Trazos de Manolo Vald¨¦s
La sala de exposiciones de la BBK en Bilbao exhibe un buen n¨²mero de dibujos de Manolo Vald¨¦s (Valencia, 1942), entre otros collages, m¨¢s l¨¢pices y guaches sobre papel. El grueso de lo expuesto est¨¢ realizado con trazos de tinta sobre acetato y sobre un fondo de papel. Por ser transparente el acetato, y al haber una peque?a separaci¨®n entre el propio acetato y el papel del fondo, las l¨ªneas de tinta se proyectan en sombra sobre el papel creando una doble imagen.
Al margen de lo constatado, esos dibujos de tinta sobre acetato son meros apuntes -ll¨¢mense bocetos- para obras en las que se insertar¨¢n arpilleras alquitranadas, lamparones de aceite de lino, ¨®leo, remiendos cosidos, cartones, materia combinada en suma. Cuando se trata de la obra de Manolo Vald¨¦s, tiene que memorarse siempre el acendrado inter¨¦s en dar rienda suelta a las manipulaciones de la materia.
Esos dibujos no s¨®lo est¨¢n lejos de las manipulaciones de la materia, sino que, adem¨¢s, son deudores de obras de grandes artistas del pasado. La n¨®mina es extensa y variada. Parece como si se quisiera poner a prueba a los espectadores en un juego adivinatorio por pesquisar de qu¨¦ obras y de qu¨¦ artistas se trata. Algunos de ellos no resultan dif¨ªciles de descubrir, como por ejemplo Vel¨¢zquez, tal vez el m¨¢s recurrente, Rembrandt, Lucas Cranach, Durero, Botticelli, Domenico Veneziano, Alesso Baldovinetti, Van der Weyden, Piero della Francesca, Holbein, Piero di Cosimo, Van Dyck, Ribera, Bonnard, entre otros, incluyendo tambi¨¦n la Dama de Elche.
Esta retah¨ªla de nombres y todo cuanto hemos descrito hasta aqu¨ª resultan como cortinas de humo que nos impiden llegar a un fin determinado. Es hora de hablar con claridad. Esos dibujos trazados por Vald¨¦s puede que a ¨¦l le sirvan mucho para poder elaborar ulteriores obras; sin embargo, tomados como lo que son -o c¨®mo son- al espectador le dicen muy poco. No dejan de ser meras caricaturas a l¨ªnea de grandes obras maestras. Lo que har¨ªa cualquiera con buena mano si le propusieran que silueteara cada una de las piezas elegidas. Por otra parte, en algunos dibujos hay una cierta aceptaci¨®n por la apretada s¨ªntesis de los modelos, mas en otros los trazos resultantes son bastante pobres y pedestres.
Los collages de t¨¦cnicas mixtas que tratan de flores, a modo de bodegones, no pasan de ser el juego de un manitas, un buen artesano. Toma recortes de flores de alguna revista y construye con papeles recortados los correspondientes b¨²caros que van a conformar vistosos y facilones bodegones.
Todas las veces que salimos de ver esta exposici¨®n salimos con la creencia de que esos dibujos de tinta sobre acetato mejor hubieran permanecido en el estudio del artista, lejos de otras miradas que no fueran las de su propio autor.
Lo realmente serio tiene que llegar a trav¨¦s de la exposici¨®n antol¨®gica de Vald¨¦s que el Museo Guggenheim bilba¨ªno presentar¨¢ desde el 1 de octubre pr¨®ximo hasta el 12 de enero de 2003. Todo lo que sea bajar absurdos escalones con pelda?os truncados en el territorio del arte m¨¢s o menos universal es un paso atr¨¢s. Pero ya se sabe que algunos artistas son proclives a dejarse adular cuatro veces cada media semana. Cuando a un artista le llegan los adulantes cantos de sirena mediterr¨¢nea, tiene en su boca la respuesta m¨¢s contundentemente acertada. Le basta con decir un noooo muy largo, para seguir buscando lo m¨¢s ajeno a cualquier clase de adulaci¨®n, esto es, aquello que no sabe.
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