Desinformaci¨®n en la era de la informaci¨®n
Estamos asistiendo a un acontecimiento sin precedentes auspiciado por el r¨¢pido crecimiento de las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n: una producci¨®n exhaustiva de datos que apenas da tiempo a digerir y, lo que es peor, la interpretaci¨®n y el uso indiscriminado de los mismos por parte de quienes transmiten la informaci¨®n.
A mi modo de ver, tanto los divulgadores como los creadores de opini¨®n tienen ante todo el deber de informar correctamente o, como m¨ªnimo, confundir lo menos posible a los receptores. Concretemos.
Cuando desde distintos organismos se nos presentan cifras diferentes para un mismo dato, por ejemplo, Porcentaje de usuarios de Internet en la Comunidad Valenciana (en el Estudio General de Medios -EGM- es 20,9% para abril-mayo de 2002 y en el InfoBar¨®metro Social de la Comunidad Valenciana-Cevalsi es 23,7% para diciembre de 2001), los medios de comunicaci¨®n y cualquier ciudadano que lea ambas cifras se plantear¨¢n cu¨¢l es la m¨¢s fiable, sobre todo si tenemos en cuenta que una representa una tendencia a la baja que sit¨²a a la Comunidad Valenciana por debajo de la media estatal, y otra apunta una subida que supera el promedio del conjunto de Espa?a. Ante esta situaci¨®n, ?qu¨¦ hacer?; a vuela pluma apuntar¨¦ algunos criterios a tener en cuenta:
Leer detenidamente las metodolog¨ªas de los estudios que se quieren comparar y decidir si la comparaci¨®n es oportuna o no, tarea que se hace especialmente dif¨ªcil cuando aquellas no aparecen por ning¨²n lado. En el ejemplo arriba mencionado, podemos acceder sin ning¨²n problema a la metodolog¨ªa utilizada en el InfoBar¨®metro Cevalsi, porque aparece detallada de modo riguroso en la primera parte de la publicaci¨®n (Diciembre de 2001) pero siento no poder decir lo mismo del EGM. Por desgracia este problema suele ser bastante habitual.
Otro criterio clave a tener en cuenta es el dise?o de la muestra: por ejemplo, no es lo mismo elegir aleatoriamente individuos de m¨¢s de 12 a?os sin ning¨²n otro criterio de clasificaci¨®n (o por lo menos no se apunta), que establecer proporciones por tama?o de h¨¢bitat, sexo, edad, etc. En el segundo caso los datos que de la muestra se extraigan estar¨¢n m¨¢s ajustados a la realidad del universo de estudio. O comparar el grado de conectividad a Internet en las empresas de dos informes que han trabajado con universos de referencia diferentes, por ejemplo, uno contempla 'empresas con m¨¢s de 10 trabajadores'; comparaci¨®n del todo inoportuna pues a este ¨²ltimo universo que ha expulsado de su seno a todas las microempresas se le puede presuponer un nivel tecnol¨®gico claramente superior.
Tambi¨¦n es preciso poner mucha atenci¨®n en las fechas, ya que, trat¨¢ndose de fen¨®menos sometidos a cambios acelerados, diferencias de meses pueden alterar sustancialmente los resultados, sobre todo en la fase de despegue tecnol¨®gico en la que nos encontramos; en el caso que nos ocupa, fechas recientes deber¨ªan ofrecer porcentajes m¨¢s elevados y sin embargo parece producirse un desaf¨ªo al cambio tecnol¨®gico invirti¨¦ndose la relaci¨®n. Si cada vez hay m¨¢s puntos de conexi¨®n a Internet, tanto en hogares, como en los lugares de trabajo o en las instituciones (universidad, institutos, etc.), ?qu¨¦ m¨¢gico sortilegio produce un descenso de usuarios? (ver el informe audiencia de Internet de abril/mayo de 2002 del EGM).
Por ¨²ltimo, antes de comparar indicadores, es necesario leer c¨®mo est¨¢n formuladas las preguntas que dan lugar a dichos indicadores: no es lo mismo '?Se ha conectado a Internet en el ¨²ltimo mes?' que '?Es Vd. usuario de Internet?'; en ambos casos se est¨¢ traduciendo el resultado como Usuarios de Internet. El lenguaje tambi¨¦n es v¨ªctima de la magia en esta ocasi¨®n. Asimismo, es imprescindible observar el modo en que se enuncian los resultados: es completamente enga?oso afirmar que 'un 90% de las empresas espa?olas poseen ordenador' si el estudio se ha centrado en empresas con facturaci¨®n superior a 350 millones de pesetas, porque, en realidad, si tom¨¢ramos la totalidad de empresas, el porcentaje de las que cuentan con ordenador ser¨ªa 60%, muy inferior al dato anterior.
Con todo esto, y con el mayor respeto, quiero decir que si bien estudios de ¨¢mbito estatal pueden tener un gran reconocimiento por parte de la opini¨®n p¨²blica (como por ejemplo el EGM, que puede ser una herramienta muy ¨²til para medir audiencias), quiz¨¢s no sean tan adecuados para establecer comparaciones con otras fuentes m¨¢s espec¨ªficas en cuanto a tem¨¢tica y circunscripci¨®n geogr¨¢fica.
En resumen, lo deseable ser¨ªa la transparencia metodol¨®gica en todos aquellos estudios que tienen una difusi¨®n p¨²blica y evitar las comparaciones imposibles. Queda ya menos de un a?o para las elecciones municipales, y ahora empezar¨¢n a llovernos cifras de sondeos de toda ¨ªndole. El deseo que aqu¨ª se expresa intenta, modestamente, prevenir, en el duro a?o electoral que se avecina, situaciones como las que se han descrito. Que la magia (en este caso) no se apodere de la ciencia.
Isabel Fern¨¢ndez Cabello es soci¨®loga y profesora de la Universidad de Alicante.
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