Escritos sobre el mapa
Tras la novela de Rodrigo Fres¨¢n sobre M¨¦xico DF, la colecci¨®n A?o 0 de reportajes literarios sobre ciudades contin¨²a con dos nuevas entregas: el cubano Jos¨¦ Manuel Prieto (La Habana, 1962) escribe sobre Mosc¨²; el colombiano Santiago Gamboa (Bogot¨¢, 1965) viaja a Pek¨ªn. Que el g¨¦nero puede ser tan amplio como los de ficci¨®n lo demuestra la distancia visible entre ambos libros. Prieto vuelve a Mosc¨², una ciudad que conoce bien y cuya lengua entiende a la perfecci¨®n, ya que vivi¨® m¨¢s de diez a?os en Rusia. Eso le permite trabajar sobre la veloz y estridente metamorfosis de la Mosc¨² possovi¨¦tica, atento a todas las voces: de la calle, de la prensa. Gamboa hace la experiencia de lo completamente extra?o y se queda siempre fuera, por m¨¢s lenta que sea su aproximaci¨®n a Pek¨ªn, a la que s¨®lo llega despu¨¦s de cap¨ªtulos dedicados a Hong Kong y Macao.
TREINTA D?AS EN MOSC?
Jos¨¦ Manuel Prieto. Mondadori. Barcelona, 2001 165 p¨¢ginas. 13,22 euros
OCTUBRE EN PEK?N
Santiago Gamboa Mondadori. Barcelona, 2001 236 p¨¢ginas. 13,82 euros
En el libro de Prieto, cada parte rese?a una semana de sus Treinta d¨ªas en Mosc¨², que abarcan el mes de julio de 2000. La primera escena acontece en un bar, adonde el viajero se detiene a ordenar sus apuntes; enseguida anota: 'Este caf¨¦ no estaba el a?o pasado'. Es la clave de sol de todo el trabajo, que consiste en un registro selectivo de las costuras del nuevo Mosc¨². Como se trata de un excelente narrador, el libro atrapa cuando cuenta historias: por ejemplo, la s¨®rdida situaci¨®n de los pisos comunales, herencia de la era sovi¨¦tica, en los que una familia es capaz de desasistir a un anciano moribundo con tal de ganar un dormitorio para aliviar su hacinamiento. En esos pasajes, el libro parece un sugestivo ap¨¦ndice de la excelente novela 'rusa' de Prieto, Livadia (Mondadori, 1999, a la que de hecho el autor remite en alg¨²n pasaje.
O aquella ficci¨®n era estrictamente autobiogr¨¢fica o este reportaje se deja impregnar por la invenci¨®n: en todo caso, cada una tiene su verosimilitud, y ¨¦stas son complementarias. Treinta d¨ªas en Mosc¨² se estructura sobre un narrador ubicuo y una cierta polifon¨ªa -incorporando las voces de los personajes que el viajero encuentra: una escritora, un heraldo de la reverdecida nobleza rusa, un historiador de la ciudad-, un poco a la manera de Manhattan Transfer, de John Dos Passos.
El libro de Gamboa es candoroso y vol¨¢til: m¨¢s un contrapeso que un reflejo de la densa Pek¨ªn mao¨ªsta. Al principio del relato, reci¨¦n llegado a Hong Kong, el azar lo lleva a tropezar con la calle en que viviera Bruce Lee: es suficiente para insertar una ficha biogr¨¢fica del malogrado artista marcial. Ya en Pek¨ªn, Gamboa prueba a combatir su azoramiento con la esmerada documentaci¨®n de que ha hecho acopio. Inseguro de su propio paso, el autor busca en ese hilv¨¢n de citas una autorizaci¨®n para su propio itinerario.
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