'A veces vuelvo a casa por la noche y me digo: 'Otro d¨ªa que he sobrevivido'
Ana Urchuegu¨ªa, alcaldesa de Lasarte-Oria, fue agredida, acosada e insultada el pasado 23 de junio cuando acudi¨® al front¨®n Atano III de San Sebasti¨¢n para asistir a la final manoman¨ªstica interpueblos disputada por el equipo de su municipio. El front¨®n, el primer espacio simb¨®lico de los vascos, se convirti¨® as¨ª en una encerrona organizada con la intenci¨®n de escenificar el pretendido rechazo popular a la alcaldesa socialista y su expulsi¨®n simb¨®lica de la comunidad vasca.
En su modesto despacho de la alcald¨ªa, sin otras vistas que una gran pared, Urchuegu¨ªa repasa esa amarga experiencia y saca conclusiones sobre el incremento de la tensi¨®n en los plenos municipales y sobre el proyecto de atentado que le preparaba ETA.
'En el front¨®n, yo represent¨¦ ese d¨ªa todo lo que ellos no quieren tener aqu¨ª: una vasca espa?ola, una alcaldesa socialista con mayor¨ªa absoluta'
'La gente gritaba: '?Asesina, asesina!'. Pens¨¦ en mi compa?ero Froil¨¢n, asesinado por estos fascistas que llaman asesinos y fascistas a sus v¨ªctimas'
'Tengo un compromiso con mis electores hasta el 25 de mayo de 2003. Si estoy viva, continuar¨¦ en el cargo hasta esa fecha. Despu¨¦s ya veremos, eso queda muy lejos'
'En 1979, cuando yo entr¨¦ en la pol¨ªtica municipal, la gente no dimit¨ªa. Ahora vienen a matarnos, y eso crea una situaci¨®n incontrolable en muchas familias'
'Yo creo que no existen condiciones para celebrar elecciones, pero mi partido ha decidido presentarse y yo soy una militante disciplinada'
Pregunta. ?Siente que Euskadi se ha convertido en un gran front¨®n en el que los festivos y brutales hooligans desatan sus bajas pasiones contra los pol¨ªticos no nacionalistas ante la pasividad, la indiferencia o el miedo general? ?Lo del Atano III es una met¨¢fora de lo que pasa en Euskadi?
Respuesta. Lo que pas¨® en el front¨®n de San Sebasti¨¢n estuvo muy planificado, precisamente para crear esa sensaci¨®n de estruendo y rechazo general a lo que represento. De todas formas, los que llevamos muchos a?os en los ayuntamientos ya nos hemos acostumbrado, relativamente, claro, a soportar situaciones dif¨ªciles. Los militantes socialistas encontramos esa presi¨®n en los ayuntamientos, en la calle, en las f¨¢bricas, en las asociaciones, en muchos sitios. Todos aquellos que son considerados gente del partido, el militante o el simpatizante que da la cara, tienen que pasar por eso en su vida cotidiana.
P. ?C¨®mo recuerda aquellas escenas?
R. Como una experiencia terrible, toda esa gente que desataba un odio incre¨ªble contra m¨ª. No fui consciente de lo que se preparaba porque me dej¨¦ contagiar por el ambiente festivo que reinaba en el front¨®n antes de que entrara yo. Estaba todo lleno de carteles con los presos de ETA, pero como no era competencia m¨ªa y ese tipo de decoraci¨®n es bastante habitual, no me preocup¨¦ demasiado. Fui bastante ingenua. Ni siquiera me di cuenta de que en la mesa que presid¨ªa hab¨ªa una pancarta que me llamaba fascista. Me enter¨¦ al d¨ªa siguiente. Imag¨ªnese lo que debieron divertirse. Yo all¨ª, detr¨¢s de la pancarta, convertida en objeto de mofa y escarnio.
