'Defiendo el car¨¢cter emancipador de la filosof¨ªa'
Gianni Vattimo (Tur¨ªn, 1936) est¨¢ profundamente ligado al llamado pensamiento d¨¦bil, una corriente intelectual que surgi¨® en Italia a principios de los ochenta. Ayer dict¨® en El Escorial una conferencia titulada Hermen¨¦utica y emancipaci¨®n, dos palabras que resumen su obra.
El af¨¢n de interpretar el mundo sin los maximalismos de las ideolog¨ªas y, al mismo tiempo, la voluntad de construir una sociedad libre de la violencia y de los autoritarismos han caracterizado la trayectoria de Gianni Vattimo. Su postura cr¨ªtica frente a todo tipo de dogmatismos, y frente a los viejos fanatismos pol¨ªticos e ideol¨®gicos (fueran del signo que fueran), condujo a que muchas voces se alzaran contra sus propuestas por entender que invitaban a practicar la idea de que 'todo vale'. El fil¨®sofo italiano, que ha participado activamente en pol¨ªtica como diputado en las filas de la izquierda, se ha rebelado abiertamente contra la ligereza de lo que considera una mala interpretaci¨®n de sus ideas. Su obra, que tiene una gran deuda con Nietzsche y Heidegger, muestra la riqueza de una filosof¨ªa que ha buscado respuestas y que ha planteado interrogantes a un mundo cambiante y sacudido por una profunda crisis. De Vattimo se ha reeditado hace poco en nuestro pa¨ªs Las aventuras de la diferencia (Pen¨ªnsula, 2002), y en 2001 aparecieron su Introducci¨®n a Nietzsche (Pen¨ªnsula) y sus Di¨¢logos con Nietzsche (Paid¨®s). Ayer, Vattimo dio una conferencia magistral en los cursos de verano de El Escorial titulada Hermen¨¦utica y emancipaci¨®n. Poco antes habl¨® de los derroteros de su pa¨ªs y de las claves de su obra.
'Berlusconi es la versi¨®n europea del 'self made man' americano'
'El 'pensamiento d¨¦bil' surge como una respuesta frente a los fundamentalismos'
Pregunta. Es inevitable empezar por Italia. Y no hay m¨¢s remedio que hablar de Berlusconi.
Respuesta. Desde hace ya un tiempo, despu¨¦s del proceso conocido como Manos Limpias, se ha producido en Italia una suerte de abandono de la pol¨ªtica como batalla ideol¨®gica. Existe una desconfianza general por el ¨¢mbito de lo p¨²blico, y Berlusconi se ha aprovechado de esta desconfianza. En un principio, lo que existi¨® fue un rechazo dr¨¢stico contra la vieja clase pol¨ªtica. Y, aprovech¨¢ndose de ese rechazo, Berlusconi propuso una pol¨ªtica de car¨¢cter espectacular, muy pragm¨¢tica, y sostenida sobre todo en su extraordinario ¨¦xito econ¨®mico.
P. En ese contexto, ?qu¨¦ peso tienen las ideas, los proyectos?
R. Berlusconi es la versi¨®n europea del self made man americano. Ahora bien, su ¨¦xito ha sido tan r¨¢pido que produce desconfianza. No hay pruebas de que su riqueza haya podido crecer gracias a ciertas vinculaciones con diferentes mafias, pero desde luego no es ajena a favores de pol¨ªticos anteriores como Craxi y otros. Por otro lado, este tipo de propuestas que pretenden no tener ning¨²n tipo de carga ideol¨®gica se parecen mucho al fascismo. En sus inicios, el fascismo fue un movimiento con fuertes contenidos ideol¨®gicos, pero en cuanto se instal¨® en el poder se convirti¨® en una obviedad. Una especie de mal menor que todo el mundo estaba dispuesto a tolerar. Lo que Berlusconi propone no es tanto un proyecto como una gesti¨®n eficaz de lo p¨²blico.
P. Al pensamiento d¨¦bil se lo acus¨® de aceptar que 'todo vale'. ?No cree que esta filosof¨ªa facilit¨® el ¨¦xito de personajes como Berlusconi?
R. El pensamiento d¨¦bil surgi¨® a principios de los ochenta como una reacci¨®n a los excesos ideol¨®gicos que se desencadenaron a partir del 68 y que en Italia derivaron hacia el terrorismo y movimientos como las Brigadas Rojas. Sin embargo, es el ¨²nico movimiento que ha heredado el car¨¢cter emancipador de aquellas ideolog¨ªas. Actualmente, la filosof¨ªa tiende exclusivamente a ocuparse de la descripci¨®n de los hechos. Es una especie de manual de instrucciones destinada a unos operarios que buscan respuestas pr¨¢cticas. No tiene ning¨²n proyecto. El llamado pensamiento d¨¦bil s¨ª lo tiene. Ante la p¨¦rdida de confianza en el futuro, propone trabajar por una sociedad donde se eliminen la violencia y los autoritarismos.
P. No es precisamente un proyecto d¨¦bil...
R. El acento sobre la debilidad quiere subrayar que nada tiene que ver con formas fuertes de pensamiento: los nacionalismos, la xenofobia, el terrorismo. Surge como una respuesta frente a los fundamentalismos, sean del tipo que sean.
