Los replicantes
La noche del mi¨¦rcoles, a punto de conciliar el sue?o, escuch¨¦ por la radio que Zaplana hac¨ªa extensivo a todo su equipo valenciano el l¨ªmite de ocho a?os de mandato. Ya dormido, tuve una pesadilla en la que se mezclaban elementos de la vieja pel¨ªcula Blade Runner, protagonizada por Harrison Ford a principios de los ochenta, y otros ingredientes de la sorprendente actualidad. Pero todo ca¨®tico y desordenado, como corresponde al mundo de los sue?os. El texto del comienzo de la pel¨ªcula, donde se resume el tema principal, sonaba distorsionado en el eco de mi cabeza y dec¨ªa algo as¨ª:
'Al principio del siglo XXI, la Edu Corporation dio un gran paso hacia la siguiente fase de la rob¨®tica avanzada, creando pol¨ªticos virtualmente id¨¦nticos a los genuinos, a los que llamaron Replicantes. Los Replicantes Nexus 6 fueron superiores en fortaleza y agilidad, y por lo menos igualmente inteligentes que los ingenieros pol¨ªticos que los crearon. Fuera de nuestra comunidad, se utilizaron como avanzadilla para realizar exploraciones de alto riesgo y colonizar otros gobiernos. Tras una aparatosa operaci¨®n, conocida como poder valenciano y llevada a cabo por un grupo especial de los Nexus 6 en una colonia exterior, a los replicantes se les prohibi¨® el acceso a la pol¨ªtica valenciana bajo pena del rid¨ªculo p¨²blico. Los grupos entrenados del periodismo de investigaci¨®n -las unidades Blade Runner- ten¨ªan la misi¨®n de denunciar ante la opini¨®n p¨²blica a todo Replicante que descubrieran. A esto no lo llamaban rid¨ªculo p¨²blico, lo llamaban jubilaci¨®n'.
Ya s¨¦ que no tiene sentido, que es un absurdo, pero no conozco a nadie que pueda controlar una pesadilla. Por eso recuerdo vagamente a un periodista que entrevistaba al ya presidente Olivas, mientras observaba con una lupa las reacciones de su pupila, pregunt¨¢ndole por la reforma del Estatuto de Autonom¨ªa y el PHN. No consigo acordarme del diagn¨®stico o quiz¨¢ lo estoy reprimiendo, pero no puedo borrar de la memoria aquellos ojos met¨¢licos que contestaban. Tambi¨¦n estaba Francisco Camps, candidato a la presidencia y actual delegado del Gobierno, que recitaba cifras y cifras sobre la disminuci¨®n de la criminalidad en Valencia para disimular, mientras el periodista le relataba pausadamente el salvaje crimen de Catarroja, donde un ladr¨®n degoll¨® a un matrimonio que le sorprendi¨® en su propia casa. Camps sufr¨ªa el test de la pupila, a la b¨²squeda de reacciones pol¨ªticas, sin resultados conocidos, pero la cara del periodista reflejaba la duda sobre si estaba ante un Nexus 6 de ¨²ltima generaci¨®n.
La culpa de todo esto es de los calores, el verano y el deseo urgente de vacaciones, que nos tiene a todos con los nervios de punta y sin poder descansar como es debido. As¨ª que decid¨ª olvidarme de todo, coger las maletas y escapar hacia la playa, para regresar despu¨¦s con buenos pensamientos y mejores sue?os. Dej¨¦ que el coche fuera al azar, sin rumbo, hasta llegar a un sitio de mar, libre de contaminaciones y reminiscencias pol¨ªticas. Pregunt¨¦ d¨®nde estaba a un se?or que ten¨ªa un peri¨®dico bajo el brazo. Se acerc¨® a mi cara, me mir¨® fijamente a los ojos, y dijo suavemente: est¨¢ usted en Benidorm. ?Por casualidad es usted un pol¨ªtico?
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