Final
El Mundial es la m¨¢s complicada manera de vender zapatos. Las selecciones planetarias ponen en escena la guerra santa de Adidas contra Nike y deciden la moda de una especie que renunci¨® a correr descalza. El 2002 trajo la final so?ada por los vendedores de calzado: la Alemania de los 22 Adidas se enfrentaba al Brasil de los 22 Nike.
El asunto cobr¨® especial temperatura por el antecedente de Francia 98. Ronaldo sufri¨® convulsiones antes de la final, fue llevado a un sanatorio, lleg¨® al estadio minutos antes del silbatazo inicial, fue misteriosamente alineado y se desplaz¨® por el c¨¦sped como un zombie. El Congreso brasile?o indag¨® el horror: ?qui¨¦n permiti¨® que el atleta jugara en condiciones indignas para un caballo de carreras?
Dos a?os antes, los verde-amarillos hab¨ªan firmado un contrato r¨¦cord con Nike. Corri¨® el rumor de que Zagallo quer¨ªa alinear a Edmundo, pero los patrocinadores exigieron la presencia de su modelo favorito.
Desde entonces, Ronaldo se convirti¨® en el enfermo m¨¢s publicitado del f¨²tbol. Las lesiones hicieron que su vida oscilara entre la jubilaci¨®n y la fisioterapia. Lleg¨® a tiempo al Mundial de 2002, pero nadie sab¨ªa en qu¨¦ estado. En su arriesgada zona de trabajo, sus 25 a?os pod¨ªan ser como los 36 de Copito de Nieve.
Brasil cay¨® en un grupo mundialista que le permiti¨® hacer pretemporada. Ronaldo anot¨® en cinco ocasiones esa clase de goles que s¨®lo caen en los entrenamientos y se dej¨® un mech¨®n de fruta tropical en la cabeza, lo cual demostraba que se sent¨ªa francamente bien. En la semifinal contra Turqu¨ªa, su estrella cobr¨® otras dimensiones.
Para entonces nos pregunt¨¢bamos qu¨¦ clase de masoquismo permite ver futbol. Est¨¢bamos ante un Mundial de oficinistas: 90 minutos de tr¨¢mites donde ni siquiera hab¨ªa errores espectaculares. Si, como afirma el poeta mexicano Antonio Deltoro, el futbol representa 'la venganza del pie sobre la mano', este Mundial con m¨¢s anuncios que ¨¦pica parec¨ªa la venganza del zapato sobre el pie.
Pero contra Turqu¨ªa el m¨¢s popular de los enfermos brind¨® terapia colectiva: anot¨® un gol de embrujo y vimos el juego sin sentirnos ultrajados.
A veces el destino respeta a quienes lo desaf¨ªan. En la final, Ronaldo dej¨® el bal¨®n en los pies de Rivaldo y corri¨® adonde no hab¨ªa jugada pero el aire ol¨ªa a venado, el claro del cazador donde Kahn escupi¨® la pelota. El brasile?o pate¨® este gol de safari y luego fabric¨® un remate mod¨¦lico junto al poste.
Ronaldo volvi¨® del sitio del que parece no haber retorno. Enorme fue su aprendizaje del dolor y no menor fue su victoria.
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