'Platonov', un Ch¨¦jov joven en el palacio de los Papas
Eric Lacascade dirige desde 1997 el centro dram¨¢tico nacional de Normand¨ªa en Caen y en el plazo de cinco a?os ha invitado a participar de su aventura a gente como Pippo Delbono, Jacques Bonnaf¨¦, Krystian Lupa, Jean Fabre, Rodrigo Garc¨ªa o Romeo Castellucci. Su trabajo se ha organizado a menudo a partir de trilog¨ªas, ya fuesen obras de Shakespeare, Racine, S¨®focles, Pasolini o Ch¨¦jov. Este ¨²ltimo le acompa?a en su debut en la Cour d'honneur del palacio papal, ese espacio entre muros que acoge a 2.000 espectadores y que plantea el desaf¨ªo de un escenario enorme al aire libre. Desde ayer, el p¨²blico ve ya el resultado de ese desaf¨ªo.
'Todo el mundo me preguntaba si ten¨ªa miedo de encontrarme ante un espacio tan enorme', dice Lacascade, 'pero lo cierto es que lo que siento es placer y entusiasmo. A los sentimientos pintados por Ch¨¦jov se suman los que genera el lugar. Las tensiones, las relaciones, las soledades adquieren una intensidad a la medida del espacio. Eso es algo que la puesta en escena no puede olvidar'.
La elecci¨®n de la obra, de Platonov, es el resultado de una serie de factores. Por una lado est¨¢ el hecho de que Lacascade hubiese montado ¨²ltimamente La gaviota, Ivanov y Tres hermanas, obras de madurez de Ch¨¦jov. 'Necesitaba recorrer el camino al rev¨¦s, comenzar con el poeta en su plenitud para sumergirme en su escritura de juventud. Si luego ha podido escribir en diez d¨ªas Ivanov es porque antes hab¨ªa hecho y rehecho Platonov'. Pero el lugar tambi¨¦n juega en la elecci¨®n del texto. 'El personaje de Platonov es un monstruo, un tipo que escandaliza, que se emborracha, seduce, enga?a y se enga?a, que muere asesinado. Tiene un destino de rey cuando s¨®lo es un modesto profesor en una aburrida ciudad de provincias. ?Se puede so?ar con algo mejor para la Cour d'honneur?'.
Platonov fue presentada por Ch¨¦jov a la direcci¨®n del teatro Maly, en San Petersburgo, que la rechaz¨® por estimar que no mostraba sentimientos elevados. 'Es la obra de un joven, de alguien que escribe a los 17 o 18 a?os, como nosotros cuando nos tomamos por Rimbaud y escribimos para alejar ciertas angustias y poder acostarnos algo m¨¢s serenos. Luego, con los a?os, los somn¨ªferos ocupan el lugar de la pluma. Con Platonov reencuentro esa fiebre juvenil e insomne, pero si eso ahora funciona es porque conozco el autor adulto'.
A?adamos a las razones arg¨¹i
das por Lacascade las que son de orden casi exclusivamente est¨¦tico: 'Tengo la sensaci¨®n de comenzar una nueva etapa. Me siento como el pintor que durante 15 a?os s¨®lo ha hecho retratos y que un d¨ªa comprende que ahora est¨¢ capacitado para pintar paisajes y poner figuras en esos paisajes. Hasta ahora he trabajado los primeros planos. La Cour, con su volumen, con su espacio, me exige ser paisajista y aprender a colocar mis retratos ah¨ª'.
La obra arranca con una fiesta en casa de Ana Petrovna, justo cuando acaba el invierno y funde la nieve. Esa situaci¨®n de cambio de estaci¨®n y de inestabilidad, de movilidad del mundo, es dada por Lacascade a trav¨¦s de la iluminaci¨®n, que hace que los primeros actos transcurran en un mundo de aguas agitadas que van remans¨¢ndose. Platonov parece haber sido escrita por Ch¨¦jov cuando ¨¦ste ten¨ªa 18 a?os, el manuscrito que se conserva est¨¢ repleto de tachaduras y no tiene t¨ªtulo de la misma manera que tampoco tiene final. Durante a?os se consider¨® irrepresentable por su car¨¢cter no acabado, tambi¨¦n por su duraci¨®n -entre cuatro y seis horas, seg¨²n las versiones-, pero hoy se ve en ella el concentrado y el esbozo de todo el Ch¨¦jov a venir. 'Hay personajes que no volvemos a ver en el resto de Ch¨¦jov, hay los maravillosos retratos de mujer y, c¨®mo no, un h¨¦roe emblem¨¢tico que luego ser¨¢ Ivanov. La diferencia est¨¢ en que Platonov es un tipo menos terrible, m¨¢s diverso. En el fondo es una creaci¨®n de los dem¨¢s, cada una de sus facetas corresponde a como lo ven los otros. Ivanov va recto y de manera radical hacia el fracaso mientras que en Platonov coexiste un aspecto institucional con otro marginal, pues por un lado est¨¢ el profesor, el hombre que tiene como misi¨®n transmitir los valores y conocimientos de la sociedad mientras que por otro est¨¢ el tipo que no respeta nada, que pone en evidencia la mediocridad del mundo'.
Entre lo ¨ªntimo y lo grandioso
EN 1947, CUANDO empez¨® a andar sin saber a¨²n que era un festival -entonces recib¨ªa el nombre de 'Semana'-, el de Avignon lo hizo sobre unas tablas de madera que se sosten¨ªan sobre un entramado de v¨ªas de tren que, a su vez descansaban sobre un buen n¨²mero de bidones de gasolina. 55 a?os despu¨¦s, el festival se ha dotado de una nueva plataforma-escenario y de una nueva grader¨ªa en aluminio por 2.600.000 euros. El objetivo era hacer m¨¢s ligero, f¨¢cil de montar y c¨®modo el dispositivo existente, que hab¨ªa sido creado en 1982 para recibir a Ariane Mnouchkine en la Cour d'honneur. 'Entonces la exigencia principal era colocar a 2.250 espectadores y que ninguno estuviese a m¨¢s de 24 metros de la escena', recuerda Guy-Claude Fran?ois, escen¨®grafo inventor de aquella soluci¨®n y de la que ahora se inaugura. En 24 a?os, Fran?ois cree que no s¨®lo han cambiado las posibilidades t¨¦cnicas. 'El tipo de interpretaci¨®n tambi¨¦n es distinto. Hoy est¨¢n m¨¢s marcados por el cine, proyectan menos la voz, trabajan sobre detalles que no son necesariamente perceptibles en un gran espacio'. ?sa es la pesadilla para los directores e int¨¦rpretes de teatro, pero no para bailarines o cantantes. 'A los core¨®grafos les encanta trabajar en la Cour d'honneur. ?Es como si tuvieran un campo de f¨²tbol para ellos solos!'. La nueva grader¨ªa puede acoger a unos trescientos espectadores menos que la anterior y supone, sobre todo, la supresi¨®n de la galer¨ªa. Desde all¨ª, desde ese 'gallinero' entre murallas, se ve¨ªa el teatro un poco como el f¨²tbol desde las tribunas de prensa de los grandes estadios, convertido en un juego geom¨¦trico, de luces y movimiento, en el que la palabra o el rostro perd¨ªan importancia. Una nueva sonorizaci¨®n, que lleva la voz de los actores justo al lado de cada silla, tambi¨¦n contribuye a reencontrar la intimidad sin sacrificar la grandiosidad.
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