El pr¨ªncipe azul
Me encantan las f¨¢bulas. El diccionario de la RAE define la cuarta acepci¨®n del sustantivo f¨¢bula como un 'suceso o acci¨®n ficticia que se narra o se representa para deleitar'. Fabular es 'inventar cosas fabulosas' y d¨ªcense fabulosos los 'relatos, personas o cosas maravillosas o fant¨¢sticas'. Si a continuaci¨®n pasamos a un diccionario de sin¨®nimos -por ejemplo, el Vox-, veremos que la terminolog¨ªa se ramifica y enriquece, pues un fabulador puede ser, entre otras muchas posibilidades, un so?ador, un cuentista, un fantasioso, un escribidor, un quim¨¦rico o un bolero (aquel que inventa bolas, nada que ver con dos gardenias ni con si t¨² me dices ven, lo dejo todo).
Hace poco m¨¢s de un mes, concretamente el 28 de mayo, abr¨ª EL PA?S mientras desayunaba y me enter¨¦ con deleite de que aquella fecha, para m¨ª intrascendente pues el sol hab¨ªa salido como siempre, est¨¢ ya inscrita con letras de oro en el devenir de esta tierra m¨ªtica, la Comunidad Valenciana (el mito, seg¨²n Plat¨®n, es aquello que concierne a los dioses o a los h¨¦roes). La f¨¢bula que lo proclamaba ten¨ªa t¨ªtulo de novela posmoderna de caballer¨ªas, Seguir avanzando, y narraba las haza?as de un pr¨ªncipe azul y de sus esforzados caballeros, quienes siete a?os antes -el 28 de mayo de 1995-, arrebataron las riendas del poder a un pr¨ªncipe rojo (deste?ido) y sus malandrines. Despu¨¦s, con voluntad quijotesca, desficieron entuertos, erradicaron corrupciones, condujeron la nave de la Generalitat desde el infierno de Guatemala al puerto venturoso de Guatebuena y lograron, ?oh, maravilla!, que la bonanza germinase por fin en el pueblo valenciano, hasta entonces dejado de la mano de los dioses.
Ignoro la identidad del autor material de aquella f¨¢bula extraordinaria, pues estaba firmada por un tal Eduardo Zaplana, que el a?o pasado ya prest¨® asimismo su nombre para encabezar otro libro tambi¨¦n fabuloso, El acierto de Espa?a, llamado a permanecer junto a los de Esopo, La Fontaine o el mism¨ªsimo Tirant lo Blanc.
El mundo real, es decir, cuando abrimos una carta y resulta que no es de Dulcinea invit¨¢ndonos a su alcoba, sino la factura del gas, suele estar re?ido con las f¨¢bulas. Un ejemplo: la Encuesta Continua del Instituto Nacional de Estad¨ªstica estableci¨® un mes m¨¢s tarde, el 22 de junio, que en la Comunidad Valenciana el 24% de las familias tiene muchas dificultades para llegar a fin de mes y planificar los gastos dom¨¦sticos, mientras que el 58% restante hace lo que puede y s¨®lo el 18% se desenvuelve con facilidad. La inoportuna publicaci¨®n de tales cifras, pens¨¦ enfurecido, s¨®lo sirve para destruir el consenso y la paz social de que hoy gozamos y que tanto han costado adquirir bajo las ¨®rdenes de un pr¨ªncipe azul tan popular.
Me asom¨¦ al balc¨®n de mi casa solariega y grit¨¦ a los cuatro vientos esa frase c¨¦lebre que Benjamin Disraeli acu?¨® para descalificar la frialdad sin vida de los porcentajes: '?Hay peque?as mentiras, grandes mentiras y estad¨ªsticas!'. Tras ello, m¨¢s tranquilo ya, regres¨¦ a mi mundo de ficci¨®n, en el que soy feliz mientras paso las noches leyendo de claro en claro y los d¨ªas de turbio en turbio, ajeno por completo a lo que el cura, el ama, mi sobrina y el barbero dicen de m¨ª: que del poco dormir y del mucho creerme las f¨¢bulas se me ha secado el cerebro.
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