Como si dij¨¦ramos
Clases
Desde luego que la lucha de clases ya no existe, pero igual no puede afirmarse lo mismo respecto de las clases. No parece que los directivos de la banca vayan a verse afectados por el decretazo del gobierno sobre subsidios de paro, y basta con ver los sueldos que se adjudican, cuando lo confiesan, para saber a qu¨¦ atenerse. Otros que van a escapar a la maldici¨®n de la hambruna son los ex presidentes de esta generosa comunidad, que seguir¨¢n disfrutando del sueldo casi ¨ªntegro, coche con conductor para fomentar el transporte p¨²blico y oficina con empleados fijos a fin de pasar las horas senatoriales con alguna compa?¨ªa. Se ve que no basta con las gabelas obtenidas en funci¨®n del cargo, casi siempre m¨¢s importantes que el cargo mismo, y que se trata de honrar a tus jefes m¨¢s que a uno mismo. Y todav¨ªa se ponen en entredicho los motivos de las huelgas.
Igual va y los columnistas se aturden con disquisiciones y proceden a la manera del pol¨ªtico que al no dirigirse a nadie en particular se distingue porque lo suyo no es esperar respuesta
Monta?as Rocosas
La misma redundancia que el nombre del paraje que los acoge tiene esa reuni¨®n norteamericana del G-8, con Aznar de convidado de piedra, donde los pol¨ªticos dem¨®cratas m¨¢s poderosos del mundo pasar¨¢n unos relajados d¨ªas de libranza para hacer como que hablan esta vez de los problemas en Oriente Medio y -se necesita mucha jeta para enunciarlo- de la situaci¨®n en ?frica. Como es natural -podr¨ªa aducirse- no iban a elegir Jerusal¨¦n o Etiop¨ªa como sede de esas celebraciones, ya que podr¨ªa montarse un ball de Torrent todav¨ªa m¨¢s aciago que el peligro que estos personajes representan. As¨ª que nada m¨¢s acorde con sus prop¨®sitos, entre los que cabe incluir un descanso bien ganado despu¨¦s de tanto esfuerzo, que enrocarse entre monta?as tan inaccesibles para ellos como los terribles asuntos con los que van a entretenerse durantes unos cuantos d¨ªas. Y sus tremendas noches.
Llenar el espacio
Si la memoria no me falla, porque a veces lo hace en los asuntos relacionados con lo m¨¢s desagradable de la rica experiencia humana, el gran c¨®mico ingl¨¦s Peter Brook fue obsequiado por aqu¨ª no hace mucho tiempo, y hay que decir que para su extra?eza, con un estrafalario premio que los supuestos responsables de nuestra cultura otorgan a personas de renombre por ver de salir en la foto con la crema y la nata y el caf¨¦ con leche de los famosos, un tanto a la manera de T¨®mbola. Me consta que Peter Brook intent¨® mitigar su desconcierto indagando qu¨¦ clase de premio era ¨¦se y qui¨¦nes los personajes, instituciones o intereses gen¨¦ricos que le distingu¨ªan con el gordo de esa loter¨ªa. No recuerdo si la foto con las poses de rigor lleg¨® a figurar en los archivos, pero ahora el maestro lleva al Grec de Barcelona un Hamlet que tampoco llegar¨¢ hasta nosotros. Como es l¨®gico all¨ª donde reina el jolgorio.
Lengua requisada
Aqu¨ª nunca, al contrario de lo que deseaba El¨ªas Canetti, la lengua ser¨¢ absuelta, y basta con el dictamen t¨¢ctico de un conseller de cultura que dicta su dictado para producir las situaciones m¨¢s grotescas. El ya famoso requisito ling¨¹¨ªstico tiene tantos inconvenientes como poca gracia, y as¨ª -m¨¢s all¨¢ de razones universitarias que el coraz¨®n del Gobierno ignora-, el asunto roza el astrac¨¢n cuando un profesor con muchos a?os de docencia se ve en el trance de ser sometido a un examen que debe revalidar sus conocimientos junto a los de sus alumnos. No est¨¢ mal, podr¨ªa decirse, que el profesorado en general sea evaluado a fin de asegurarse de que todav¨ªa no ha perdido del todo la raz¨®n, pero que deba hacerlo al tiempo que sus alumnos es un desprop¨®sito que ning¨²n conseller sensato deber¨ªa no ya dictar sino permitir siquiera. Salvo que tambi¨¦n est¨¦ dispuesto a examinar a Zaplana, que tantos dicterios suministra cada d¨ªa.
