La receta del desastre
El autor considera un grave error que EE UU quiera deshacerse de Arafat y lo atribuye a la presi¨®n pol¨ªtica de Israel.
Como observador internacional en las elecciones palestinas de 1996 llegu¨¦ a ser consciente de los peligros que tiene el naciente r¨¦gimen de Yasir Arafat para la democracia palestina. Mi equipo de observadores se reuni¨® con algunos de los asesores y jefes de seguridad m¨¢s cercanos a Arafat, as¨ª como con palestinos disidentes dedicados a la pol¨ªtica, el periodismo y la defensa de los derechos humanos.
Estaba claro que los miembros de la OLP que volvieron del exilio con Arafat hab¨ªan desbancado a los l¨ªderes ind¨ªgenas surgidos durante d¨¦cadas de ocupaci¨®n. Algunos de nosotros alertamos de que en las ciudades estaban creando feudos que ser¨ªan una fuente de corrupci¨®n y de que estaban estableciendo un laberinto de servicios de seguridad que no rend¨ªan cuentas m¨¢s que ante Arafat, lo que inevitablemente desembocar¨ªa en un sistema de justicia arbitrario y autoritario. A pesar del hecho de que Arafat gan¨® claramente la votaci¨®n popular, vimos suficientes pruebas de manipulaci¨®n de papeletas, especialmente en Gaza, como para temer que la Autoridad Palestina estaba siguiendo el camino equivocado. Lo que m¨¢s tem¨ªamos es que este acto fundacional de la naci¨®n palestina sucumbiera a los mismos impulsos antidemocr¨¢ticos que echan a perder tantos reg¨ªmenes ¨¢rabes. Insistimos en que esta incipiente estructura de autoritarismo era una cuesti¨®n m¨¢s importante que cu¨¢l ser¨ªa la persona que ganara las elecciones.
Esperamos una estrategia distinta de las t¨¢cticas autodestructivas de los atentados suicidas
En aquel momento, los principales actores estadounidenses y occidentales no quisieron prestar mucha atenci¨®n a estas advertencias. Para Estados Unidos e Israel, Arafat era su hombre. Era el hombre que iba a vender los acuerdos de Oslo al pueblo palestino y a administrar el 'proceso de paz' dentro de los par¨¢metros establecidos por Israel y Estados Unidos. Para demostrar lo poco que les importaba a los estadounidenses la 'democracia' para los palestinos, se envi¨® al vicepresidente, Al Gore, para persuadir a Arafat de que mantuviera tribunales secretos de seguridad del Estado para juzgar a 'terroristas' detenidos.
No es necesario sermonear a los ¨¢rabes y palestinos progresistas sobre las tendencias antidemocr¨¢ticas y corruptas de Arafat, que eran lo bastante buenas para los estadounidenses siempre y cuando favorecieran a los israel¨ªes. Muchos de nosotros, para los que la causa palestina ha sido un compromiso de por vida, pensamos que ya es hora de que Arafat asuma su papel simb¨®lico como padre de la naci¨®n, en l¨ªnea con su papel hist¨®rico, dejando las tareas de gobierno en manos de l¨ªderes m¨¢s j¨®venes y competentes. Esperamos fervientemente que las elecciones democr¨¢ticas traigan unos l¨ªderes mejores y unos pol¨ªticos m¨¢s honrados y responsables para el pueblo palestino.
Un aspecto del liderazgo reformado incluir¨¢ ciertamente una estrategia m¨¢s eficaz de resistencia a la ocupaci¨®n, que ser¨ªa a¨²n m¨¢s molesta para Israel. Esperamos una estrategia distinta que se aleje de las terribles t¨¢cticas autodestructivas de los ataques suicidas y que deje de seguir arrastr¨¢ndose tras el poder estadounidense. De hecho, no hay nada que demuestre m¨¢s el fracaso de Arafat que su intento de ganarse respeto alabando el discurso de Bush.
?Hay alguien que crea que los israel¨ªes encontrar¨¢n a un l¨ªder palestino m¨¢s complaciente? ?Hay alguien que crea que aceptar¨¢n a un l¨ªder palestino que plante cara a la ocupaci¨®n israel¨ª y las presiones estadounidenses, con independencia de lo honesto que sea o de lo democr¨¢ticamente que haya sido elegido, un l¨ªder que supondr¨ªa una amenaza a¨²n mayor dado que claramente representar¨ªa la voluntad popular?
Lo cierto es que no se est¨¢n deshaciendo de Arafat por sus desventajas 'poco democr¨¢ticas', sino porque el Gobierno israel¨ª ha cambiado de opini¨®n. Israel, ahora dirigido por el Likud y Sharon, un partido y un hombre que siempre se han opuesto a Oslo o a cualquier 'proceso de paz' que pueda socavar la ocupaci¨®n y el avance de la colonizaci¨®n de tierras palestinas, ha decidido que Arafat y la Autoridad Palestina deben irse. Sharon ha decidido que s¨®lo hablar¨¢ con un l¨ªder m¨¢s colaboracionista que Arafat, una persona que no existe. Por eso, las negociaciones serias se posponen para siempre. Y lamentablemente, aunque no sorprendentemente, como Israel ha cambiado de opini¨®n, Estados Unidos le ha seguido la corriente, dici¨¦ndole b¨¢sicamente a Arafat y a su equipo de seguridad, que hab¨ªan desarrollado una estrecha colaboraci¨®n profesional e incluso personal con los servicios secretos estadounidenses: 'No importa. Ahora tiene que irse...'.
Dej¨¦monos de rodeos. Soy amigo de Estados Unidos. He crecido en muchos sentidos gracias al contacto con esta admirable naci¨®n y he llegado a conocer y a respetar a su gente. Me entristece profundamente ver al presidente de Estados Unidos pronunciar un discurso que, seg¨²n el comentario un¨¢nime de los analistas israel¨ªes, podr¨ªa haber sido escrito por Sharon o por el comit¨¦ central del Likud, y me hace temer por el futuro inmediato de Oriente Pr¨®ximo y del mundo.
Es un error que los pa¨ªses ¨¢rabes se centren en este o aquel elemento positivo para dar una lectura favorable a su discurso. Este discurso resume la lamentable tendencia del Gobierno de Bush a reducirlo todo a una cuesti¨®n de 'terrorismo' y a aceptar sin cr¨ªticas el paradigma israel¨ª m¨¢s radical de extrema derecha. Una vez m¨¢s lo centra todo en la seguridad de Israel, ignorando la injusticia esencial de la ocupaci¨®n. Secunda la falsa idea de que atacar a la Autoridad Palestina servir¨¢ para solucionar cualquiera de los dos problemas. Vuelve a secundar la infinita dilaci¨®n israel¨ª; en pocas palabras, otro Oslo, cuando no queda tiempo para maniobras de este tipo. En general, es la receta del desastre.
El pr¨ªncipe Moulay Hicham fue observador en las elecciones palestinas de 1996 y es primo hermano del rey de Marruecos.
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