P. El front¨®n estaba lleno. ?Cu¨¢nta gente pudo participar en la agresi¨®n?
R. No lo s¨¦, no s¨¦ si eran 1.500, 1.000 o 200. Lo ¨²nico que s¨¦ es que yo lo viv¨ª como una reacci¨®n general. En cuanto pis¨¦ la cancha, se produjo un estruendo enorme, ve¨ªa a la gente como a una jaur¨ªa que me gritaba mientras golpeaba los asientos y el suelo haciendo un ruido ensordecedor. El front¨®n se ven¨ªa abajo y empezaron a tirarme cosas. Yo me coloqu¨¦ detr¨¢s de la mesa y entonces me dio de lleno un rodillo de papel que me dobl¨® en dos y me quit¨® el aire. Cuando me levant¨¦, me golpe¨® un trozo de hielo en la mano y otro en las cervicales. La gente estaba gritando: '?Asesina, asesina!', y vi que algunas charangas marcaban el tono para unir mejor los gritos. Un edil de Batasuna de mi Ayuntamiento dirig¨ªa aquel orfe¨®n. Pens¨¦ inevitablemente en mi compa?ero Froil¨¢n, asesinado por estos fascistas que llaman asesinos y fascistas a sus v¨ªctimas.
P. Pero aguant¨® hasta el final, se qued¨® all¨ª hasta la entrega de trofeos.
R. Es porque tengo experiencia en esto de aguantar y no perder la calma. Y una tiene su responsabilidad tambi¨¦n.
P. ?Cu¨¢ntos aficionados le han mostrado su repulsa a esta agresi¨®n?
R. En el fragor de la bronca, uno de los pelotaris me dio dos besos que me supieron a gloria, pero no pude fijarme en la cara, tengo que enterarme de qui¨¦n es. Me hizo mucho bien. Aparte de eso, he recibido muchas cartas y llamadas de solidaridad. El problema de esta sociedad es que toda esa gente no puede expresar su rechazo en p¨²blico, por el miedo, claro. Mire, al d¨ªa siguiente, yo volv¨ª a ese mismo front¨®n a presentar el plan de euskera de mi Ayuntamiento y me encontr¨¦ con dos personas que tambi¨¦n hab¨ªan estado presentes en el foll¨®n del d¨ªa anterior. Me dijeron que no ten¨ªa raz¨®n al decir que me hab¨ªa sentido sola porque ellos, por ejemplo, no estaban de acuerdo con lo que hab¨ªa pasado. Les pregunt¨¦ entonces qu¨¦ hab¨ªan hecho, y me respondieron que nada. Eso es lo que pasa.
P. ?Por qu¨¦ no ha presentado una denuncia?
R. Porque creo que en estas cosas la justicia tiene que actuar de oficio. Cada cual tiene que asumir su propia responsabilidad.
P. ?De d¨®nde sale todo ese odio? ?Es un odio viejo o es un odio recreado, estimulado, ambientado?
R. Hombre, hay gente que se deja llevar por el ambiente, pero aqu¨ª se ha generado mucho odio, mucho rencor, hacia lo que significan determinadas opciones pol¨ªticas, determinadas personas. En el front¨®n yo represent¨¦ ese d¨ªa todo lo que ellos no quieren tener aqu¨ª: una vasca espa?ola, una alcaldesa socialista con mayor¨ªa absoluta. Por eso jugaron conmigo al pim, pam, pum. Por eso, las agresiones y humillaciones. Es un drama, porque una sociedad que genera tanto odio termina pag¨¢ndolo. Me resulta incomprensible tanta intolerancia. Yo me cri¨¦ en casa de mis abuelos socialistas. Mi abuelo estuvo 14 a?os en el penal de Santo?a con dos penas de muerte. Se pas¨® dos a?os en capilla esperando su ejecuci¨®n. Recuerdo que, cuando Franco ven¨ªa a San Sebasti¨¢n, le dec¨ªa a mi abuela: 'Rufina, prep¨¢rame la maleta, que vendr¨¢n a buscarme de un momento a otro'. Y, efectivamente, llegaba la Guardia Civil y se lo llevaban a la c¨¢rcel de Martutene. Bueno, pues fue este hombre el que me ense?¨® a respetar a los dem¨¢s. Cuando era ni?a, iba al colegio del barrio del Antiguo, y como hab¨ªa un cuartel de la Guardia Civil, ten¨ªa de compa?eras a hijas de guardias civiles. Un d¨ªa le pregunt¨¦ a mi abuelo si pod¨ªa hacerme amiga de una de ellas. Pensaba que pod¨ªa enfadarse, pero me dijo: 'Ana, tienes que ser siempre libre de pensamiento y tener los amigos que t¨² decidas tener'. A m¨ª no me ense?aron a odiar. ?Por qu¨¦ odian tanto esos j¨®venes? Porque se les ha ense?ado a odiar, porque se generan las actitudes de intolerancia.