Morcillas sin cafe¨ªna
Aqu¨ª no hay racismo ni xenofobia, por m¨¢s que casi todo el mundo est¨¦ persuadido de que los negros huelen mal y los moros no son muy amigos del agua. En los detalles menores, el ama de casa que mira con desconfianza al moro que pasa casualmente por la puerta de su casa en el momento en que se dispone a abrirla o el tendero que sale del mostrador a vigilar la mercanc¨ªa en cuanto alguien que le parece raro cruza por la acera, son ejemplos excelentes de una normalidad levemente crispada. Es probable, aunque no seguro, que esas pac¨ªficas personas no dar¨ªan el paso que otros recorren a zancadas, como el empresario que paga salarios de miseria a los inmigrantes que emplea o el propietario que se niega a alquilar una vivienda al extranjero sin muchos posibles. Y as¨ª como dec¨ªa Sartre que un jud¨ªo es alguien al que otros prefieren ver como jud¨ªo, tambi¨¦n el inmigrado no siempre queda a salvo de adoptar la conducta que su enemigo le supone.
Monta?as Rocosas
La misma redundancia que el nombre del paraje que los acoge tiene esa reuni¨®n norteamericana del G-8, con Aznar de convidado de piedra, donde los pol¨ªticos dem¨®cratas m¨¢s poderosos del mundo pasar¨¢n unos relajados d¨ªas de libranza para hacer como que hablan esta vez de los problemas en Oriente Medio y -se necesita mucha jeta para enunciarlo- de la situaci¨®n en ?frica. Como es natural -podr¨ªa aducirse- no iban a elegir Jerusal¨¦n o Etiop¨ªa como sede de esas celebraciones, ya que podr¨ªa montarse un ball de Torrent todav¨ªa m¨¢s aciago que el peligro que estos personajes representan. As¨ª que nada m¨¢s acorde con sus prop¨®sitos, entre los que cabe incluir un descanso bien ganado despu¨¦s de tanto esfuerzo, que enrocarse entre monta?as tan inaccesibles para ellos como los terribles asuntos con los que van a entretenerse durantes unos cuantos d¨ªas. Y sus tremendas noches.
Llenar el espacio
Si la memoria no me falla, porque a veces lo hace en los asuntos relacionados con lo m¨¢s desagradable de la rica experiencia humana, el gran c¨®mico ingl¨¦s Peter Brook fue obsequiado por aqu¨ª no hace mucho tiempo, y hay que decir que para su extra?eza, con un estrafalario premio que los supuestos responsables de nuestra cultura otorgan a personas de renombre por ver de salir en la foto con la crema y la nata y el caf¨¦ con leche de los famosos, un tanto a la manera de T¨®mbola. Me consta que Peter Brook intent¨® mitigar su desconcierto indagando qu¨¦ clase de premio era ¨¦se y qui¨¦nes los personajes, instituciones o intereses gen¨¦ricos que le distingu¨ªan con el gordo de esa loter¨ªa. No recuerdo si la foto con las poses de rigor lleg¨® a figurar en los archivos, pero ahora el maestro lleva al Grec de Barcelona un Hamlet que tampoco llegar¨¢ hasta nosotros. Como es l¨®gico all¨ª donde reina el jolgorio.
Lengua requisada
Aqu¨ª nunca, al contrario de lo que deseaba El¨ªas Canetti, la lengua ser¨¢ absuelta, y basta con el dictamen t¨¢ctico de un conseller de cultura que dicta su dictado para producir las situaciones m¨¢s grotescas. El ya famoso requisito ling¨¹¨ªstico tiene tantos inconvenientes como poca gracia, y as¨ª -m¨¢s all¨¢ de razones universitarias que el coraz¨®n del Gobierno ignora-, el asunto roza el astrac¨¢n cuando un profesor con muchos a?os de docencia se ve en el trance de ser sometido a un examen que debe revalidar sus conocimientos junto a los de sus alumnos. No est¨¢ mal, podr¨ªa decirse, que el profesorado en general sea evaluado a fin de asegurarse de que todav¨ªa no ha perdido del todo la raz¨®n, pero que deba hacerlo al tiempo que sus alumnos es un desprop¨®sito que ning¨²n conseller sensato deber¨ªa no ya dictar sino permitir siquiera. Salvo que tambi¨¦n est¨¦ dispuesto a examinar a Zaplana, que tantos dicterios suministra cada d¨ªa.
Morcillas sin cafe¨ªna
Aqu¨ª no hay racismo ni xenofobia, por m¨¢s que casi todo el mundo est¨¦ persuadido de que los negros huelen mal y los moros no son muy amigos del agua. En los detalles menores, el ama de casa que mira con desconfianza al moro que pasa casualmente por la puerta de su casa en el momento en que se dispone a abrirla o el tendero que sale del mostrador a vigilar la mercanc¨ªa en cuanto alguien que le parece raro cruza por la acera, son ejemplos excelentes de una normalidad levemente crispada. Es probable, aunque no seguro, que esas pac¨ªficas personas no dar¨ªan el paso que otros recorren a zancadas, como el empresario que paga salarios de miseria a los inmigrantes que emplea o el propietario que se niega a alquilar una vivienda al extranjero sin muchos posibles. Y as¨ª como dec¨ªa Sartre que un jud¨ªo es alguien al que otros prefieren ver como jud¨ªo, tambi¨¦n el inmigrado no siempre queda a salvo de adoptar la conducta que su enemigo le supone.
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