Vino nuevo en odres viejos
La prolongada crisis de Vivendi, el segundo grupo de comunicaci¨®n del mundo, se ha zanjado moment¨¢neamente con la dimisi¨®n de Jean Marie Messier y su sustituci¨®n por Jean Ren¨¦ Fourtou. Las interpretaciones inmediatas insisten en considerar la severa crisis del grupo franc¨¦s, abrumado por un endeudamiento de 28.000 millones de euros y unas p¨¦rdidas de casi 13.600 millones el a?o pasado, como una prolongaci¨®n de las convulsiones empresariales en EE UU, que empezaron con el caso Enron, hicieron desaparecer a la auditora Andersen y tienen sus ¨²ltimos exponentes en WorldCom y Xerox. Hay razones para defender esta percepci¨®n. La importaci¨®n de un cierto modelo de gesti¨®n propio de empresas estadounidenses, el escaso rigor contable, la poca transparencia de las decisiones de gesti¨®n o la inquietud que ha provocado entre los inversores franceses, similar a la crisis de confianza que est¨¢ sufriendo Wall Street y exportando al resto del mundo, ser¨ªan algunas de ellas.
Pero conviene considerar algunas diferencias significativas. Las cuentas de Vivendi se han visto socavadas por errores cl¨¢sicos, como alguna equivocaci¨®n estrat¨¦gica y el exceso de compras multimillonarias -por ejemplo, la del gigante cinematogr¨¢fico Universal- que la capacidad financiera del grupo no ha podido digerir. El problema fundamental ser¨ªa el de un grupo empresarial que no ha podido o sabido reorientar sus actividades desde las tradicionales -agua, servicios urbanos- hacia los nuevos negocios tecnol¨®gicos y de ocio, quiz¨¢ por un exceso de rapidez en la transformaci¨®n. En las ¨²ltimas etapas, la crisis se ha agudizado por las luchas de poder entre los administradores franceses y estadounidenses. Es un escenario cl¨¢sico de colapso empresarial, que no ataca a los fundamentos de confianza del sistema, salvo que finalmente se demuestre que se han practicado manipulaciones contables, desmentidas por la empresa.
El hecho de que el fundamento de la crisis Vivendi sea un caso t¨ªpico de decisiones dudosas y un endeudamiento agobiante no excluye la existencia de graves problemas de mal gobierno corporativo. Los analistas han destacado las dificultades de adecuar el sistema empresarial franc¨¦s, r¨ªgido y protegido, a los c¨®digos del capitalismo anglosaj¨®n, din¨¢mico, especulativo y obsesionado con los resultados a corto plazo.
La crisis de Vivendi se hubiese gestionado mejor con normas claras y precisas sobre las responsabilidades de los directivos y las obligaciones de ofrecer informaci¨®n peri¨®dica a los inversores. En EE UU trabajan a toda m¨¢quina para imponer y precisar un nuevo marco legal que proteja a los accionistas; en Europa -y mucho menos en Espa?a- ni siquiera hay conciencia acerca de la necesidad de aplicar un nuevo c¨®digo.
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