La soledad de las otras v¨ªctimas
La compa?era y la hermana del escolta muerto en un tiroteo con guardias civiles en San Sebasti¨¢n denuncian falta de apoyo
A Bel¨¦n Urdaniz se le encoge el est¨®mago cada vez que entra en el sal¨®n de su casa, en Bera de Bidasoa (Navarra). All¨ª, sobre una c¨®moda de madera, una urna de cenizas le recuerda que su hermano Joseba Andoni -ella prefiere llamarlo Jos¨¦ Antonio-, escolta de profesi¨®n, muri¨® en un fat¨ªdico tiroteo con la Guardia Civil en San Sebasti¨¢n. De eso hace ma?ana tres meses, cuatro telegramas, unas pocas llamadas y una frialdad social e institucional que no conocen las v¨ªctimas del terrorismo de ETA.
Pero Bel¨¦n, como Anabel Garc¨ªa, la compa?era sentimental del escolta, apenas repara en ello. Estos detalles se le escapan casi de forma anecd¨®tica a lo largo de la entrevista, mientras muestra las fotos m¨¢s recientes de Joseba. '?Telegramas? Tengo aqu¨ª todos los que hemos recibido', dice sin resentimiento. Y deja cuatro sobres sobre la mesa. El primero est¨¢ firmado por un amigo. 'Luego', va leyendo, 'lleg¨® uno de UPN; otro del alcalde de San Sebasti¨¢n, Od¨®n Elorza, y un tercero del director de Seguridad Ciudadana, Jon Uriarte; eso s¨ª, en nombre de todo el departamento del Interior. Ni uno m¨¢s'.
'Nadie ha venido a ayudarme, y esto es mucho peor que ser v¨ªctima del terrorismo'
Sin embargo, no le importa, o si le afecta, no lo demuestra. 'Obligaci¨®n moral s¨®lo tienen las partes implicadas', advierte con cierto resquemor. ?sta es la ¨²nica obsesi¨®n que exterioriza. 'Hay un operativo de la Guardia Civil, un responsable del operativo y, seg¨²n ellos, un accidente. Alguien tendr¨¢ que dar explicaciones a la familia, ?digo yo! ?La tenemos que pedir nosotros por escrito? A m¨ª me parece de una frialdad... S¨®lo han hablado para poner verde a mi hermano'.
Eran casi las 8.30 del 2 de abril. Joseba Urdaniz cumpl¨ªa su ¨²ltimo d¨ªa de servicio con la concejal socialista de Lezo (Guip¨²zcoa) Ainhoa Villan¨²a. Escolta y protegida acababan de tomar un caf¨¦ en el bar Lambroa, situado en el paseo de Larratxo, en el barrio donostiarra de Alza. En la calle, un equipo de la polic¨ªa judicial de la Guardia Civil hab¨ªa establecido un dispositivo para detener a los integrantes de una banda de delincuentes peligrosos que, sospechaban, iban a cometer un atraco en una sucursal bancaria. En ese momento, la edil y su escolta salieron del establecimiento. El relato de los hechos se detiene aqu¨ª, porque a¨²n no se ha esclarecido lo que pas¨® realmente. Habr¨¢ que esperar al resultado de las investigaciones del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 5 de San Sebasti¨¢n. ?Llevaban los agentes las pistolas desenfundadas? ?Qui¨¦n dispar¨® primero? ?Se identificaron los guardias civiles? La respuesta est¨¢ en manos de una veintena de testigos que est¨¢n declarando en este proceso. Lo que parece casi seguro es que Urdaniz confundi¨® a los agentes con terroristas. Pero los hechos probados son ¨¦stos: que se registr¨® un tiroteo, que un agente, R. G. R., de 29 a?os, result¨® herido y tuvo que permanecer durante m¨¢s de un mes en el hospital, y que Urdaniz (Villan¨²a se hab¨ªa refugiado detr¨¢s de un contenedor) recibi¨® tres disparos, uno de ellos mortal de necesidad.
Tanto a la familia Urdaniz como a Anabel -que trata de salir adelante con su hijo, Rub¨¦n- les cuesta reconocer que durante este tiempo se han sentido solos. Pero, si se les tira de la lengua, al menos la compa?era de Joseba reconoce: 'Nadie ha venido a ayudarme y esto es mucho peor que ser v¨ªctima del terrorismo. Joseba ha muerto tan violentamente como otros. Y adem¨¢s, dando su vida para defender la de otra persona en esta situaci¨®n que vivimos. Parece que esto se olvida'. Seg¨²n fuentes jur¨ªdicas, la muerte de Urdaniz no encaja en la Ley de V¨ªctimas del Terrorismo, con lo que la familia no tiene en principio derecho a percibir la indemnizaci¨®n prevista por la legislaci¨®n.
Bel¨¦n asimila esta realidad con resignaci¨®n, pero se niega a aceptar que se cuestione la profesionalidad de su hermano. 'Jos¨¦ Antonio era un escolta por vocaci¨®n las 24 horas del d¨ªa. Eso no quiere decir que, como han dicho, fuera un Rambo, que se cre¨ªa no s¨¦ qu¨¦ y que se precipit¨®. ?l tuvo que ver algo raro, porque si no, no habr¨ªa actuado', dice. 'Qu¨¦ pasa? ?Que la mejor defensa es el ataque?'. Lo mismo opina Anabel. 'Joseba era muy prudente y nada despistado. Tuvo que ver algo extra?o'. ?De lo que se ha dicho le ha molestado algo? 'Como todav¨ªa no s¨¦ nada, no puede molestarme', responde. ?Culpa a la Guardia Civil? 'No lo s¨¦'.
Pero tanto ella como Bel¨¦n dudan de que los agentes se identificaran -los testigos han dado testimonios contradictorios- y las dos se llevan las manos a la cabeza, porque est¨¢n convencidas de que Joseba o Jos¨¦ Antonio estar¨ªa hoy vivo si se hubieran tomado en serio sus reivindicaciones como delegado en Guip¨²zcoa de la Asociaci¨®n Espa?ola de Escoltas. ?Qu¨¦ le preocupaba? 'Muchas cosas', responde su compa?era. 'Primero, que hab¨ªa escoltas poco preparados. Pero tambi¨¦n la situaci¨®n en la que trabajan; sin apenas d¨ªas de descanso, en servicios de a uno, sin chalecos antibalas...'. Reivindicaciones deso¨ªdas por las que ahora est¨¢ movilizado el sector.
'Imagino que el escolta que ahora va sin chaleco se lo pensar¨¢ diez veces antes de actuar', dice Bel¨¦n. 'Desde luego, yo ya les digo a sus compa?eros: 'No merece la pena. Te matan, te ponen verde y encima nadie da una explicaci¨®n a tu familia'. La conversaci¨®n de Bel¨¦n siempre desemboca en reproches hacia la Guardia Civil. ?Ha hablado con el agente herido? 'La verdad es que no, pero me encantar¨ªa'. ?Qu¨¦ le dir¨ªa? 'Que se pas¨®. Bueno, eso ya lo sabe ¨¦l. Si tiene hijos, espero que en cada cumplea?os piense: '?Qu¨¦ pasar¨ªa hoy si matan a mi hijo?, como le pas¨® a mi madre'. Ya serena, y sin ning¨²n rencor, hace una observaci¨®n: '?Sabe qu¨¦ me ha llamado la atenci¨®n? El silencio de los escoltados. No han tenido un solo gesto p¨²blico, un solo gui?o no ya hacia nosotros, sino hacia ellos, los escoltas'.
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