Gran recital de Hugh Grant
Desde hace muchos a?os se esperaba del excelente actor, y eterno aspirante a estrella, Hugh Grant una interpretaci¨®n importante, como la que borda en esta complicada y excelente comedia oscura sobre un individuo -bien visto, un mal sujeto- londinense que despierta en la pantalla y fuera de ella simpat¨ªa e incluso fascinaci¨®n, pero que es definido -y le bastan al actor brit¨¢nico veinte minutos para acotar las rugosidades interiores del divertido y enrevesado personaje que crea- por su creador apoy¨¢ndose en el lado tenebroso de su identidad como int¨¦rprete, un lado esquivo, golfo, c¨ªnico, duro, seco e incluso malvado y algo ruin, que ya despunt¨® en algunas escenas de Remando al viento de manera acusada y refinada, pero que aqu¨ª alcanza una precisi¨®n y una madurez expresiva muy superiores a toda la obra anterior de Hugh Grant.
UN NI?O GRANDE
Direcci¨®n: Chris y Paul Weitz. Gui¨®n: Peter Hedges (novela de Nick Hornby).¡¤ Int¨¦rpretes: Hugh Grant, Toni Collette, Rachel Weisz, Sharon Small, Madison Cook, Nicholas Hoult. G¨¦nero: drama. Reino Unido-EE UU, 2002. Duraci¨®n: 101 minutos.
De ah¨ª, de la exactitud, de la maestr¨ªa y la madurez de su int¨¦rprete protagonista, proviene que ante esta bien medida, tensa e intensa comedia picaresca y golfa se nos hiele a veces la risa, pero dejando siempre la sonrisa abierta al acecho de cualquiera de los exactos, veloces e incontables matices que maneja en su composici¨®n Hugh Grant, un gran comediante que, por fin, despu¨¦s de muchos balbuceos y de algunos tropiezos, parece ser ya due?o de un arsenal de recursos expresivos propios e inimitables.
Se nos muestra Hugh Grant en Un ni?o grande en el trance de mostrar pleno dominio de ese arsenal de recursos y de desplegar con ellos una notable -y arriesgada, porque se mueve en las cercan¨ªas de un exceso y un desliz que nunca llegan- capacidad para llenar la pantalla sin dejar sobre ella la huella de alg¨²n manierismo, de alg¨²n tic de amaneramiento, lo que hasta ahora era el tal¨®n de Aquiles de este superdotado y empedernido sobreactuador, buscador de amparo profesional bajo la sombra de su casi hom¨®nimo Cary Grant. Y aqu¨ª demuestra que sali¨® intacto Hugh de las facilidades que se dio a s¨ª mismo en las bodas, funerales y otras oquedades que le dieron celebridad mundial; y ahora, con actuaciones de la sabidur¨ªa esc¨¦nica, la fuerza de penetraci¨®n ps¨ªquica y el rigor c¨®mico de la de Un ni?o grande, es cuando sin buscarlo logra hablar de t¨² a t¨² a aquel remoto y genial Cary, tocayo, colega y compatriota.
Es gozosa, divertida, inteligente, de alta precisi¨®n, y est¨¢ atravesada de un humor de vitriolo y -a pesar del, algo facil y tra¨ªdo por los pelos, happy end colectivo- de exacta y esplendorosa dureza, su composici¨®n del p¨¢jaro depredador solitario que compone en el apasionante di¨¢logo a dos voces de Un ni?o grande, un sujeto que vive en un inacabable ejercicio de inanidad ¨ªntima, colgado de su compulsiva necesidad de saltar de mujer en mujer, para huir despavorido de todas ellas en el instante en que surge ante sus narices el agrio perfume de un riesgo para el edred¨®n de su incorregible inmadurez de eterno ni?o grande, bajo el que cobija su miedo a vivir.
Y ser¨¢ un ni?o de verdad quien, en su busca de un padre, trace a este formidable botarate, liante, mentiroso, ego¨ªsta, manipulador, mit¨®mano, c¨ªnico y seductor estancado en una mala pubertad, el camino de su conversi¨®n en el hombre humano que lleva escondido dentro, muy dentro. Y la oscura comedia -escrita con finura y sutileza, bien dirigida e interpretada con generosidad por un vivo y hondo reparto- se convierte en un singular y emocionante poema pedag¨®gico vuelto del rev¨¦s.
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