El ¨²ltimo mohicano
La experiencia reciente de la democracia espa?ola ha dado sobradas muestras de los costes que tienen las trifulcas o disensiones internas para los partidos pol¨ªticos. Un partido cohesionado y bien sintonizado con su l¨ªder es ya casi una condici¨®n imprescindible de la competencia pol¨ªtica exitosa. La rentabilidad de la unidad y cohesi¨®n interna es tan alta que a nadie le pueden extra?ar las declaraciones de Javier Arenas echando agua sobre los ¨²ltimos pronunciamientos de ?lvarez Cascos y aludiendo al PP como 'uno, unido y cohesionado', o el cierre de filas ordenado por Aznar negando la presencia en su partido de 'familias y corrientes'. Y si no es as¨ª deber¨ªan aparentarlo hasta el final. Nada puede evitar, sin embargo, que una vez cubierta la presidencia de la UE, se haya dado un pistoletazo de salida impl¨ªcito a la carrera por la sucesi¨®n del presidente. Si a ello le a?adimos la proximidad de las elecciones municipales y de muchas auton¨®micas, es l¨®gico que comience a subir la fiebre y la inquietud en los distintos cuarteles de los pol¨ªticos de profesi¨®n.
Para un observador externo, la controlada locuacidad del ministro de Fomento es bien expresiva de la situaci¨®n de des¨¢nimo que hace acto de presencia entre los verdaderos hombres del aparato cuando perciben una excesiva sumisi¨®n del partido a los dictados del l¨ªder. La posici¨®n de ?lvarez Cascos no obedece as¨ª necesariamente a un intento por dejar entrever sus discrepancias ante una posible victoria del sector democristiano del PP. El problema seguramente sea mucho m¨¢s de fondo. Detr¨¢s se esconde una diferente concepci¨®n del propio partido y de la forma en la que ¨¦ste ha de abordar una cuesti¨®n tan central como es el proceso sucesorio. As¨ª, por ejemplo, cuando reclama la necesidad de una pugna de candidaturas interna no hace sino recordar el abec¨¦ de cualquier pr¨¢ctica partidista. Y, con independencia de cu¨¢les sean sus intenciones ¨²ltimas al mencionarlo, lleva raz¨®n. Lo patol¨®gico no es atender y reclamar este tipo de actuaciones propias de los partidos tradicionales, sino esa excesiva dependencia del liderazgo. Alguien que a lo largo de los ¨²ltimos a?os se ha esforzado por construir un partido y contribuir a llevarlo a lo m¨¢s alto no puede dejar de sentir cierta frustraci¨®n ante esta anomal¨ªa. Como tampoco puede aceptar con facilidad que sean los sondeos, un factor aleatorio y 'extrapartidista', los que designen las candidaturas.
Esta lucha de Cascos en solitario no deja de tener cierta ¨¦pica. Representa, seguramente sin saberlo, uno de los ¨²ltimos intentos por evitar la acelerada 'americanizaci¨®n' del liderazgo y de los partidos pol¨ªticos en nuestro continente. Mucho se ha especulado desde Tocqueville sobre si los Estados Unidos eran o no el futuro de Europa. En lo relativo a la organizaci¨®n partidista estamos todav¨ªa bastante lejos del modelo americano, donde los partidos se reducen casi a meras m¨¢quinas electorales. Pero el tr¨¢nsito desde el modelo de una 'democracia de partidos' a una 'democracia de audiencia' (Bernard Manin) es cada vez m¨¢s claramente perceptible. En el modelo de la 'democracia de audiencia' el papel de los partidos es crecientemente ocupado por los medios de comunicaci¨®n. Ah¨ª es donde se representa la pol¨ªtica y donde los ciudadanos asumen el papel de p¨²blico o de audiencia pasiva de una pol¨ªtica fuertemente personalizada. La atenci¨®n a la imagen deviene as¨ª en un fin en s¨ª mismo. Y se hace realidad, en efecto, ese temor de Cascos a caer en la tentaci¨®n de una construcci¨®n de candidaturas y programas a partir de encuestas y de estudios de imagen.
Cascos es un pol¨ªtico lo suficientemente bregado en la pol¨ªtica como para conocer la importancia de estos nuevos condicionantes que la afectan. Lo que, sin embargo, no debe estar dispuesto a aceptar es que se erijan en el criterio legitimador de decisiones no sujetas a un debate y discusi¨®n previos. O que se presente como un imperativo de la nueva pol¨ªtica lo que no es en realidad m¨¢s que una pr¨¢ctica de toda la vida: el intento de un grupo por imponerse a los dem¨¢s; con benepl¨¢cito presidencial a?adido, claro.
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