Ni perejil, ni garita met¨¢lica
'Todav¨ªa lo estoy buscando'. El comandante del destacamento espa?ol que ha ocupado desde el mi¨¦rcoles el islote no hall¨® ni rastro de la planta que le da nombre. Tampoco de las cabras que hasta el 11 de julio eran sus ¨²nicos habitantes. S¨®lo alacranes y gaviotas.
El pe?¨®n es tan inh¨®spito que la principal ocupaci¨®n del m¨¦dico ha sido curar los pies da?ados por rocas cortantes como cantos. Sus pacientes han sido 60 legionarios del Tercio de Ceuta y 10 militares de Sanidad y Transmisiones.
Entre ellos, dos mujeres: una sargento de San Roque y una soldado de Puertollano. Tambi¨¦n un legionario de color y otro musulm¨¢n, ambos de nacionalidad espa?ola. Ten¨ªan la cara embadurnada con pintura de camuflaje y las divisas y nombres tapados, para que los marroqu¨ªes que les observaban y los fot¨®grafos que les acribillaban con sus teleobjetivos no supieran su graduaci¨®n o identidad.
Todos dorm¨ªan en la cima del promontorio, en una fortificaci¨®n circular construida con piedras amontonadas y cubierta por un toldo mimetizado. En sacos sobre el suelo.
Abajo, en la zona m¨¢s resguardada del viento, sigue la tienda de campa?a de los marroqu¨ªes. Es de lona, no met¨¢lica como se dijo para justificar la intervenci¨®n espa?ola, ya que Marruecos estaba instalando un puesto permanente. En todas las guerras, la primera v¨ªctima es la verdad. Y ¨¦sa es la mentirijilla de este conflicto.
'No nos quitamos el casco ni para hacer nuestras necesidades', comentaba un soldado. Ten¨ªan prohibido hacer fuego y hasta ayer no comieron caliente. Tampoco pod¨ªan encender luces y de noche s¨®lo les iluminaba la luna.
Sab¨ªan que estaban a tiro desde la costa, aunque los ¨²nicos ataques hayan sido piedras que resonaban como disparos al golpear el agua. Estaban dispuestos a aguantar todo lo necesario, pero tampoco parec¨ªan tristes de marcharse.
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