Memorialistas
La frontera entre la realidad y la ficci¨®n no s¨®lo est¨¢ por definir sino que, adem¨¢s, no existe. Sin ir m¨¢s lejos, el ser humano est¨¢ hecho a partes de iguales de memoria y de invenci¨®n. Eso lo saben -o conviene que lo sepan de una vez- quienes dedican su vida a la escritura. ?Qu¨¦ otra cosa es el novelista, el narrador o el reportero que escribe a diario sobre historias reales o fingidas sino un explorador de su propia memoria? Y hay que verlo as¨ª, pero con algunos matices. Por ejemplo, el escritor que cree haber encontrado una trama interesante para su pr¨®ximo relato debe saber que no le es tan ajena como supone, ni siquiera los personajes que cree haber sacado de la nada lo son. La literatura, como la cr¨®nica escrita, es siempre una confesi¨®n personal, un discurso en el que se inventa mucho menos de lo que uno cree. M¨¢s que de imaginaci¨®n se debe hablar de rememoraci¨®n inconsciente. Pero tambi¨¦n se da el fen¨®meno contrario, esto es, cuando queremos indagar en la memoria para rescatar alg¨²n recuerdo, lo que hacemos es inventar una realidad, sustraer del pasado una copia falsificada de esos sucesos, lugares o sensaciones que almacenamos un d¨ªa convencidos de que quedaban a salvo de toda corrosi¨®n. Pero la memoria magnifica, miente y deforma a su antojo y tiende a paliar las regiones del olvido con el b¨¢lsamo de la ficci¨®n. En resumen, que la memoria se confunde con la f¨¢bula y que la imaginaci¨®n se sirve constante y mec¨¢nicamente del recuerdo personal y del olvido para generar historias nuevas.
Cuando un escritor afirma que se dedica a la creaci¨®n pura se enga?a a s¨ª mismo. El inconsciente es quien manda. No es de extra?ar que durante el proceso creativo le asalte repentinamente la emoci¨®n, ya que ¨¦sta se produce cuando afloran sensaciones e im¨¢genes que proceden del interior de uno, de ese yacimiento de recuerdos olvidados. En la novela, en el ensayo y hasta en columnas como ¨¦sta no hay m¨¢s instrumentos de precisi¨®n que la experiencia y la f¨¢bula, el recuerdo y la ficci¨®n, la memoria y el deseo, la realidad y la voluntad de reconstruir lo que olvido ha devastado. Nos creemos memorialistas y, en realidad, somos simples fabuladores, vendedores de cuentos.
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