Fuego fatuo
EL ESTADO de la naci¨®n presenta un aspecto preocupante: hay sobredosis de nacionalismo en escena, y no s¨®lo vasco. Tambi¨¦n espa?ol, como se desprende de la imprudente -pero nada inocente- Operaci¨®n Perejil. El problema de los nacionalismos es que como sus verdades son eternas, tienen mucha tendencia a crear problemas innecesarios y a exacerbar los existentes. De pronto, nos encontramos con tres autodeterminaciones sobre la mesa: la de Gibraltar, la del Pa¨ªs Vasco y, en la rec¨¢mara, la de Ceuta y Melilla. No se puede mover ficha en un sitio (Gibraltar, por ejemplo) sin pensar en las repercusiones en otros puntos del tablero.
La tendencia a negar la realidad, a menudo para sustituirla por metaf¨ªsicas interpretaciones de la historia, sigue vigente en el Pa¨ªs Vasco. Los actores pol¨ªticos -desde sus nacionalismos- parecen cada vez m¨¢s ensimismados en sus relatos, en sus neurosis y en sus certezas. Y, sin embargo, la foto de la sociedad nunca es definitiva, y los problemas se metamorfosean, aunque sea de un modo muy lento en una situaci¨®n tan cristalizada.
El PP no puede comportarse como si las elecciones vascas del a?o pasado no hubieran existido. PP y PSOE consiguieron una gran movilizaci¨®n, con toda probabilidad irrepetible, que les llev¨® a las puertas de un cambio que muchos consider¨¢bamos deseable. Se quedaron a 25.000 votos del objetivo. Y con un ¨ªndice de participaci¨®n tan alto que hace pensar que las reservas se agotaron a uno y otro lado. Gan¨® el PNV, y ¨¦ste dato no puede obviarse.
El PNV no puede negar la realidad de que el Pa¨ªs Vasco vive en una situaci¨®n predemocr¨¢tica en la que no se dan las condiciones elementales para el ejercicio de las libertades. Una realidad que no le permite poner perfil de v¨ªctima, porque ni es cre¨ªble ni es moralmente aceptable. Un partido centenario comprometido con la democracia, como explic¨® Anasagasti, no puede esconder esta evidencia. Su primer compromiso debe ser restaurar las libertades.
El Pa¨ªs Vasco va bien econ¨®micamente, a pesar de la OPA cruenta de los peones de Aznar sobre el sector financiero. Es curioso que el PP, tan beligerante en otros temas, nunca haya puesto barreras a la renovaci¨®n del concierto vasco. Pero este bienestar econ¨®mico no puede ser la coartada para esconder lo dem¨¢s. E Ibarretxe tiene una abusiva tendencia a utilizarla. La econom¨ªa y las grandes abstracciones semi¨¦ticas son los refugios para su fracaso en la normalizaci¨®n democr¨¢tica.
La acci¨®n policial y judicial est¨¢ siendo muy eficaz. Los comandos de ETA est¨¢n viendo c¨®mo su recorrido se reduce espectacularmente. El entorno de ETA est¨¢ sufriendo una eficaz presi¨®n judicial. ETA est¨¢ enormemente debilitada policial y pol¨ªticamente.
?sta es la situaci¨®n un a?o despu¨¦s de las elecciones. ?Por qu¨¦ no quieren reconocerla los actores pol¨ªticos? El PNV tiene la oportunidad de contribuir a dar el ¨²ltimo empuj¨®n al terrorismo. Y, sin embargo, amenaza con su programa de m¨¢ximos. Al tiempo que aboga por la impunidad de Batasuna. No es la independencia el problema, porque es tan defendible como cualquier otra opci¨®n siempre y cuando los procedimientos y los contenidos sean democr¨¢ticos. Ni lo es siquiera la defensa de la legalidad de Batasuna, porque, ciertamente, las responsabilidades colectivas son fuente de arbitrariedad. El problema es que el PNV no quiere reconocer su posici¨®n ventajista, no quiere asumir que mientras haya gente amenazada y atemorizada, mientras los distintos partidos no gocen de las mismas libertades, es inaceptable plantear cualquiera de los objetivos program¨¢ticos que pretenden superar el marco constitucional. Restaurar la democracia empieza por el respeto a la legalidad vigente. Dif¨ªcilmente puede restaurarla quien la deslegitima.
El ¨®rdago del PNV -una amenaza que sabe que no puede cumplir- ha sido de una ligereza insoportable en una situaci¨®n tan delicada. Resultaba pat¨¦tico que Anasagasti, una semana m¨¢s tarde, cambiara los t¨¦rminos de la apuesta y ofreciera otro plazo: esta vez de tres meses y para crear un tiempo de distensi¨®n. ?En qu¨¦ quedamos?
La declaraci¨®n pactada por el PP y el PSOE en el Congreso introduce una conminaci¨®n al Ejecutivo para el di¨¢logo con el Gobierno de Vitoria que podr¨ªa ser una v¨ªa para una apertura del pacto de las libertades. Precisamente porque ETA est¨¢ muy acabada, deber¨ªan sentarse todos los partidos democr¨¢ticos para restablecer las reglas del juego y ordenar el paso al futuro. Para ello, el PNV debe asumir que la derrota de ETA no s¨®lo es posible, sino tambi¨¦n deseable. Aunque quiz¨¢ el fuego fatuo de los nacionalismos est¨¢ demasiado encendido para que todo esto sea algo m¨¢s que buenos deseos.
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