El inc¨®modo PNV
El PNV est¨¢ resultando tremendamente inc¨®modo para todos los actores pol¨ªticos, incluso para aquellos que cuentan o querr¨ªan contar con su amistad. En Catalu?a, tenemos ejemplos de ello tanto en el espacio nacionalista como en el socialista.
En principio, CiU y PNV est¨¢n unidos por esta pasi¨®n may¨²scula que es el nacionalismo. Pero en una forma concreta del nacionalismo: el nacionalismo sin Estado que pugna con el nacionalismo estatal espa?ol para hacerse el hueco institucional al que cree tener derecho fundamental. CiU y PNV se reconocen mutuamente idiosincrasias diferenciadas. Las concepciones estrat¨¦gicas que unos y otros gestionan son sustancialmente distintas: para el PNV la autodeterminaci¨®n es a la vez el horizonte y el fantasma que se agita cuando se quiere forzar la m¨¢quina y la ruptura es la amenaza latente en todos sus movimientos; para CiU el posibilismo es su raz¨®n de ser y la autodeterminaci¨®n un ideal que ha permanecido siempre celosamente cerrado en el armario, porque por encima de todo los nacionalistas catalanes aspiran a la gobernabilidad, ya sea en Catalu?a o en Espa?a.
Las pasadas semanas han ofrecido un compendio de lo que son las relaciones PNV-CiU. El apoyo de los nacionalistas catalanes a la Ley de Partidos sent¨® fatal a los nacionalistas vascos. Era una cuesti¨®n clave para ellos, uno de los ¨®rdagos entre Gobierno y PNV tan habituales desde la mayor¨ªa absoluta de Aznar. El encontronazo con el PNV caus¨® temblores en el conjunto de Converg¨¨ncia. En el partido de Pujol no todos estaban de acuerdo con distanciarse de los nacionalistas vascos, del mismo modo que no hab¨ªa precisamente unanimidad en torno a la Ley de Partidos. Tuvo que ser la autoridad de Pujol la que calmara, una vez m¨¢s, la rebeli¨®n de las bases. Artur Mas dio la raz¨®n al PNV e incluso se plante¨® rescatar la oportunamente olvidada Declaraci¨®n de Barcelona (una federaci¨®n de nacionalismos perif¨¦ricos). Xavier Trias y Duran Lleida reclamaban prudencia: no es una radicalizaci¨®n nacionalista lo que la sociedad catalana espera de CiU.
Si el PNV es dif¨ªcil para la familia, m¨¢s lo es para los que s¨®lo querr¨ªan ser unos amigos respetados. De Rodr¨ªguez Ibarra a Maragall, de Felipe Gonz¨¢lez a Zapatero, hay en el universo socialista casi toda la gama de sensibilidades posibles respecto al PNV. El margen de maniobra de Zapatero, como l¨ªder de uno de los grandes partidos espa?oles, es limitado porque el nacionalismo espa?ol impone. Maragall, desde la periferia, se permite llevar m¨¢s lejos la comprensi¨®n con los nacionalistas vascos. Zapatero sac¨® una conclusi¨®n de las ¨²ltimas elecciones vascas: la gran movilizaci¨®n del electorado del PP y el PSOE que se produjo entonces es probablemente irrepetible. Si, a pesar de ello, no se pudo ganar, dif¨ªcilmente aquella estrategia se podr¨¢ reproducir con ¨¦xito en unas elecciones futuras. Con lo cual, hay que tratar de construir puentes hacia el PNV. Este an¨¢lisis choca, sin embargo, con dos obst¨¢culos que se retroalimentan: las exigencias del nacionalismo espa?ol h¨¢bilmente amplificadas por el PP y la estrategia de decantamiento hacia Estella que el PNV reemprendi¨® una vez consolidada su victoria. La escasa sensibilidad del nacionalismo vasco con las v¨ªctimas, los concejales socialistas, por ejemplo, hace que ni siquiera por la v¨ªa de la relaci¨®n entre personas sea f¨¢cil crear puntos de encuentro.
En este panorama, la tradicional aversi¨®n al PP que reina en Catalu?a y que es probablemente todav¨ªa el punto com¨²n de la transversalidad socioconvergente, a pesar del crecimiento e influencia del sector de negocios CiU-PP, hace que el debate a menudo se decante en Catalu?a a favor del PNV, de modo dif¨ªcil de entender en el resto de Espa?a.
Pero, sin duda, el PP ha utilizado la pol¨ªtica antiterrorista en el marco de una renacionalizaci¨®n de Espa?a. Cabe, sin embargo, plantear algunas cuestiones: ?Creen honestamente los dem¨¢s partidos que ellos no utilizan ni han utilizado nunca la pol¨ªtica antiterrorista en beneficio de su propia estrategia? ?Por qu¨¦ Mas defiende al PNV? ?S¨®lo por amistad? ?Por qu¨¦ Zapatero propone el pacto antiterrorista? ?S¨®lo por virtud? ?Por qu¨¦ Maragall juega a la equidistancia? ?S¨®lo por bondad? Me emociona pensar que podemos tener una clase pol¨ªtica tan elevada en virtudes.
Si el PP usa la estrategia antiterrorista intencionadamente, ?qu¨¦ hace el PNV? Exactamente lo mismo con una agravante: juega con una ambig¨¹edad estrat¨¦gica respecto a ETA y Batasuna. Y ¨¦ste es el problema. El problema, por lo menos para m¨ª, no es que el PNV quiera la independencia. El problema es que no acepte que hay una prioridad absoluta antes de afrontar cualquier programa de m¨¢ximos: restablecer la democracia en el Pa¨ªs Vasco. Porque en este momento no se dan all¨ª las condiciones elementales para el ejercicio de la democracia, en la medida en que los candidatos de un amplio espectro viven bajo la amenaza y el chantaje permanente. El primer responsable de ello es el Gobierno vasco, que tiene la obligaci¨®n de garantizar las reglas del juego. Por eso a m¨ª me parece de un ventajismo vergonzoso que, en la cr¨ªtica situaci¨®n de Euskadi, Ibarretxe cometa la frivolidad de hacer un ¨®rdago institucional que sabe que no podr¨¢ cumplir y de deslegitimar un marco jur¨ªdico que es el que hay y, por tanto, es el que se debe restablecer antes de pasar a otros niveles. El PNV tendr¨¢ toda la raz¨®n pol¨ªtica y moral si alguien le impide avanzar democr¨¢ticamente en su programa de m¨¢ximos una vez derrotada ETA. Hasta que esto ocurra, dar prioridad absoluta a la restauraci¨®n de las libertades me parece irresponsable.
Cuando desde una pretensi¨®n de equidistancia que se autoadjudica la superioridad moral se condena la manipulaci¨®n del PP y se muestra comprensi¨®n con el ventajismo del PNV, ?qu¨¦ se esta pidiendo? Cuando Gobierno y PNV ten¨ªan buenas relaciones, el resultado fue de tranquilidad institucional en medio de un terrorismo que produc¨ªa lo que un ilustre personaje de la derecha describi¨® 'como un n¨²mero de asesinatos soportables al a?o, que es el precio que hay que pagar para que el Pa¨ªs Vasco no se vaya'. ?Es ¨¦ste el entendimiento que a?oran los que, en esta materia, ven la paja en el ojo del PP y no ven la viga en el ojo del PNV? Hay una br¨²jula muy ¨²til para orientarse en las situaciones delicadas: preguntarse d¨®nde est¨¢n las v¨ªctimas.
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