Carrera
En el colegio, cuando era peque?o, un se?orito le dijo que deb¨ªa esforzarse si quer¨ªa tener identidad porque se la hab¨ªan robado los espa?oles y en su lugar le hab¨ªan puesto otra identidad m¨¢s falsa que Judas. Se qued¨® at¨®nito, se sinti¨® estafad¨ªsimo, y decidi¨® de inmediato hacer todo lo posible para recuperar la identidad robada. Como era de natural obediente, estudi¨® euskera con mucho sufrimiento, aunque hubiera estudiado swahili si sus se?oritos se lo hubieran ordenado. Luego se rap¨® y se adorn¨® con pendientes, como varios miles de muchachos que quer¨ªan tener una identidad propia porque sin ella se sent¨ªan insignificantes. Junto a los m¨¢s necesitados, sin embargo, aprendi¨® a quemar autobuses, amenazar a mujeres, ni?os y hombres, lanzar bombas incendiarias contra cajeros autom¨¢ticos, bares, domicilios varios, trenes de cercan¨ªas y polic¨ªas vascos, as¨ª como otros ejercicios que fortalecen la identidad cuando uno la necesita imperiosamente. Tambi¨¦n recuper¨® mucha identidad escuchando boquiabierto las atrocidades cometidas por los espa?oles en Euskadi, seg¨²n contaban sus se?oritos. Cuando lleg¨® a la edad adulta, sus se?oritos le dijeron que, para ganarse toda la identidad que a¨²n le faltaba, ten¨ªa que matar a un periodista de Bilbao, el cual se dedicaba a escribir art¨ªculos inteligentes. No lo dud¨® ni un instante y le peg¨® dos tiros en la nuca. Ver aquel cuerpo tendido en el suelo y desvalijado de toda identidad, le produjo una inefable sensaci¨®n de triunfo.
El otro d¨ªa pude verle metido en una jaula de vidrio. Estaba muy contento junto a otro rapadito y con pendientes, a la espera de que el juez le ordenara pasar treinta a?os en la c¨¢rcel. Acostumbrado a recibir ¨®rdenes, intercambiaba chanzas y risas con su colega de identidad, satisfecho de haber concluido sus estudios con tanto ¨¦xito. Ahora ya hab¨ªa recuperado toda la identidad que le hab¨ªan robado y pod¨ªa descansar tranquilo el resto de su vida. Adem¨¢s, con un poco de suerte, seguir¨ªa manteniendo en forma su identidad si la mafia del trullo le pon¨ªa de f¨¢mulo al servicio de alguno de sus se?oritos.
Se qued¨® de piedra al constatar que en el trullo no hab¨ªa ni un solo se?orito.
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