El Frente Polisario, entre Marruecos y Argelia
A estas alturas ya est¨¢ claro que el asunto del Perejil no es ninguna broma, aunque se perciba como una simple pelea por un pe?¨®n diminuto, un revuelo de banderas y una batalla de archivos polvorientos para encontrar un documento que d¨¦ la raz¨®n a Marruecos y otro que d¨¦ la raz¨®n a Espa?a. Ni siquiera es un asunto exclusivo de los dos pa¨ªses. De hecho, estamos en un momento decisivo de una larga y penosa confrontaci¨®n en la que Espa?a -y m¨¢s exactamente el Gobierno espa?ol- est¨¢n obligados a tomar partido sin ambages en el asunto del S¨¢hara Occidental, en un momento en que el Consejo de Seguridad de la ONU se apresta, una vez m¨¢s, a discutir su futuro.
Hace bastantes a?os, terminada ya la tarea de la Constituci¨®n, tuve la oportunidad de visitar los campamentos de refugiados de Tinduf, en el suroeste de Argelia. Desde all¨ª, y dentro de aquel desierto inmenso e inacabable, visit¨¦ otros campamentos en territorio del S¨¢hara Occidental dominado por el Frente Polisario, entre ellos algunos de prisioneros marroqu¨ªes, soldados y oficiales. Hablamos con mucha gente, veteranos, j¨®venes, mujeres que llevaban en sus espaldas enormes tareas y tambi¨¦n con los prisioneros marroqu¨ªes, profundamente hundidos y desesperados.
Al t¨¦rmino de la visita tuve el honor de conversar abiertamente con Mohammad Abdelaziz, m¨¢ximo dirigente del Frente Polisario, que lo sigue siendo hoy en d¨ªa. Me impresion¨® su inteligencia y su serenidad y decid¨ª exponerle sin ambages mi visi¨®n del problema, tal como lo entend¨ªa antes, y sobre todo, despu¨¦s de mi visita al S¨¢hara Occidental. Le dije que no cre¨ªa que el Frente Polisario pudiese ganar la guerra contra Marruecos, no s¨®lo por sus problemas log¨ªsticos y por la dureza del espacio en que se mov¨ªan, sino tambi¨¦n -y principalmente- porque depend¨ªa de otro combate, el que enfrentaba a Marruecos con Argelia y viceversa. Pensaba entonces, y sigo pensando hoy, que en la batalla contra el Polisario, Marruecos no s¨®lo quer¨ªa hacerse con la mejor zona territorial del antiguo S¨¢hara espa?ol por sus riquezas mineras, sino tambi¨¦n para asegurar su salida al Atl¨¢ntico por el sur. A la vez pensaba, y tambi¨¦n sigo pensando, que Argelia apoyaba la lucha del Polisario como una acci¨®n militar y econ¨®mica precisamente para lo contrario, o sea, para rodear y encerrar a Marruecos por aquel mismo sur y aquella misma salida al Atl¨¢ntico. Finalmente, cre¨ªa que la ingente zona de petr¨®leo y de gas era para Argelia un espacio y una potencia fundamentales y que, para ello, le iba bien que el combate del Frente Polisario sirviese para frenar el paso a un Marruecos demasiado cercano.
Mohammad Abdelaziz rebati¨® cort¨¦smente muchas de mis palabras y seguimos hablando con cordialidad sobre los dif¨ªciles problemas de su pueblo. Pero sigo convencido de que el asunto actual se basa en los avatares de aquellos a?os. Por esto me pregunto por qu¨¦ el Gobierno espa?ol toma partido de manera tajante, enfrent¨¢ndose con Marruecos y dando a entender que apoya te¨®ricamente al Frente Polisario, sabiendo como sabe que el asunto s¨®lo se puede resolver si se consigue un acuerdo entre ambos, o sea, entre Marruecos y el Polisario, y que mientras haya una confrontaci¨®n, por peque?a que sea, en la que intervenga Espa?a este acuerdo no se producir¨¢.
Pol¨ªtica y econ¨®micamente hablando, el Marruecos de ahora no es el de entonces y no lo podemos tratar como un simple socio de segunda categor¨ªa en un espacio tan complicado. Por ejemplo, no podemos hablar con Gran Breta?a sobre Gibraltar sin hablar a la vez con Marruecos para explicarle el sentido, el c¨®mo y el cu¨¢ndo de las negociaciones sobre el Pe?¨®n. ?O es que no entendemos que el asunto del islote Perejil no es, por parte marroqu¨ª, una ocupaci¨®n militar, sino un toque de alerta para que Espa?a recuerde que en el espacio del estrecho de Gibraltar no hay dos pa¨ªses soberanos, sino tres?
