Explosiones de novas y s¨ªntesis de iliri¨®n
'DAN, ?HAS REPARADO ALGUNA VEZ -reflexion¨® Lorq en voz alta- que cada astro, cuando navegamos entre ellos, es un crisol donde se amalgaman los mundos mismos del imperio? Cada elemento de los centenares que existen puede separarse del n¨²cleo central de materia. Toma ¨¦se, por ejemplo... -se?al¨® el techo transparente- ...u otro cualquiera: en este preciso momento se fusionan en ¨¦l oro y radio, nitr¨®geno, antimonio, en cantidades inmensas, m¨¢s grandes que Ark, m¨¢s grandes que Tierra. Y tambi¨¦n hay iliri¨®n all¨ª -se ri¨®-. Supongamos que haya alguna forma de sumergirse en una de esas estrellas y de extraer una colada de lo que a m¨ª se me antoje. Supongamos que pudi¨¦semos permanecer al borde de una estrella en estado de nova y esperar a que arroje lo que buscamos, y que pudi¨¦ramos recogerlo en plena incandescencia, en el momento mismo de la explosi¨®n... pero una nova es una implosi¨®n, no una explosi¨®n, ?verdad, Dan?'. Una d¨¦cada antes de que los primeros modelos de simulaci¨®n por ordenador permitieran caracterizar adecuadamente las explosiones de nova, Samuel R. Delany, un conocido autor de ciencia ficci¨®n, narraba en una novela futurista, Nova (1968), la singular odisea de un grupo de temerarios viajeros en busca de iliri¨®n, el material m¨¢s preciado del universo, presuntamente sintetizado durante tales explosiones. Pese a que en el cosmos real, la s¨ªntesis de elementos qu¨ªmicos en las novas no produce materiales tan valiosos como el oro o el ficticio iliri¨®n, su inter¨¦s desde el punto de vista astron¨®mico es notable.
Las novas son cataclismos c¨®smicos en los que una estrella enana blanca (residuo muy compacto, de dimensiones planetarias y masa comparable a la del Sol, resultado de la evoluci¨®n de estrellas de hasta 10 masas solares) que forma parte de un sistema estelar binario, experimenta una explosi¨®n termonuclear como resultado de la acumulaci¨®n de materia (plasma) transferida por su compa?era. Tal explosi¨®n supone un aumento colosal en la luminosidad de la enana blanca (que alcanza 100.000 veces la luminosidad del Sol) y la eyecci¨®n de la envoltura, procesada mediante reacciones nucleares. As¨ª, las explosiones de novas desempe?an cierto papel en el gran drama c¨®smico que abarca desde la formaci¨®n del hidr¨®geno y el helio primordiales, tras el Big Bang, hasta la s¨ªntesis de los elementos qu¨ªmicos que integran la tabla peri¨®dica, mediante complejos procesos nucleares que suceden en las estrellas. Las novas contribuyen al enriquecimiento gal¨¢ctico en determinados is¨®topos de carbono, nitr¨®geno y ox¨ªgeno (y en menor medida, litio, ne¨®n, aluminio...). Nada que ver con el oro, el radio, el antimonio, ni con el ex¨®tico iliri¨®n. De hecho, la mayor contribuci¨®n a la s¨ªntesis de los elementos qu¨ªmicos que configuran el cosmos, la Tierra o, ya puestos, el cuerpo humano se debe a otros cataclismos estelares, las supernovas, en los que toda la estrella -y no s¨®lo la envoltura- se ve implicada en la tit¨¢nica explosi¨®n. As¨ª lo afirmaba uno de los protagonistas del reciente filme Supernova (2000): 'Estoy hecho de calcio, hierro y zinc, todos los elementos. Los elementos creados por las estrellas cuando mueren'.
Novas y supernovas, cataclismos ambos no siempre bien entendidos en la historia de la astronom¨ªa y escasamente diferenciados en la literatura de ciencia ficci¨®n. Se explica as¨ª la err¨®nea transformaci¨®n del Sol en nova -de la que hacen gala diversos relatos y novelas del g¨¦nero- tras una serie de inestabilidades de origen nuclear, lo cual origina el ¨¦xodo de la humanidad y la extinci¨®n de todo vestigio de vida sobre nuestro planeta. El lector inquieto podr¨¢ encontrar muestras de ello en las novelas C¨¢nticos de la lejana Tierra (1986), de Arthur C. Clarke; la serie del Libro del Sol Nuevo, de Gene Wolfe, iniciada con La sombra del torturador (1980), y El crisol del tiempo (1983), de John Brunner. Pero duerman tranquilos: para transformar el Sol en nova har¨ªa falta la presencia de una estrella compa?era lo suficientemente pr¨®xima. Algo de lo que, por suerte, andamos escasos...
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