P. Usted fue concejal de Hernani en los a?os ochenta, bien dif¨ªciles tambi¨¦n. ?Pero eran m¨¢s duros?
R. Eran diferentes. Hab¨ªa plenos interminables con quinientas personas del p¨²blico. Una vez vinieron con palos grit¨¢ndonos: 'ETA, m¨¢talos'. Estuviera o no en el poder, el PSE-PSOE era entonces el ¨²nico engarce con el Estado que exist¨ªa en Euskadi, y nos ca¨ªa de todo, que si Felipe Gonz¨¢lez hab¨ªa dicho, que si Giscard d'Estaing hab¨ªa hecho, que si las extradiciones, que si los GAL... Por cierto, que los socialistas de Hernani presentamos mociones contra los GAL. Era muy duro, terrible, s¨ª, pero la amenaza iba dirigida contra las siglas que represent¨¢bamos; era una presi¨®n global, mientras que ahora es una presi¨®n personalizada, de liquidaci¨®n personal. Tratan de quitarnos de en medio para deshacernos como organizaci¨®n. La presi¨®n se concentra sobre el blanco elegido, pero alcanza tambi¨¦n a sus entornos familiares y sociales.
P. Y es mucho m¨¢s eficaz que cuando se ejerc¨ªa sobre las siglas...
R. En 1979, cuando yo entr¨¦ en la pol¨ªtica municipal, la gente no dimit¨ªa, aguantaba firme. Ahora vienen a matarnos, y eso crea una situaci¨®n incontrolable en muchas familias. Yo vivo como puedo; no he salido, lo que se dice salir a pas¨¢rmelo bien, no s¨¦, al cine, a bailar; soy una mujer divorciada, desde agosto de 1997. Nadie te lo impide, claro, pero te vas autolimitando para no crear problemas a tus escoltas, para no entrar en m¨¢s situaciones de riesgo.
P. Usted no se descompuso en el front¨®n, ni tampoco en aquel pleno por el asesinato de Froil¨¢n Elespe, su teniente de alcalde. La hemos visto salir de visitar a su hijo en la UVI del hospital y encaminarse al congreso del PSE-EE. Mucha gente se pregunta de d¨®nde saca usted esa entereza.
R. Soy una persona de convicciones y creo que tambi¨¦n he desarrollado un sentido de la responsabilidad. Adem¨¢s, el llevar tantos a?os en esto te endurece, inevitablemente. Te da entereza, pero tambi¨¦n te cambia el car¨¢cter. Yo misma me doy cuenta de que me r¨ªo poco, que casi no sonr¨ªo. Y tengo mis momentos de baj¨®n, no se crea. Es que, desde Enrique Casas, que fue el primero, hasta Froil¨¢n, me han matado a muchos compa?eros y amigos. Lo de Froil¨¢n y yo era aparte, porque llev¨¢bamos 16 a?os juntos, desde que Lasarte-Oria se constituy¨® en municipio independiente. Es toda una vida, nuestros mejores a?os, juntos. Discut¨ªamos mucho porque ¨¦l era m¨¢s alegre que yo, pero igual de cabez¨®n. Entraba por esa puerta, me echaba una mirada e igual dec¨ªa: 'Uff, est¨¢s motorizada -Suzuki, me llamaba-, te dejo para luego'. Cuando le mataron me pas¨¦ la noche en blanco pensando en c¨®mo deb¨ªa reaccionar. Decid¨ª que lo m¨¢s importante era mantener la dignidad del cargo. Supongo que por eso defend¨ª el derecho de los de Batasuna a leer en el pleno aquel comunicado infame.
