Otros can¨ªbales

Pocas veces el relato que da t¨ªtulo a una antolog¨ªa tiene tanta importancia como en este volumen de ficciones con el que Iban Zaldua (San Sebasti¨¢n, 1966) parece dispuesto a desenmascarar la inconsecuencia de los mundos cerrados -especialmente el acad¨¦mico, pero tambi¨¦n los ideol¨®gicos y tribales- frente a los rituales de lo cotidiano. Una sutil estructura trinitaria opone el mito de las islas a los infiernos de los especialistas y al horror vacui de una vida diaria en la que asesinos, vampiros, estad¨ªsticos y editores acechan bajo la cama o a la vuelta de cualquier experimento m¨¢s o menos cient¨ªfico. Heredero de un aplomo propio del Max Aub m¨¢s transgresor, Zaldua utiliza La isla de los antrop¨®logos como epicentro de una parodia cr¨ªtica que convoca a todos los fantasmas del mundo blanco (desde los profesionales del D¨ªa de Difuntos hasta los aficionados a las conservas humanas en formol, pasando por investigadores de todo jaez) y arranca carcajadas contando cosas que vistas de otro modo no tendr¨ªan ninguna gracia.

La eficaz diluci¨®n de esas dram¨¢ticas verdades en la fantas¨ªa literaria no impide al autor dejar constancia del contexto hist¨®rico en que se dirimen los asuntos relatados: cr¨ªmenes, venganzas, traiciones, conspiraciones. En cuentos como Yo, ministro de, La cama o Un hombre para SECTRA se indaga con espeluznante detalle en las fracturas ocasionadas por el canibalismo pol¨ªtico en la sociedad espa?ola actual, algo muy digno de m¨¦rito. Zaldua maneja, adem¨¢s, un espa?ol manuelino y preciso como pocos escritores al sur del r¨ªo Pecos -por utilizar uno de los referentes geogr¨¢ficos y sentimentales que configuran su divertid¨ªsima cartograf¨ªa narrativa-, dotado de un instinto cr¨ªtico y c¨ªtrico como Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, l¨ªrico y l¨²dico como Manuel Julve, y ¨¦pico y ¨¦tico como Manuel Talens.

En cierto modo -precisamente el ¨²nico tolerable trat¨¢ndose de una creaci¨®n radical, lib¨¦rrima- La isla de los antrop¨®logos es un libro perfecto porque lo tiene todo: argumentos s¨®lidos, un estilo excelso, un humor inteligente, una interpretaci¨®n optimista de la existencia que no excluye la dimensi¨®n espiritual de los personajes y hasta una leve (y hasta discutible) incongruencia sint¨¢ctica (en la p¨¢gina 108) para solaz de quisquillosos.

En todo caso, este libro es obra de alguien que disfruta mucho escribiendo, la ¨²nica manera de conseguir que el lector sienta un placer y una intensidad comparables.