Los otros, tambi¨¦n
En la guerra fr¨ªa, el mundo comunista levant¨® muros para atrapar a la gente dentro de ellos. Pasados aquellos tiempos, Europa intenta, bastante in¨²tilmente, construir otros, si bien de ¨ªndole distinta: no para no dejar salir, sino para dejar entrar s¨®lo a los que cree necesitar y quiere elegir. Vivimos una nueva era de grandes migraciones. As¨ª, EE UU est¨¢ superando las cotas de inmigraci¨®n del siglo XIX y principios del XX. Pero no vayamos, sin embargo, desde el occidentalismo, a creernos que estos movimientos van s¨®lo del Sur (o Este) al Norte, y que el multiculturalismo es un problema, o una soluci¨®n, ¨²nicamente para nosotros, sino para todos.
Aunque reconoce que las buenas estad¨ªsticas sobre movimiento de gentes siguen siendo poco fiables, Kim Hamilton, del Migration Policy Institute de EE UU, calcula que en la actualidad hay unos 150 millones de personas que viven fuera de su pa¨ªs de nacimiento o de nacionalidad, incluidos ilegales y refugiados (sin contar turismo y viajes de negocios). De este total, la mitad, por lo menos, corresponde a las migraciones entre los otros, entre pa¨ªses del Tercer Mundo o del otrora Este. All¨ª tambi¨¦n la inmigraci¨®n se est¨¢ convirtiendo en una cuesti¨®n pol¨ªtica de primer orden.
En Sur¨¢frica, desde el final del apartheid, varios millones de ilegales de otros pa¨ªses del continente han llegado a esas tierras de donde decenas de miles son expulsados cada a?o. Seg¨²n el ACNUR, hay m¨¢s de 21 millones de refugiados en el mundo, efecto de las guerras y de los sifones econ¨®micos. Con su pol¨ªtica de puertas abiertas, Egipto se est¨¢ llenando de refugiados. En El Cairo se ha perdido la cuenta, pero pueden estar malviviendo hasta medio mill¨®n de ellos, y la UE teme que la capital egipcia se est¨¦ convirtiendo en una v¨ªa de paso hacia Europa. Muchos se quedan. Y en el cercano Golfo, el n¨²mero de trabajadores extranjeros se multiplic¨® casi por cinco (de 1,1 a 5,2 millones) entre 1970 y 1990. En Arabia Saud¨ª, una cuarta parte de los habitantes eran ya extranjeros en 1999. En Asia, las migraciones se notan menos porque los inmigrantes llegan a pa¨ªses muy poblados. Los chinos se han convertido en una clase transnacional en Asia, como los indios en buena parte de ?frica. Tailandia produce 400.000 emigrantes al a?o, pero recibe cerca de 600.000 inmigrantes.
Probablemente la ¨²nica y significativa excepci¨®n a este movimiento entre pa¨ªses econ¨®micamente m¨¢s atrasados sea Am¨¦rica Latina. Pues si la emigraci¨®n de Am¨¦rica Latina a EE UU, Canad¨¢ y Europa sigue aumentando, entre pa¨ªses latinoamericanos las migraciones se han reducido en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, seg¨²n un reciente informe de la CEPAL. Mal s¨ªntoma.
En la cada vez menos otra Europa, en Eslovaquia, por ejemplo, seg¨²n la viceprimera ministra M¨¢ria Kadlec¨ªkov¨¢, entran muchos m¨¢s inmigrantes que el n¨²mero de eslovacos que salen. Fen¨®menos migratorios recientes entre Kazajst¨¢n y Rusia est¨¢n dando lugar a brotes xen¨®fobos y racistas. Pues si muchos rusos salen, otros muchos no quieren en su seno cuerpos extra?os de otro color de piel o de cultura diferente. Seg¨²n recog¨ªa el Herald Tribune, en la regi¨®n de Krasnodar, de cinco millones de habitantes, han entrado en la ¨²ltima d¨¦cada cientos de miles, que pueden llegar a un mill¨®n, de inmigrantes.
No hay cifras globales de ilegales, pero aumentan a?o a a?o con las redes de tr¨¢fico humano. Tampoco se conoce el alcance de lo que Hamilton y otros llaman 'migraci¨®n circular', no autorizada pero tampoco controlada, de trabajadores que toman empleos temporales y luego regresan a sus pa¨ªses de origen. El 11-S, y la crisis burs¨¢til y econ¨®mica puede haber frenado esas otras migraciones masivas que son el turismo y los viajes de negocios. Por vez primera desde 1982 (golpe en Polonia, segunda crisis petrolera, guerra de las Malvinas y guerra israel¨ª en L¨ªbano), el n¨²mero global de turistas se est¨¢ reduciendo este a?o. Sea como sea, muchas gentes del mundo se han puesto en marcha, de Sur a Norte, de Este a Oeste. Dif¨ªcil resultar¨¢ pararlas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.