P. ?S¨®lo se puede resistir siendo muy fuerte?
R. S¨®lo si eres fuerte y tienes convicciones. Hace falta creer en lo que est¨¢s haciendo y tener ilusi¨®n. A m¨ª la ilusi¨®n me la da la labor municipal. Tengo que gestionar un presupuesto de 3.500 millones de pesetas y ya tengo m¨¢s del 70% ejecutado. El nuevo proyecto urban¨ªstico, el jard¨ªn bot¨¢nico... eso es lo que me mantiene aqu¨ª.
P. Supongo que a estas alturas, usted ha traspasado eso que los expertos llaman la l¨ªnea del miedo, cuando ya has aceptado que pueden matarte y no vives permanentemente en la incertidumbre de si debes arriesgarte o no.
R. Creo que s¨ª. Tengo la sensaci¨®n de estar viviendo un tiempo extra. No s¨¦, ellos tienen los objetivos muy bien planificados, y si se empe?an, se empe?an, pues igual no hay nada que hacer. O acaban por desequilibrarte y ya no eres humano, o te matan. Veo a compa?eros y a sus familias, deshechas, pero tambi¨¦n gente que aguanta a pie de obra. Yo tengo dos concejales jubilados que podr¨ªan estar tan ricamente disfrutando de sus pensiones y, sin embargo, aqu¨ª est¨¢n, poniendo en riesgo sus vidas. Formamos un grupo municipal sin fisuras. Digamos que hemos aceptado el riesgo: si pasa, pasa, pero nos negamos ya a vivir permanentemente con el miedo en el cuerpo. De todas formas, a veces llego a casa por la noche y me digo: bueno, otro d¨ªa que he sobrevivido a todo.
P. Haber traspasado esa l¨ªnea no preserva contra la tentaci¨®n de abandonar.
R. Contra lo que est¨¢n diciendo por ah¨ª, yo no me voy. Tengo un compromiso con mis electores hasta las pr¨®ximas elecciones municipales, hasta el 25 de mayo de 2003. Si estoy viva, continuar¨¦ en el cargo hasta esa fecha. ?Despu¨¦s? Despu¨¦s ya veremos, eso queda muy lejos.
P. ?Por qu¨¦ merece la pena seguir?
R. Desde luego, no por dinero, ni por estatus social. Me encanta la labor municipal y adem¨¢s represento unos valores pol¨ªticos.
P. Pero habr¨¢ pensado en marcharse m¨¢s de una vez y de dos.
R. Nunca en los momentos dif¨ªciles. Lo que s¨ª he hecho ha sido plantear en mi partido que hace tiempo que deber¨ªan haberme sustituido. Tengo una amiga psic¨®loga que siempre me ofrece su ayuda; me dice que deber¨ªa desahogarme, sacar fuera todas las tensiones y angustias, pero de momento... No s¨¦, igual un d¨ªa de estos tengo que cambiar de opini¨®n.
P. ?Hasta qu¨¦ punto esta labor de acoso est¨¢ planificada? Hace poco se han conocido las cartas de amenaza al concejal Vela, de Andoain, que es un municipio de la zona en el que ustedes parecen en condiciones de arrebatar la alcald¨ªa a Batasuna.
R. Nosotros no somos un partido virtual. Estamos implantados y tenemos ra¨ªces. Nuestras listas est¨¢n formadas por vecinos de los mismos municipios. Mire, f¨ªjese en esto. [La alcaldesa coge un folio en blanco y dibuja un mapa aproximado con los municipios de la comarca cercana a San Sebasti¨¢n]. Ellos, Batasuna, tienen mayor¨ªa absoluta aqu¨ª, en Hernani, en Usurbil y en Astigarraga. Tienen tambi¨¦n en sus manos el de Andoain y el PNV gobierna en Urnieta. Quedamos nosotros. Lasarte-Oria est¨¢ aqu¨ª, en el centro.
