El ataque frustrado de Horrillo
El ciclista vasco del equipo Mapei se qued¨® a s¨®lo 30 metros de una victoria que le habr¨ªa cambiado la vida
![Carlos Arribas](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe3f9d365-91a0-4554-a5c4-70f3bf1ea029.png?auth=e6426bc0be73ca7a1a032b8f3a5a8f5479303facc987fc5270aa197eb094c06b&width=100&height=100&smart=true)
Pedro Horrillo es un ciclista que se ha hecho famoso por no ser ciclista. Ayer mismo el diario Le Parisien le dedicaba un reportaje con una fotograf¨ªa: Horrillo, sobre la bicicleta, lee a Nietzsche, As¨ª habl¨® Zaratustra, su libro de cabecera, su inspiraci¨®n po¨¦tica, peque?os textos que explican la vida. Y dice en el peri¨®dico franc¨¦s, y M¨ªnguez lo desmiente por la radio, que cuando estaba en el Vitalicio, M¨ªnguez, el director, no hac¨ªa m¨¢s que decirle que pensar era malo, que la cabeza del ciclista s¨®lo vale para llevar el casco. Horrillo es famoso porque es ciclista y lee y habla con conocimiento y es curioso. 'Un bicho raro', que dice Freire, otro bicho raro ¨¦l. Horrillo es famoso porque estudia Filosof¨ªa pura (hay tan pocos en Espa?a estudiantes de esa especialidad que ya decir que se va para fil¨®sofo podr¨¢ ser noticia dentro de poco). Horrillo tambi¨¦n escribe, y muy bien, las cr¨®nicas cotidianas que desde su sill¨ªn env¨ªa a EL PA?S (las manda por email y nadie las toca: se publican cual las escribe). Tambi¨¦n es famoso Horrillo porque comparte habitaci¨®n con su amigo ?scar, el campe¨®n del mundo, le pone los pies en la tierra al c¨¢ntabro, que siempre est¨¢ en las nubes, o pensando en sus cosas, y felizmente entre los dos se ha producido una simbiosis, y uno ha mejorado al otro y el otro ha mejorado al uno. Demasiadas cosas hace, y muy bien, Horrillo, de nombre Pedro, hijo de Hip¨®lito y Concepci¨®n, nacido en Ermua (Vizcaya) hace casi 28 a?os. Tantas cosas, que mucha gente a veces se olvida de que es ciclista profesional, de que da pedales para ganarse la vida, y lo hace muy bien.
Ayer se cay¨® Freire. Una l¨¢stima. La etapa estaba escrita para ¨¦l. Un largo repecho, un kil¨®metro tendido antes de la ¨²ltima recta, y la llama roja, el arco azul y al fondo, la meta. Se cay¨® Freire porque, en el fondo, la etapa no estaba escrita para ¨¦l. Ten¨ªa que ser el d¨ªa de Horrillo, que ya gan¨® hace un mes una etapa en la Bicicleta Vasca atacando as¨ª, en el ¨²ltimo kil¨®metro, y so?aba con el d¨ªa en que una gran carrera, el Tour nada menos, le iba a conceder la oportunidad. Ah¨ª la ten¨ªa. El d¨ªa de la primera etapa, la llegada a Luxemburgo, cuando atac¨® Bertogliati, Horrillo se qued¨® con las ganas. Se ve¨ªa fuerte, m¨¢s fuerte que nadie. Pero no se movi¨®. Mir¨® a Freire, a ?scar, al ciclista al que debe acompa?ar hasta los ¨²ltimos metros, y el c¨¢ntabro no le dio el OK. Pod¨ªa ganar ¨¦l. El Telekom le podr¨ªa llevar hasta la victoria. No ocurri¨® as¨ª, y Horrillo llevaba todo el Tour pensando que quiz¨¢s hab¨ªa dejado pasar la oportunidad que le transforma a uno, que le hace pasar de corredor normal a corredor bueno, a ciclista que gana. La oportunidad le lleg¨® ayer.
As¨ª lo sent¨ªa. As¨ª lo interpret¨®. Lleg¨® la pancarta de los dos kil¨®metros y el primer ataque esperado. Velo, un italiano predestinado por su nombre (en franc¨¦s, velo es bicicleta), atac¨®. A c¨¢mara lenta. Demasiado pronto. Demasiado flojo. Hizo hueco, pero por detr¨¢s la gente controlaba. Med¨ªa el tempo, calculaba el ritmo. Luego salt¨® el impaciente David Etxebarria, y detr¨¢s el galgo portugu¨¦s Azevedo. Horrillo, en el pelot¨®n, calculaba, med¨ªa. Sab¨ªa que ten¨ªa que atacar m¨¢s tarde. Salir fuerte. Sorprender. Nadie le conoce. Nadie le marca. Pero se precipit¨®. 'Me entr¨® la duda', explica. 'Pens¨¦ que los tres que saltaron delante pod¨ªan organizarse. As¨ª que salt¨¦ para pasarlos, pero justo cuando iba a pasarlos se abrieron hacia la derecha, hacia las vallas por donde iba a pasar yo, y me tuve que frenar, y volver a arrancar. Perd¨ª fuerzas y tiempo'. Pero, pese a todo, Horrillo persisti¨® y abri¨® hueco. Potente, con un estilo de fuerza pura, sorprendi¨® a todos. Nadie reaccionaba y Horrillo se acercaba a la meta. 'Pero entonces me llev¨¦ una segunda sorpresa: la carretera picaba, picaba y picaba para arriba y yo no lo sab¨ªa. Los ¨²ltimos metros se me hicieron eternos'. A ¨¦l y a todos. Pel¨ªcula de ¨¦sas de explosivos, con la mecha consumi¨¦ndose tan despacio que al h¨¦roe le da tiempo a todo, a salvar a los buenos, a matar a los malos. Pero dur¨® demasiado para Horrillo, que se volv¨ªa y ve¨ªa a la manada del pelot¨®n, al australiano McGee acercarse m¨¢s y m¨¢s. Tanto que a 30 metros Horrillo baj¨® los brazos. Tan cerca se qued¨® de despertarse ma?ana siendo otro hombre: Horrillo, ciclista, ganador de una etapa en el Tour.
'Me habr¨ªa cambiado la vida', dice, 'porque despu¨¦s de ganar una etapa en el Tour la gente ya no te ficha para que trabajes, sino porque sabe que puedes ganar'. Pasado ma?ana, de nuevo, se le acercar¨¢ un periodista dan¨¦s, por ejemplo, y le preguntar¨¢: '?T¨² eres Horrillo, el intelectual del pelot¨®n?'.
![Horrillo (Mapei) se lamenta al ser superado por McGee a pocos metros de la meta.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/J3GENFEQZRVOGD7WBZ2DWPE54Q.jpg?auth=67997037b6d23dc97333d5da74837cc46e8d1c3d5969a9f6bc59ff504e0e0b92&width=414)
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