P. La caducidad, el presente, la historia. ?Son palabras que sirven para definir su filosof¨ªa?
R. Hay que contar inevitablemente con Heidegger y con su voluntad de reducir las pretensiones excesivas de las ideolog¨ªas metaf¨ªsicas. De lo que se trata es de cuestionar esa suerte de ser eterno, esa especie de estructura inmutable de la que se sirven tantos para tomar decisiones. Es ah¨ª donde entra la caducidad: no existe nada inmutable. El presente es, por otro lado, el lugar de lo imprevisible. Y es, entonces, donde hay que tener en cuenta la historia. Que es una colecci¨®n de caducidades que se suceden en una suerte de continuidad. Una continuidad, sin embargo, que nada tiene que ver con la eternidad, pero que nos permite tener una marco de referencia para tomar decisiones, para elegir. No todo es arbitrario, nos ense?a la historia, existe una cierta l¨®gica. Un mundo de referencias desde el que cada cual puede decidir el camino que toma.
P. ?Qu¨¦ es lo que m¨¢s le interesa de Nietzsche?
R. Considero que Nietzsche es, sobre todo, un gran historiador de la civilizaci¨®n occidental. Ha mostrado su car¨¢cter nihilista. Y ¨¦ste no es un t¨¦rmino negativo, simplemente sirve para mostrar que no hay finalmente ninguna referencia ¨²ltima. 'No hay hechos, s¨®lo interpretaciones', escribi¨® Nietzsche. Esto es hoy una banalidad, pero ha servido para entender que no hay verdades que est¨¦n por encima de su contexto hist¨®rico. No hay una objetividad remota que otorgue veracidad a lo que sucede. As¨ª que Nietzsche subray¨® la idea de la interpretaci¨®n. ?Significa esto que 'todo vale'? No, simplemente revela que dentro de un contexto hist¨®rico determinado puede convivir una pluralidad de visiones. Cada hecho concreto no se puede observar desde una verdad absoluta que est¨¦ por encima y m¨¢s all¨¢ del tiempo. Cada hecho se interpreta desde un marco hist¨®rico de referencias. As¨ª se disuelve la objetividad, y eso es lo que he llamado debilidad.
P. ?C¨®mo se puede interpretar el inter¨¦s que ha mostrado ¨²ltimamente por el cristianismo?
R. Las obras de Nietzsche y de Heidegger s¨®lo han sido posibles porque han surgido dentro de la tradici¨®n cristiana. La idea de la creaci¨®n y la de la encarnaci¨®n, la de Dios hecho hombre, son ideas que desmienten que haya un ser estable y eterno fuera del mundo. No tienen nada que ver con el acto puro de Arist¨®teles. M¨¢s bien subrayan conceptos como el de la caducidad. Todo es fr¨¢gil, inestable, caduco. San Pablo hablaba de 'kenosis', la 'humillaci¨®n de Dios', al hablar de la encarnaci¨®n. La idea de que Dios tuvo que humillarse nada tiene que ver con un Dios poderoso y eterno, fuera del tiempo, inmutable.
Los trazos de la vida
'La idea de una totalidad del mundo, de un sentido unitario de la historia, de un sujeto centrado en s¨ª mismo y eventualmente capaz de hacerse con ese sentido': con esos t¨¦rminos caracterizaba Gianni Vattimo los conceptos rectores de la metaf¨ªsica en uno de los art¨ªculos del libro colectivo que significativamente se titul¨® El pensamiento d¨¦bil, que apareci¨® en Italia en 1983 y que C¨¢tedra tradujo en 1988. Desde entonces ha pasado tiempo, y aquella corriente de pensamiento ha perdido ya la virulencia pol¨¦mica con la que surgi¨®. Lo que no ha cambiado mucho quiz¨¢ sea la inutilidad de aquellos conceptos rectores de la metaf¨ªsica para pensar nuestro presente. Ni una idea global del mundo, ni un sentido unitario de la historia, ni un sujeto capaz de adue?arse de ese sentido. Todo eso yace hecho trizas. Ante ese panorama, la aventura en la que Vattimo se embarc¨®, y en la que sigue embarcado, fue la de desmarcarse de aquellos grandes conceptos que pretend¨ªan explicarlo todo y no explicaban nada, para poner su atenci¨®n, no en lo que permanece, sino en la caducidad. 'La muerte de Dios es precisamente, antes que nada, el final de la estructura estable del ser y, en consecuencia, de toda posibilidad de enunciar que Dios existe o no existe', escrib¨ªa Vattimo en aquel texto. Y, un poco m¨¢s adelante: 'El verdadero trascendental, lo que hace posible cualquier experiencia del mundo, es la caducidad'. La mortalidad y la finitud, y no el f¨¢cil acomodo en esencias inmutables. En ?tica de la interpretaci¨®n (Paid¨®s, 1991), Vattimo hablaba de esas configuraciones de experiencia y formas simb¨®licas que son 'los trazos de la vida'. Esas 'concreciones del ser que piden ser escuchadas con pietas, con la atenci¨®n devota que merecen cabalmente todas las huellas de vida de los similares a nosotros'. De escuchar esos trazos de la vida se ha ocupado Vattimo desde hace a?os, en sus libros te¨®ricos y en su actitud comprometida como ciudadano. El fin de la modernidad, Las aventuras de la diferencia, Creer que se cree, M¨¢s all¨¢ del sujeto, M¨¢s all¨¢ de la interpretaci¨®n, La secularizaci¨®n de la filosof¨ªa, sus introducciones a Nietzsche y Heidegger o El sujeto y la m¨¢scara, entre otros, son algunos t¨ªtulos que resumen el recorrido de un fil¨®sofo que ha desentra?ado con lucidez la hermen¨¦utica, el nihilismo y la posmodernidad.
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