M¨¢s tiempo para disparar
El Gobierno franc¨¦s desata protestas ecologistas al ampliar el periodo de caza
Trescientos once euros por la carabina y veinte m¨¢s por los cartuchos: el 6 de julio, Maxime Brunerie pag¨® y sali¨® con sus compras de la armer¨ªa Kettner, casi como quien sale con las lechugas del supermercado, dispuesto a matar a Jacques Chirac. En un pa¨ªs donde la gente se arma tranquilamente en las tiendas, mill¨®n y medio de cazadores acaban de obtener del Gobierno m¨¢s tiempo para disparar contra los patos.
El periodo de caza de aves pasa de cinco meses a seis y medio. Esto roza la legalidad europea, que tiende a proteger las migraciones para asegurar la reproducci¨®n de las aves. Pero unos cuantos patos de menos no le van a quitar el sue?o a un Gobierno que resta importancia al equilibrio presupuestario europeo en 2004 y bloquea todo proyecto de recorte de las subvenciones agr¨ªcolas, entre otras decisiones pol¨ªticas.
La ministra de Medio Ambiente argumenta que la caza forma parte del patrimonio cultural franc¨¦s
As¨ª que el crepitar de las escopetas comenzar¨¢ el pr¨®ximo 3 de agosto, en plena temporada tur¨ªstica, y se extender¨¢ hasta el 16 de febrero. Los ecologistas y las asociaciones de protecci¨®n de la naturaleza est¨¢n que trinan: ellos consideran que el alargamiento de la temporada de caza dificultar¨¢ la nidificaci¨®n y amenazar¨¢ a¨²n m¨¢s a las especies en peligro. El anterior ministro ecologista de Medio Ambiente, Yves Cochet, hab¨ªa establecido el periodo de caza entre el 1 de septiembre y el 31 de enero, conforme a una directiva europea de 1979, que no fija fechas, pero proh¨ªbe disparar a especies salvajes durante la migraci¨®n prenupcial y el periodo de reproducci¨®n.
Ocurre que los cazadores constituyen en un grupo de presi¨®n nada desde?able en Francia. Prueba de ello es la corriente pol¨ªtica organizada en torno a la denominaci¨®n 'Caza, pesca, naturaleza y tradiciones', encabezada por Jean Saint-Josse, un notable del suroeste del pa¨ªs, de 58 a?os, a quien su padre le inocul¨® el virus de la caza desde que ten¨ªa seis. Este grupo alcanz¨® el 6,7% de los votos en las ¨²ltimas elecciones europeas y su candidato logr¨® el 4,3% en la primera vuelta de las presidenciales de abril, aquella que hundi¨® al socialista Jospin y provoc¨® el gozo del ultraderechista Le Pen.
Con el pragmatismo que caracteriza a la derecha republicana, el nuevo primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, incluy¨® la ampliaci¨®n del periodo de caza entre las promesas de la campa?a para las elecciones legislativas de junio. Y en efecto, el voto cazador se diluy¨® en las listas de la derecha alineada detr¨¢s de Jacques Chirac. El resultado ha sido desastroso para los dirigentes de la corriente cazadora, ocupados ahora en el lanzamiento de una suscripci¨®n p¨²blica para cubrir los gastos en que incurrieron sus 405 candidatos, de los cuales s¨®lo 32 alcanzaron el m¨ªnimo de sufragios (5%) indispensable para que el Estado les reembolse los gastos de campa?a.
Y como Chirac ha aprendido la lecci¨®n de que las promesas deben cumplirse, el nuevo Gobierno conservador se ha puesto manos a la obra. Patos, tordos, gansos y palomas tendr¨¢n ocasi¨®n de comprobarlo muy pronto. 'Esto es completamente ilegal', asegura Pierre Athanaze, directivo de una federaci¨®n que agrupa a 3.000 asociaciones de defensa de la naturaleza y que anuncia un recurso al Consejo de Estado. La instituci¨®n ya ha intervenido otras veces en los conflictos que enfrentan a cazadores y ecologistas desde hace una decena de a?os, y su jurisprudencia ha resultado m¨¢s bien favorable a los argumentos de los ecologistas.
Pero la nueva ministra de Medio Ambiente, Roselyne Bachelot, parece haberse asesorado mejor. Adem¨¢s de negar veracidad a los criterios cient¨ªficos alegados por los contestatarios, sus servicios jur¨ªdicos le han preparado siete decretos distintos de apertura de caza, en funci¨®n de zonas geogr¨¢ficas y de especies, y as¨ª han sido promulgados; lo cual complica y encarece la presentaci¨®n de los recursos. La ministra argumenta, adem¨¢s, que la caza forma parte del 'patrimonio cultural' de Francia. Y es que el paraguas de la cultura es capaz de ampararlo todo.
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