Causa y efecto
El Mediterr¨¢neo, v¨ªa sociedades m¨¢s que por el agua, es un superconductor en materia de conflictos y sensibilidades. Por eso, cuando ¨¦stos se dan simult¨¢neamente en ambos extremos de esta cuenca, la situaci¨®n se vuelve m¨¢s que doblemente preocupante. Naturalmente, el conflicto entre palestinos e israel¨ªes es mucho m¨¢s da?ino y mort¨ªfero para sus protagonistas y con mayor capacidad de contaminaci¨®n que la disputa por el islote Perejil. En aquel extremo, por otra parte, los islamistas, moderados, parecen recuperar terreno en una Turqu¨ªa confusa. Cuando el 11-S y sus derivadas han supuesto la escenificaci¨®n de la tensi¨®n entre el islamismo radical y Occidente, lo ¨²ltimo que quer¨ªan en este momento EE UU y Europa es un problema en el Mediterr¨¢neo occidental que, adem¨¢s, pueda dar impulso a los islamistas en Marruecos. Por ello desde Washington y otros lugares se han hecho esfuerzos para desactivar este problema que nunca deb¨ªa haberse generado.
Incluso con una salida razonable y pactada, lo ocurrido el 11 y el 17 de julio, sea causa o efecto, le ha dado alas a los militares y los servicios secretos, que Hassan II hab¨ªa mantenido a raya, pero que con Mohamed VI han recuperado poder. El servicio m¨¢s poderoso, la DST, ha pasado con el joven rey a depender directamente de palacio, lo que lleva a la inversa: a que influya en palacio. En el horizonte de las elecciones parlamentarias previstas para septiembre, lo ocurrido tambi¨¦n acelera la p¨¦rdida de peso, notada por los militares, de Yusufi y de los partidos laicos en beneficio de las organizaciones, oficiales o no, islamistas que intentan suplir con sus acciones de beneficiencia lo que el Estado no consigue aportar, pese a que a este monarca se le recibiera como el rey de los pobres.
Hasta ahora Marruecos se hab¨ªa presentado con el pa¨ªs ¨¢rabe m¨¢s moderado, dique de contenci¨®n del islamismo, y con Hassan II hab¨ªa tenido un papel importante en la trastienda del proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo. Tras el 11-S, Mohamed VI se situ¨® plenamente de parte de EE UU, con un coste en su popularidad. Bush lleg¨® a anunciar en abril un acuerdo bilateral de libre comercio entre EE UU y Marruecos m¨¢s simb¨®lico que real, y que indica algunas prioridades de esa Administraci¨®n hacia pa¨ªses medianos pero importantes del mundo isl¨¢mico. Y Marruecos anunci¨® recientemente la detenci¨®n de una c¨¦lula de Al Qaeda que, seg¨²n la versi¨®n marroqu¨ª, se dispon¨ªa a lanzar ataques suicidas contra buques de la OTAN en el Estrecho, tras preparar sus planes en Ceuta y Melilla.
La pol¨ªtica sensata espa?ola hubiera sido volcarse en ayuda del rey, y de la transici¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica, a pesar de los contenciosos. Sin minusvalorar la parte de responsabilidad de Marruecos en el deterioro de estas relaciones, desde Espa?a se han dejado que ¨¦stas se pudran, incluso qued¨¢ndose Espa?a pr¨¢cticamente sola, con Rusia, en el Grupo de Amigos del Secretario General para el S¨¢hara Occidental. Los dem¨¢s, EE UU, Reino Unido y Francia ya han virado en su apoyo al nuevo Plan Marco que m¨¢s que independencia apunta a una autonom¨ªa. Las recientes maniobras militares en Alhucemas fueron vividas como una provocaci¨®n por Marruecos, y -se haya cursado o no oficialmente invitaci¨®n- la ausencia de la familia real espa?ola en la celebraci¨®n de la boda de Mohamed VI ha resquebrajado un importante v¨ªnculo institucional.
Esto no es 'apaciguamiento' (palabra que usa ahora Francia, en una posici¨®n equidistante entre Espa?a y Marruecos). Lo de Perejil, sobre cuya titularidad espa?ola hay m¨¢s que dudas, no era Hitler en M¨²nich, ni siquiera las Malvinas, pero s¨ª una situaci¨®n peligrosa, en un momento delicado en el mundo y en particular en el Mediterr¨¢neo. Los intereses primordiales de Espa?a no est¨¢n en Perejil, sino en lo que ocurre dentro de Marruecos y deben guiarse por el inteligente aviso que brind¨® Montesquieu siglos atr¨¢s: 'El Estado que cree aumentar su potencia por medio de la ruina del vecino, normalmente se debilita con ¨¦l'. Con lo ocurrido, Espa?a no s¨®lo ha podido perder capacidad de interlocuci¨®n en el mundo ¨¢rabe -salvo con la Argelia del poco fiable Buteflika, privilegiado por Aznar-, en unos momentos en que estos v¨ªnculos son importantes al redoblar los esfuerzos de europeos y ¨¢rabes para buscar una salida a Oriente Pr¨®ximo, sino contribuir a desestabilizar Marruecos y conformar un pa¨ªs vecino m¨¢s contrario a los intereses espa?oles. Es urgente rectificar esta comedia de errores antes de que degenere en una drama. Es rebobinar, y volver a avanzar.
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