Una pol¨ªtica agr¨ªcolapara los ciudadanos
La propuesta de reforma de la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n (PAC) aprobada ayer por la Comisi¨®n Europea es consecuencia directa de la crisis de las vacas locas y de la fiebre aftosa. Sensata en sus grandes l¨ªneas, tiende a satisfacer antes los deseos de los ciudadanos de seguridad alimentaria, protecci¨®n del medio ambiente y precios m¨¢s bajos de los productos, que las preocupaciones de los agricultores, que ayer se manifestaron en Bruselas contra el cambio profundo impulsado por el comisario Fischler. Es una buena base para un debate franco y constructivo entre los ministros del ramo, que son los que, en ¨²ltima instancia, han de tomar la decisi¨®n para lograr esa agricultura competitiva, de calidad y sostenible, y con una dimensi¨®n social, que propugna la Comisi¨®n Europea.
La PAC es v¨ªctima de su exceso de ¨¦xito. Nacida para impulsar la autosuficiencia alimentaria en la Europa de la posguerra, ha llevado a un cultivo intensivo que ha degenerado en las tragedias indicadas y en costosos excedentes. Por ejemplo, el centeno, cuyas ayudas, que Fischler propone suprimir, han llevado a que la UE produjera el a?o pasado el doble de lo que consume. Las subvenciones directas para garantizar precios encarecen los productos en detrimento de los consumidores europeos -que pagan por sus alimentos m¨¢s de lo que marca el mercado mundial- y de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, que luchan contra ese proteccionismo agr¨ªcola del Norte. No se puede pregonar el despegue de estos pa¨ªses y pedirles que frenen su emigraci¨®n, a la vez que se rechazan sus productos agr¨ªcolas.
El hecho de que a trav¨¦s de su nueva Farm Bill Estados Unidos haya aumentado en un 80% las ayudas directas a su agricultura no favorece un cambio en la PAC; pero la UE tampoco tiene por qu¨¦ seguir a Washington en este sinsentido que va en contra del esp¨ªritu de la nueva ronda de liberalizaci¨®n comercial que se abri¨® en Doha. Adem¨¢s, la reforma facilitar¨ªa las negociaciones de ampliaci¨®n de la UE, y abaratar¨ªa su resultado.
Esencialmente, la Comisi¨®n propone reducir de forma modulada las m¨²ltiples ayudas directas a la producci¨®n a partir de 2004 en un 20% en siete a?os, y gastar la mayor parte de ese dinero en garantizar la renta de los agricultores a trav¨¦s de programas de desarrollo rural. La mayor objeci¨®n es que abre la puerta a una renacionalizaci¨®n de las ayudas agr¨ªcolas, como ped¨ªa la rica Alemania, cuando la PAC es una de las pocas pol¨ªticas redistributivas en la UE. Es necesario no ya preservar, sino aumentar su dimensi¨®n de cohesi¨®n econ¨®mica social, y garantizar que su reforma no suponga un paso atr¨¢s, ni una mejora de las agriculturas m¨¢s ricas de la UE a costa de las m¨¢s pobres.
Para Espa?a el reto es especialmente importante, pues, de aprobarse esta reforma, tendr¨ªan que espabilar el Gobierno y las comunidades aut¨®nomas para presentar y cofinanciar con la UE proyectos de desarrollo rural, y recuperar de esa forma el dinero que se dejar¨ªa de percibir en ayudas directas. De otro modo Espa?a perder¨ªa oportunidades, a pesar de que un 80% de sus productores quedar¨ªan exentos de la reducci¨®n al situarse por debajo de un nivel de ayudas anuales de 5.000 euros.
La propuesta resulta pol¨ªticamente explosiva y de dif¨ªcil gesti¨®n. Pero la construcci¨®n europea no progresar¨¢ s¨®lo integrando nuevas pol¨ªticas, sino tambi¨¦n revisando otras, como la PAC, que han perdido su sentido original. Las ayudas a la producci¨®n devoran una tercera parte del insuficiente presupuesto comunitario y de la mano del hombre han producido cat¨¢strofes sanitarias como la de las vacas locas o la ¨²ltima alarma de alimentos o piensos contaminados con la hormona MPA. Es hora de volver a poner a los ciudadanos en el centro de esta construcci¨®n.
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