La resistible decadencia de Seve
Severiano Ballesteros no ha parado de repetirlo los ¨²ltimos a?os. 'Seguir¨¦ siendo jugador profesional mientras me siga divirtiendo jugando al golf'. Esa respuesta y una mirada dura, de ¨¦sas que ¨¦l sabe echar como nadie, como de incredulidad por el atrevimiento del que preguntaba, era la respuesta que siempre recib¨ªa todo aquel que se acercaba los ¨²ltimos a?os para plantearle la posibilidad de que quiz¨¢s ya era el momento de retirarse.
Cuando cumpli¨® 40 a?os, hace ya cinco, Ballesteros, que ya pasaba por un bache que parec¨ªa no tener fin, recobraba la moral, se fortalec¨ªa en su fe, anotando cu¨¢ntos jugadores de 40 a?os y m¨¢s segu¨ªan consiguiendo victorias en los circuitos. 'Si ellos pueden seguir ganando, ?por qu¨¦ no voy yo a volver a ganar?', repet¨ªa una y otra vez. 'El golf no es un juego en el que la edad sea muy importante'.
Los compa?eros aconsejan al golfista c¨¢ntabro que se tome un respiro y se retire temporalmente del golf
Visto lo ocurrido esta semana, una vuelta de 89 golpes en la primera ronda del Open de Irlanda, una descalificaci¨®n por un error de anotaci¨®n en la tarjeta, la decisi¨®n, por primera vez en su vida, de renunciar voluntariamente al Open Brit¨¢nico, quiz¨¢s no sea descabellado pensar que Ballesteros ya no disfruta jugando. 'Se le ve tremendamente preocupado, sufriendo, concentrado en su juego', dicen sus compa?eros de partida. 'Por eso, a veces, ha tenido lapsus de anotaci¨®n o de confusi¨®n de bolas'.
Y vistos los resultados que ha conseguido los ¨²ltimos a?os (su ¨²ltimo triunfo data de 1995; en 2001 pas¨® s¨®lo dos cortes en 19 torneos disputados; uno de seis en lo que va de 2002) tampoco es exagerado pensar que su estado de juego, m¨¢s que bache transitorio, es declive puro y duro.
Un jugador de golf, se dice, puede levantarse un d¨ªa y descubrir que todas sus rutinas, su mec¨¢nica gestual, todo su juego, han desaparecido, que ya no sabe ni puede mandar la bola a donde quiere, dirigirla. Se dice entonces que el golfista ha perdido su juego. Es dif¨ªcil perderlo, pero encontrarlo de nuevo es casi imposible. Es un puzzle interactivo, en el que la soluci¨®n de un trozo, el encaje de todas las piezas, supone, irremediablemente, el desajuste de otro lado. Se soluciona el problema de la cadera y se estropea el de los brazos o las piernas. Y as¨ª hasta el infinito.
Algo as¨ª le pas¨® a Ballesteros, un jugador natural un portento que no pas¨® por ninguna escuela de golf sino que ejecut¨® e invent¨® todos sus golpes guiado por el instinto. Intent¨® pasar por coachs y gur¨²s cuando perdi¨® su swing y descubri¨®, desesperado, que quien se rebelaba era su espalda, maltrecha y maltratada por a?os y a?os de violentos latigazos. Un callej¨®n sin salida al que su incre¨ªble tes¨®n y fuerza de voluntad le han conducido aceleradamente.
En el Masters de Augusta, en otros grandes, gran cantidad de aficionados eleg¨ªan seguir a Seve los ¨²ltimos a?os para disfrutar, para perdonarle sus errores con el driver, para divertirse con su juego corto, ¨²nico e imaginativo. Pero en 2002, el campe¨®n de Pedre?a parece haber perdido tambi¨¦n esas cualidades.
Sus propios compa?eros lo han empezado a se?alar y a recomendarle, discretamente, que se tome un respiro aunque sea provisional. 'Seve, obviamente, est¨¢ trabajando muy duro, y se frustra y se deprime y ha llegado a un punto en el que no puede ver un green y no puede ver una calle', dice el golfista ingl¨¦s Lee Westwood. 'Pierde el chip y pierde el putt. A veces un descanso, dejar los palos por un tiempo, viene muy bien'. Colin Montgomerie, el escoc¨¦s que tambi¨¦n sufre por la espalda, es m¨¢s tajante. 'Cada ronda que ha jugado los ¨²ltimos cuatro a?os ha ido destruyendo la legendaria figura de la que hemos disfrutado, y es una pena', dice Montgomerie. 'Esperemos que pueda tomarse un tiempo de descanso, si es eso lo que quiere, y que regrese si quiere cuando sienta que puede competir de nuevo'.
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