P. As¨ª que es la pieza del tablero que falta por caer.
R. Es un asunto estrat¨¦gico, se trata de barrernos de aqu¨ª como sea. Lo malo para ellos es que estas cosas todav¨ªa dependen del voto secreto de los ciudadanos. A veces me da la impresi¨®n de que yo les molesto particularmente porque estamos apoyando el euskera hasta el punto de que el Gobierno vasco nos reconoce como un municipio mod¨¦lico, y tambi¨¦n porque somos un Ayuntamiento comprometido seriamente en la colaboraci¨®n internacional. Dedicamos el 1,6% del presupuesto a pueblos de Guinea, Per¨² y Nicaragua.
P. ?Cu¨¢les son sus relaciones con los concejales de Batasuna, con la edil que trabaja de payaso y hace re¨ªr mucho a los ni?os, pero que no puede condenar el asesinato de su compa?ero de corporaci¨®n; con el antiguo compa?ero de la mili de Froil¨¢n Elespe que se mantiene igualmente mudo?
R. Ninguna. Me interpelan en los plenos y yo les contesto. La ¨²ltima vez les dije que si no pueden hacer una condena p¨²blica del asesinato, que al menos tuvieran el detalle de hacer una llamada personal a la familia. Nada. ?C¨®mo se pueden defender unas ideas si permites que se siga asesinando? Curiosamente, el que hablaba con ellos era Froil¨¢n. Dec¨ªa que en el fondo eran buena gente. Pues mira.
P. ?C¨®mo se puede combatir la falta de humanidad, el fanatismo?
R. Es duro pensarlo, pero me temo que hay gente que ya est¨¢ perdida para esta sociedad. Ves personas de 25 a 28 a?os con cierta formaci¨®n totalmente dominadas por el odio.
P. La poblaci¨®n de Lasarte le da sistem¨¢ticamente la mayor¨ªa absoluta, pero llega el d¨ªa de la fiesta mayor y, al contrario que los concejales nacionalistas, usted no puede asomarse al balc¨®n.
R. Hemos estado todos los a?os en el balc¨®n, aunque nos han apedreado, pero el otro d¨ªa sopesamos los riesgos y decidimos no salir. Era viernes por la noche y hab¨ªa cientos de personas. La Ertzaintza iba a intervenir si se produc¨ªa una agresi¨®n, as¨ª que hab¨ªa que contar con la posibilidad de que se produjeran heridos. Lo pensamos mucho y al final decidimos no salir. Creo que fue una decisi¨®n acertada, equilibrada. Al d¨ªa siguiente fuimos a la misa mayor protegidos por la polic¨ªa auton¨®mica. Fue duro y muy humillante. Por un lado estaba Batasuna con sus pancartas, y por otro, el resto del pueblo, silencioso.
P. ?Le decepciona comprobar que sus votos s¨®lo se hacen visibles el d¨ªa de las elecciones?
R. Es frustrante, pero el miedo es bien humano.
P. ?Se puede acabar con un r¨¦gimen nacionalista que dura dos d¨¦cadas sin que la alternativa est¨¦ bien cimentada pol¨ªtica y socialmente, sin que tenga capacidad de movilizaci¨®n, la suficiente como para evitar que se produzcan hechos como el del front¨®n?
R. Tiene que producirse una... Lo que pasa es que si pronuncias la palabra rebeli¨®n, los ciudadanos se asustan. Tiene que haber una reacci¨®n ciudadana. La gente tiene que implicarse m¨¢s en su propia transformaci¨®n como sociedad, porque si no reaccionamos ahora, puede que al final sea demasiado tarde y no podamos ya recuperar la libertad. Muchas veces, la sociedad ha ido por delante, pero el mundo pol¨ªtico tiene que mandarle mensajes claros.
P. ?Hay condiciones para celebrar las elecciones municipales?
R. Personalmente creo que no hay condiciones objetivas, pero mi partido ha decidido presentarse y yo soy una militante disciplinada. Aparte de la seguridad, para un cargo p¨²blico no nacionalista lo m¨¢s importante en estos momentos es sentirse arropado por su familia y su organizaci¨®n pol¨ªtica.
