La buena noticia es que la econom¨ªa mundial parece que arranca de nuevo arrastrada por la locomotora norteamericana.
Pero la agenda del G-8 ha sido atropellada por el profundo malestar econ¨®mico que se est¨¢ adue?ando de los mercados internacionales. Permanece latente y sin soluci¨®n la creciente inestabilidad financiera en las econom¨ªas de Am¨¦rica Latina, afectadas como fichas de domin¨® por la enfermedad cr¨®nica de la econom¨ªa argentina. Ya hay s¨ªntomas de contagio del mal argentino a Brasil, y aparecen se?ales de extensi¨®n a M¨¦xico. Un problema asociado a esta crisis y sobre el cual el G-8 guarda un silencio preocupante, es el de las amenazas proteccionistas de los pa¨ªses m¨¢s ricos, como EE UU. La ¨²nica forma de legitimar la globalizaci¨®n y convencer a los peque?os de las ventajas de la desregulaci¨®n comercial y financiera es que los grandes no se blinden contra el comercio exterior. Esto, adem¨¢s de violar los acuerdos internacionales, empobrece a los que tienen monocultivos exportadores.
Pero el trauma m¨¢s importante, porque toca directamente al coraz¨®n del sistema empresarial de mercado, es la profunda desconfianza que se ha instalado en los inversores a cuenta de los episodios de fraudes contables, manipulaciones en los balances, rapi?a de directivos y quiebra de las garant¨ªas de control a ra¨ªz del caso Enron-Andersen. Que en la econom¨ªa m¨¢s sofisticada de occidente aparezcan casos como el citado o el m¨¢s reciente de WorldCom ya es malo, pero lo peor es que no se advierte un mensaje claro de las autoridades econ¨®micas estadounidenses que permita recuperar la confianza. Como es l¨®gico, los problemas de Enron, WorldCom, Global Crossing y ahora Xerox no son un asunto local; afectan a todos los mercados mundiales. Y si la crisis de confianza es global ?no ser¨ªa aconsejable avanzar en la globalizaci¨®n de las regulaciones contables y de la supervisi¨®n financiera internacional?
Hasta ahora, las adiministraciones estadounidenses se limitaban a leer la cartilla a los dem¨¢s. Ahora se han encontrado gusanos en su propia manzana. El G-8 tiene que enfrentarse a esta nueva situaci¨®n, m¨¢s compleja y comprometida, con decisiones claras y razonadas en el marco de la nueva arquitectura financiera internacional que en su d¨ªa se plante¨®.
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