Sacerdotisas
Cuando la religi¨®n comenz¨® a gestarse, las primeras divinidades fueron todas femeninas. En las tanagras m¨¢s antiguas se las representaba con el talle esbelto si eran v¨ªrgenes o con el vientre ancho y abultado si eran diosas maternales. Por otra parte la tradici¨®n de las sacerdotisas como servidoras del culto, desde las vestales a las valquirias, palpita a¨²n en el subconsciente de los fieles. Juan Pablo I, el antecesor de Wojtyla, aquel papa que dur¨® s¨®lo un mes, sali¨® un d¨ªa al balc¨®n de la plaza de San Pedro y en medio de su alocuci¨®n, exclam¨®: 'Dios no es Padre, Dios es una Madre'. Fue, tal vez, la verdad teol¨®gica m¨¢s profunda que se haya pronunciado nunca en el Vaticano, pero esa proclamaci¨®n hizo temblar la pared maestra de la Iglesia y poco despu¨¦s aquel papa fue apuntillado con un caf¨¦ muy cargado al amanecer. Ahora su sucesor Juan Pablo II acaba de excomulgar a siete mujeres ordenadas sacerdotes. La neurosis que el sexo femenino produce dentro de la Iglesia Cat¨®lica se deriva m¨¢s de la necesidad de defender el poder del dios macho, que de la suciedad mental del pecado. Hace a?os conoc¨ª a una sacerdotisa protestante en un pueblo escandinavo que se hab¨ªa pagado los estudios de Teolog¨ªa haciendo strip-tease en un antro de Copenhague. Asist¨ª a uno de sus oficios como ministra del Se?or. Vestida con sotana de dise?o, golilla trenzada, roquete y estola de oro, con suma unci¨®n imparti¨® la palabra, dio la comuni¨®n a los fieles y al final bendijo con gran dominio de las tablas las cabezas de aquellos campesinos endomingados, que la miraban con gran veneraci¨®n mientras cantaban salmos. En aquel templo tuve la sensaci¨®n de que el cuerpo de la mujer est¨¢ m¨¢s preparado que el del hombre para servir de m¨¦dium con cualquier divinidad. Posee m¨¢s conexiones h¨²medas entre el vientre y el cielo. Aquella sacerdotisa escandinava parec¨ªa tocada por un misterio muy antiguo. De joven hab¨ªa sido bailarina de un burdel elegante. Por la ma?ana asist¨ªa a las clases de Teolog¨ªa en la Universidad para conocer lo libros revelados y por la noche mostraba el sexo a unos seres solitarios, pero al verla ahora en el presbiterio cubierta con las vestiduras sagradas la imaginaba tan pura como en la g¨¦nesis de la religi¨®n ser¨ªan las sacerdotisas de Eleusis o las oferentes sexuales de Artemisa. Si las mujeres subieran al altar no habr¨ªa m¨¢s pecado, sino un cambio de poder y la recuperaci¨®n m¨¢gica de la belleza del paganismo. Por eso no se las deja pasar.
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