A estas alturas lo peor que le puede pasar al Frente Polisario es que Espa?a y Marruecos se peleen entre ellos y que la alerta de la bandera marroqu¨ª sea sustituida por una imponente bandera espa?ola. Lo que interesa de verdad al Polisario es que entre todos le abran el camino hacia un futuro de paz y prosperidad. A estas alturas no s¨¦ si esta realidad s¨®lo se puede obtener con una lucha total frente a un enemigo superior, pero pienso que despu¨¦s de tantos a?os de combate quiz¨¢ ha llegado el momento de que se replanteen muchos asuntos y, por encima de todo, que se discuta con claridad el futuro pol¨ªtico e institucional del S¨¢hara Occidental. ?Tiene futuro, por ejemplo, un S¨¢hara marroqu¨ª protegido por grandes barreras y un Polisario encerrado en un territorio casi imposible, pero dispuesto a sobrevivir mediante la guerra de guerrillas? ?No significa esto la continuaci¨®n sin fecha ni horizonte de una disputa que ni permite prosperar a unos y otros ni derrotar definitivamente a uno de los dos bandos?
Dada la situaci¨®n actual, y constatado definitivamente que no puede resolver ni a corto ni a medio plazo los problemas hist¨®ricos de los dos adversarios, ?no ser¨ªa m¨¢s positivo y creador buscar una f¨®rmula que permitiese a los dos bandos encontrar un espacio s¨®lido donde asentar a unos y otros, sin necesidad de mezclarse totalmente?
La historia nos ha dado muchas ideas al respecto y algunas han sido fundamentales para consolidar la paz entre enemigos. Ahora mismo tenemos el ejemplo de Irlanda del Norte, dif¨ªcil todav¨ªa, pero creador de acuerdos que, uno tras otro, van consolidando la paz y la convivencia entre unos enemigos que parec¨ªan irreductibles. Y lo mismo, o muy parecido, podemos decir de tantos pa¨ªses europeos, unidos primero, destrozados entre ellos despu¨¦s y ahora en camino de unirse otra vez en un espacio m¨¢s amplio, el de la Uni¨®n Europea. O el sistema de autonom¨ªas en nuestro pa¨ªs que, a la vez que se reafirma, busca y exige una mayor presencia frente a las tendencias centralizadoras.
Desde estas perspectivas, me pregunto si es o no factible hoy, o si lo puede ser dentro de poco, que en el S¨¢hara Occidental se abra un espacio que pueda convertir al Polisario en miembro aut¨®nomo de un territorio federal dentro de una monarqu¨ªa marroqu¨ª. Si en nuestro pa¨ªs fuimos capaces de crear diecisiete autonom¨ªas dentro de una monarqu¨ªa, ?por qu¨¦ no se puede crear una amplia autonom¨ªa saharaui dentro de otra monarqu¨ªa? Es cierto que las circunstancias no son iguales, pero si la monarqu¨ªa de hoy en Espa?a no es la de antes, la monarqu¨ªa marroqu¨ª parece estar en camino de renovaci¨®n, con unas fuerzas pol¨ªticas que no son exactamente las mismas de muchos a?os atr¨¢s, cuando ya est¨¢bamos discutiendo sobre el asunto.
Es posible que me equivoque, pero no veo ninguna otra salida a una situaci¨®n como la de tantos a?os de guerra, mientras Argelia protege su petr¨®leo y su gas y espera que el conflicto entre Marruecos y el Polisario abra otras perspectivas hacia el oeste. Sigo creyendo sinceramente que el Polisario no puede ganar su batalla con Marruecos, pero la comunidad internacional no puede dejarlo abandonado despu¨¦s de la terrible dureza de una pugna de m¨¢s de treinta a?os en guerra. Creo tambi¨¦n que las fuerzas pol¨ªticas de nuestro pa¨ªs deben actuar con buen sentido en este important¨ªsimo asunto y no proclamar cosas que luego se olvidan. Y creo asimismo que, aunque necesitemos el petr¨®leo y el gas de Argelia, en el plano pol¨ªtico y econ¨®mico nos interesa mucho una relaci¨®n s¨®lida con un Marruecos capaz de encontrar una salida pacificadora y un Polisario s¨®lidamente arraigado en su espacio hist¨®rico.
Si ellos -y muy especialmente el Polisario- reciben la necesaria ayuda econ¨®mica, pol¨ªtica y social de los grandes organismos internacionales, si unos y otros se sienten protegidos y respetados, quiz¨¢ no tardar¨¢ en llegar el momento en que, por fin, les veremos unidos en la paz.
Jordi Sol¨¦ Tura es senador socialista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.