P. El comando Buruntza, el mismo que se ocup¨® de su compa?ero Froil¨¢n, ten¨ªa tambi¨¦n planes para usted...
R. Ellos han tomado la decisi¨®n de que yo tengo que salir de aqu¨ª. ?sa es la clave. Desde diciembre del a?o pasado, la presi¨®n ha sido constante. Yo lo noto tambi¨¦n en el ambiente que se respira en los plenos. El otro d¨ªa me se?alaron con el dedo. 'Ya sabemos qui¨¦nes son los que no apoyan a los presos vascos. Tienen nombres y apellidos', dec¨ªan.
P. Creo que usted les contest¨® contundentemente.
R. Me estaban poniendo a caer de un burro y no me pude aguantar cuando me atacaron diciendo que yo estaba a favor de que un vecino del pueblo, Ibon Echezarreta, del comando Buruntza, continuara en la c¨¢rcel. Les respond¨ª: '?Quieren que les lea el informe que este pobre chico, como dicen ustedes, hizo sobre m¨ª?'. Les insist¨ª: '?De verdad no quieren que lo lea?'. Pero no, no quisieron que se lo leyera. Se quedaron mudos.
P. ?Qu¨¦ dice ese informe?
R. Todo. En ese informe, que la polic¨ªa incaut¨® al comando, este Ibon Echezarreta se refiere a m¨ª como 'la tipa'. Escribi¨® frases como: 'Cuidado, tiene vigilancia por la noche', 'Le gusta andar', 'Hay un sitio interesante'. Tambi¨¦n ten¨ªan datos sobre los movimientos de los escoltas y planos de mi casa.
P. ?De d¨®nde los sacan?
R. De aqu¨ª, del Ayuntamiento, o de la Diputaci¨®n. En la ficha aparec¨ªan todos mis datos, d¨®nde y cu¨¢ndo nac¨ª, los cargos que he ocupado, que he sido senadora, que estoy divorciada..., todo. Una biograf¨ªa bastante completa.
La ¨²ltima de su especie
A GOLPE DE FUNERAL, de tormentosos plenos municipales donde la atm¨®sfera se puede cortar con un cuchillo, de tanto transitar por el laberinto del miedo, de esquivar el peligro que acecha en cada esquina y de hacerlo con entereza, sin arrugarse moralmente ni perder la cara pol¨ªtica, esta mujer de 49 a?os se ha convertido en una referencia para aqu¨¦llos que resisten en Euskadi las paletadas cotidianas de odio y el permanente juego sucio de los discursos. Se lo ha ganado a pulso, porque Ana Urchueguia no ha hecho carrera pol¨ªtica por su habilidad a la hora de manejar los resortes de promoci¨®n interna en su partido, ni tampoco por los despliegues de seducci¨®n personal. Es una mujer de temple, una brava mujer que, seg¨²n sus amigos, esconde un coraz¨®n generoso, una inteligencia natural y un estilo directo, franco, a veces dif¨ªcilmente manejable. Entr¨® en la pol¨ªtica municipal hace 23 a?os, como edil de Hernani, antes de que Lasarte-Oria se constituyera en municipio independiente. A estas alturas es probablemente la ¨²nica pol¨ªtica vasca de la ¨¦poca que contin¨²a desempe?ando tareas de representaci¨®n. Donostiarra, criada en una familia socialista represaliada por el franquismo, madre de dos hijos adolescentes, Urchueguia empez¨® a militar en el Partido Socialista de Euskadi en el a?o 1973 de la mano de Enrique Casas, el l¨ªder guipuzcoano asesinado por los denominados Comandos Aut¨®nomos. Fue portavoz de las Juntas Generales (Parlamento provincial) de Guip¨²zcoa y senadora, antes de hacerse cargo de la alcald¨ªa de Lasarte-Oria, que preside con mayor¨ªa absoluta desde hace 17 a?os. Durante estos a?os, el t¨¢ndem Ana Urchueguia-Froil¨¢n Elespe, deshecho tr¨¢gicamente en marzo del pasado a?o, ha transformado la fisonom¨ªa de este municipio obrero de 18.000 almas, situado a seis kil¨®metros de San Sebasti¨¢n. Sobre sus castigados hombros descansa en gran medida la resistencia del PSE-EE en la zona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.