El suicidio de la revoluci¨®n
El gobernante cubano Fidel Castro puede haber cometido el mayor error de su vida pol¨ªtica la semana pasada al imponer una enmienda constitucional que proh¨ªbe cualquier cambio futuro a la Constituci¨®n socialista de Cuba. Al prohibir cualquier enmienda, Castro est¨¢ invitando a que un futuro Gobierno la deseche por completo y a que no se preserve un ¨¢pice de su r¨¦gimen de m¨¢s de cuatro d¨¦cadas.
Como se sabe, el r¨¦gimen recolect¨® 8,1 millones de firmas la semana pasada pidiendo que la Asamblea Nacional declare la actual Constituci¨®n 'intocable'. Las supuestas firmas de un 99,5% de la poblaci¨®n fueron recolectadas por los Comit¨¦s de Defensa de la Revoluci¨®n, la polic¨ªa pol¨ªtica vecinal cuyas evaluaciones sobre el grado de 'compromiso revolucionario' de cada ciudadano determinan el futuro laboral de todo el mundo en un pa¨ªs en que el Gobierno es due?o de todos los medios de producci¨®n y de pr¨¢cticamente todos los empleos.
La recolecci¨®n de firmas del r¨¦gimen fue una reacci¨®n a la ofensiva pol¨ªtica sin precedentes de la oposici¨®n cubana, que -aprovechando una cl¨¢usula constitucional que permite someter a la Asamblea Nacional peticiones de ciudadanos que re¨²nan 10.000 firmas- hab¨ªa presentado m¨¢s de 11.000 firmas pidiendo un refer¨¦ndum nacional para preguntarle a los votantes cubanos, entre otras cosas, si desean libertad de expresi¨®n, libertad de asamblea y el derecho a la propiedad privada.
Pero Castro no tuvo el valor de presentarle al pueblo cubano las dos propuestas, para ver cu¨¢l eleg¨ªan. Sabe perfectamente que perder¨ªa una elecci¨®n abierta, con voto secreto. En su lugar, orden¨® a las 'organizaciones de masas' la recolecci¨®n de firmas a favor de su propuesta, y prohibi¨® que la propuesta opositora fuera siquiera publicada en los medios de comunicaci¨®n. Al hacerlo, Castro podr¨ªa estar cavando su propia tumba pol¨ªtica.
La propuesta de la oposici¨®n cubana, conocida como el Proyecto Varela, promueve cambios pac¨ªficos y graduales en Cuba, que conservar¨ªan muchas leyes sociales que probablemente una buena parte de la poblaci¨®n cubana desea mantener. Pero, al cerrarle las puertas a futuras enmiendas constitucionales, Fidel Castro firmar¨¢ la partida de defunci¨®n pol¨ªtica de lo que queda de su r¨¦gimen.
La historia de Am¨¦rica Latina est¨¢ repleta de presidentes vitalicios que han promulgado cientos de Constituciones, todas ellas declaradas definitivas, intocables y eternas, s¨®lo para luego ser descartadas por completo por nuevas asambleas constituyentes al primer cambio de los vientos pol¨ªticos. 'Parad¨®jicamente, al intentar momificar la Constituci¨®n cubana, el Gobierno podr¨ªa realmente estar declar¨¢ndola irrelevante', dice Robert Pastor, ex miembro del Gobierno de Jimmy Carter, que acompa?¨® al ex presidente estadounidense en su reciente visita a la isla. 'Si el Gobierno dice que esta Constituci¨®n no puede ser enmendada, los que vengan tendr¨¢n que redactar una nueva Constituci¨®n'. Es la vieja paradoja del patriarca: en sus esfuerzos por mantenerse en el poder, los dictadores que se sienten amenazados por la oposici¨®n decretan leyes inviables a largo plazo, que no hacen m¨¢s que garantizar cambios radicales en el futuro.
Por primera vez en mucho tiempo, el r¨¦gimen castrista est¨¢ a la defensiva. No recuerdo otro momento de los ¨²ltimos a?os en que la oposici¨®n interna cubana -a pesar de su total falta de acceso a los medios de comunicaci¨®n- se ha colocado en el centro del escenario pol¨ªtico nacional y ha obligado al r¨¦gimen a tomar posiciones reactivas.
En una entrevista telef¨®nica desde La Habana, Oswaldo Pay¨¢, el l¨ªder opositor que est¨¢ al frente del Proyecto Varela, confirm¨® mi sospecha. El hecho de que Castro no permita el derecho otorgado por su propia Constituci¨®n a los opositores a que se sometan sus preguntas a un refer¨¦ndum es un claro s¨ªntoma de debilidad del r¨¦gimen.
'Hay una pregunta para el Gobierno', dijo Pay¨¢. 'Si usted tiene el apoyo del 99% de los electores, ?por qu¨¦ no permite la publicaci¨®n del Proyecto Varela? ?Por qu¨¦ no le permite al pueblo cubano escuchar del proyecto a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n, que son propiedad de todos los cubanos?'. '?Por qu¨¦ no vamos a un debate p¨²blico donde Castro, Alarc¨®n y todos sus expertos hablen seis horas, y yo 15 minutos?', pregunt¨® Pay¨¢. 'No se animan a hacerlo'.
?Qu¨¦ pasar¨¢ ahora? La Asamblea Nacional castrista probablemente declarar¨¢ la Constituci¨®n 'intocable'. A¨²n no est¨¢ claro si piensan ir a¨²n m¨¢s lejos, eliminando por completo los art¨ªculos que permiten a los ciudadanos presentar peticiones a la Asamblea Nacional.
Pase lo que pase, la oposici¨®n cubana lleva las de ganar. Si Castro no elimina la cl¨¢usula constitucional que permite a ciudadanos hacer peticiones p¨²blicas, la oposici¨®n seguir¨¢ adelante. Ya cuenta con 30.000 firmas, seg¨²n me dicen. Y si Castro anula el art¨ªculo constitucional que permite las peticiones ciudadanas y declara su constituci¨®n inmodificable, habr¨¢ firmado su suicidio pol¨ªtico.
La oposici¨®n cubana ya le ha perdido el miedo al r¨¦gimen castrista, y est¨¢ apoder¨¢ndose de la iniciativa pol¨ªtica en la isla, lo cual es una excelente noticia.
Andr¨¦s Oppenheimer es periodista, ganador de los premios Pulitzer y Ortega y Gasset.
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