Prietas las filas
'En mi partido ni existen las corrientes ni las familias ni van a existir en el futuro'. Lo dice Javier Arenas. Tiene m¨¦rito: cualquiera en su lugar pronunciar¨ªa esta frase con una media sonrisa de mal jugador de p¨®quer, pero ¨¦l lo hace con toda solemnidad, como si fuera Mois¨¦s separando las aguas del Mar Rojo para abrir paso al pueblo hebreo en su peregrinaci¨®n a la Tierra Prometida. Todo un profesional. La suya es una forma como otra cualquiera de ganarse la vida.
Los pol¨ªticos son quiz¨¢ los ¨²nicos seres de la creaci¨®n capaces de tropezar dos veces con la misma mentira. Arenas dice, ni m¨¢s que menos, lo mismo que dec¨ªan los dirigentes del PSOE a finales de los ochenta, cuando se preguntaban qu¨¦ era eso del guerrismo y aseguraban, con todo su cuajo, que aquello era cosa de los periodistas.
En este pa¨ªs nuestro faltar deliberadamente a la verdad sale gratis: la ciudadan¨ªa est¨¢ resignada a que le mientan. Lo malo es cuando las mentiras chocan con las leyes de la naturaleza: es imposible que exista una organizaci¨®n sin corrientes, sin luchas por el poder, sin debates internos. Y, si existe, es que est¨¢ muerta. Una organizaci¨®n pol¨ªtica un¨¢nime y silenciosa no es un partido, es una tropa.
Pero para mantener la uni¨®n de la tropa hace falta un bot¨ªn que repartir. Es por eso por lo que las unanimidades se suelen dar s¨®lo en los partidos cuando tienen el poder. Entonces nadie debate, nadie pregunta. ?Para qu¨¦? El debate es innecesario cuando se est¨¢ seguro de tener toda la raz¨®n, una raz¨®n escurialense, sin fisuras y sin matices, esos matices que tanto enriquecen la realidad pero que resultan tan hartibles.
?Es normal que ning¨²n dirigente del PP se atreva a expresar su opini¨®n sobre el sucesor de Aznar? ?Lo es que ning¨²n dirigente socialista se pregunte cu¨¢ndo le llegar¨¢ por fin la jubilaci¨®n a Rodr¨ªguez Ibarra, Bono o Chaves? Desterrados los cr¨ªticos, aburridos los que tienen cosas m¨¢s ¨²tiles -o rentables- que hacer, los partidos terminan funcionando s¨®lo gracias a la fe y a la obediencia, valores m¨¢s propios del clero o del Ej¨¦rcito. Son valores que poco tienen que ver con la tan tra¨ªda sociedad de la informaci¨®n, que es todo lo contrario: fluidez, transparencia, debate... Por eso, dif¨ªcilmente un partido pol¨ªtico puede colaborar en la modernizaci¨®n de la sociedad: porque no participa de los valores propios de esa modernidad. Todo lo m¨¢s que puede hacer es no estorbar.
Las unanimidades resultan empobrecedoras. Lo peligroso de buscar colaboradores d¨®ciles es que, finalmente, se terminan encontrando. Es as¨ª como gente como el secretario general del PP-A, Antonio Sanz, termina llegando al poder. Con Arenas, el PP-A ha logrado lo imposible, sufrir en la oposici¨®n una dolencia propia del poder: el desgaste de la rutina, la erosi¨®n del tedio. Arenas es a¨²n m¨¢s previsible que Chaves, que ya es decir.
Pero ese camino de p¨¦treas e indiscutibles certezas es quiz¨¢ el m¨¢s seguro; no lleva a ninguna parte pero sirve para seguir conservando el control del partido, que es de lo que se trata: esa especie de nirvana, de eterno sesteo, que es el liderazgo indiscutible.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.