Los riesgos de la simplicidad
Hume dej¨® escrito, hace ya siglos, que en la base de la mayor¨ªa de los razonamientos falsos est¨¢ la muy humana inclinaci¨®n por la simplicidad. No est¨¢ de m¨¢s recordar esta esc¨¦ptica cautela cuando escuchamos a nuestro lehendakari proponer ideas que, de puro simples, parecen irresistiblemente verdaderas: nos referimos concretamente a la necesidad de terminar el conflicto mediante la consulta referendataria a la voluntad de la sociedad.
Ya de entrada, hay una falacia envuelta en esta propuesta desde el momento en que equipara la decisi¨®n de la sociedad, que se invoca como principio democr¨¢tico evidente, con una f¨®rmula decisoria particular, el refer¨¦ndum que se exige. Es una falacia reduccionista consistente en confundir un principio general (que la sociedad decida sobre su gobernaci¨®n) con el m¨¦todo concreto que se propone (que lo haga en una elecci¨®n ¨²nica y directa entre dos opciones). Que la sociedad vasca, como cualquier otra, es en democracia la que debe decidir sobre sus instituciones pol¨ªticas, resulta algo evidente que no necesita proclamarse. Pero que esa decisi¨®n deba adoptarse en un ¨²nico momento hist¨®rico, en una elecci¨®n binaria, simple y sin matices, en forma irreversible y definitiva, es algo muy distinto; y en la confusi¨®n de ambos t¨¦rminos reside la trampa del argumento.
De tanto intentar acabar con el conflicto se puede acabar por terminar con la libertad.
La democracia de refer¨¦ndum, con independencia de otras cr¨ªticas, es rechazable como m¨¦todo decisional de problemas complejos por ser un mecanismo de decisi¨®n de suma cero: la mayor¨ªa lo gana todo y la minor¨ªa lo pierde todo, sin posibilidad de compensaciones o concesiones (Giovanni Sartori). Lo cual supone que la satisfacci¨®n agregada de todos los participantes en la decisi¨®n no resulta incrementada m¨ªnimamente por la votaci¨®n (no es un mecanismo de suma positiva). Y, si de algo hay que huir en las t¨¦cnicas pol¨ªticas de decisi¨®n es de las situaciones de suma cero.
?C¨®mo se deciden en democracia, entonces, las cuestiones complejas? Pues no en un ¨²nico acto, sino mediante muchas votaciones parciales para instituciones que tienen asignadas ¨¢reas de temas distintos. Instituciones que despu¨¦s interact¨²an y negocian sus conflictos. Y esta es la ¨²nica forma en que las decisiones producen resultados eficientes y estables, como ha puesto de relieve recientemente el polit¨®logo Josep M. Colomer desde la teor¨ªa de la acci¨®n racional. En efecto, es la multiplicaci¨®n de elecciones en los diversos ¨¢mbitos creados por la divisi¨®n horizontal y vertical del poder (parlamentarias, presidenciales, nacionales, auton¨®micas, locales, europeas, etc.) la que permite la existencia de ganadores m¨²ltiples y, por ello, recoge la pluralidad social infinitamente mejor que la elecci¨®n binaria ¨²nica.
Aplicado a nuestro caso: en la situaci¨®n actual de gobierno dividido entre Madrid y Vitoria (con independencia de cu¨¢l pueda llegar a ser el contenido competencial de cada nivel), casi todos los votantes vascos pueden aspirar a salir vencedores en alguna elecci¨®n concreta, y de hecho casi todos ven salir victoriosa a su opci¨®n preferida en una u otra elecci¨®n. Si reduj¨¦ramos el ¨¢mbito decisional a una Euskadi independiente, despu¨¦s de un hipot¨¦tico refer¨¦ndum victorioso para los partidarios de la secesi¨®n, s¨®lo los nacionalistas podr¨ªan vencer. Una gran parte de los votantes quedar¨ªa condenada a ser perdedora permanente. Con lo que saldr¨ªa perjudicada la eficiencia y la estabilidad del sistema pol¨ªtico, dado que la satisfacci¨®n agregada de los ciudadanos ser¨ªa muy inferior a la actual.
As¨ª las cosas, la propuesta referendataria, que se autojustificaba en la b¨²squeda de la satisfacci¨®n de la sociedad, conduce parad¨®jicamente a disminuir el volumen agregado de satisfacci¨®n en esa sociedad. Y ello sucede, precisamente, por la simplicidad del razonamiento.
Pero es que hay m¨¢s: la complejidad no solamente se justifica por el grado superior de utilidad que genera, sino tambi¨¦n como significativo baluarte defensivo de la pluralidad y la libertad. En efecto, el ideal simplificador del nacionalismo vasco se centra en lograr una ¨²nica instancia de poder para Euskal Herria, acabando con la dualidad actual en la que tanto Madrid como Vitoria comparten conflictivamente la gobernaci¨®n. Pues bien, tal simplificaci¨®n constituye una amenaza para la causa de la libertad, por la sencilla raz¨®n de que concentrar¨ªa el poder en un ¨²nico polo.
La cautela liberal ante el poder p¨²blico exige fragmentarlo y equilibrarlo en diversas esferas. En este punto, viene inmediatamente a la mente la cl¨¢sica divisi¨®n horizontal de poderes de Montesquieu como f¨®rmula para 'arr¨ºter le pouvoir'. Olvidamos, sin embargo, que los padres del federalismo americano a?adieron a esta cautela otra m¨¢s, la propia de los sistemas federales: la divisi¨®n vertical en competencias federales y estatales, que es la que ahora nos interesa. La situaci¨®n actual de divisi¨®n de competencias entre Madrid y Vitoria, por conflictiva que resulte, es una garant¨ªa para los derechos de los ciudadanos (de todos los ciudadanos), pues cada uno de esos polos contrapesa y frena al otro. Si Arzalluz se complace en imaginar que Aznar le fusilar¨ªa de tener poder para hacerlo, los no nacionalistas estamos seguros de que ¨¦l nos orillar¨ªa de la vida social de no ser porque la existencia de Madrid se lo impide. Pl¨¢stica imagen (por mucho que sea caricaturesca) que demuestra mejor que mil argumentos c¨®mo la complejidad actual de poderes compartidos es infinitamente m¨¢s garantista de los derechos de las personas (de todas las personas) que la simplificaci¨®n unitaria, sea la centralizadora o la independentista.
En definitiva, que la simplificaci¨®n argumentativa del lehendakari, por simp¨¢tica y populista que resulte, nos lleva en derechura a terrenos m¨¢s que arriesgados. Pues de tanto intentar terminar con el conflicto puede acabar por terminar con la libertad.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Soroa es abogado.
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