Born-Biblioteca, jugada a cinco bandas
Hace muchos d¨ªas que lo pienso. Se han emitido dict¨¢menes y se han apuntado propuestas de todo tipo, pero por muchas vueltas que le d¨¦ al asunto, no encuentro ninguna raz¨®n de peso para poner en marcha una operaci¨®n tan retorcida como la de construir una biblioteca dentro del antiguo mercado del Born. Sobre todo, con unos restos hist¨®ricos como pavimento y teniendo en cuenta que el Born no ha sido nunca un edificio: ¨²nicamente es una cubierta mal aislada contra el fr¨ªo y la lluvia, como corresponde a un mercado al aire libre.
Lo advertimos cuando los autores del proyecto, Enric S¨°ria y Rafael C¨¢ceres, presentaron la propuesta de biblioteca en una de las comisiones de calidad organizadas por el Ayuntamiento de Barcelona. Fue en julio de 2001. Entonces nadie sab¨ªa nada de la envergadura de lo que hab¨ªa debajo, pero aquella comisi¨®n ya hizo notar su recelo en transformar aquella cubierta en un edificio cerrado y climatizado.
En el caso del Born, las dificultades, en vez de evolucionar positivamente, han ido enmara?ando el problema de origen
Las mejores propuestas para el viejo mercado fueron, desde el inicio, las que apuntaban a la instalaci¨®n all¨ª de una gran plaza p¨²blica
Cuando se decidi¨® el emplazamiento para la biblioteca provincial, la opci¨®n del Born ya fue una decisi¨®n equivocada
?No es el momento de optar por una arquitectura optimista, construyendo la biblioteca en un edificio nuevo, fuera del Born?
Con el tiempo, el dif¨ªcil binomio Born-biblioteca se ha ido complicando y, ahora, la ecuaci¨®n Born-vestigios-biblioteca es casi irresoluble. Los avances tecnol¨®gicos hacen posibles casi todos los malabarismos arquitect¨®nicos, pero ?c¨®mo se puede construir un edificio que, a duras penas se apoya en el suelo, bajo una cubierta inconsistente y, sobre todo, sin que sea una desmesura en todos los sentidos? No dudo en absoluto de la solvencia y calidad de los arquitectos autores de los sucesivos proyectos. Pero, cuando ¨¦stos se complican tanto, hace falta rebobinar el embrollo para ordenar ideas y reencontrar los conceptos iniciales.
En los procesos arquitect¨®nicos a menudo sucede que las dificultades que se interponen en su desarrollo son las responsables de la calidad final de la arquitectura. Es decir, las limitaciones impuestas en cualquier proyecto son las que se convierten, precisamente, en el detonante creativo. Pero tambi¨¦n, muy a menudo, las chispas que saltan de esta peque?a revuelta creativa son las que se?alan hacia d¨®nde, en realidad, se encuentra el problema. Porque estas chispas provienen, precisamente, del centro del problema y saltan hacia lugares impensables que nunca hubi¨¦ramos imaginado. Y es en estas nuevas circunstancias, en este nuevo contexto, donde encontramos a menudo el desenlace del nudo creado por las sucesivas superposiciones de problemas.
Pues bien, hace muchos d¨ªas que observo las trifulcas que se han originado con el proyecto del Born y creo que es uno de esos casos en los que las dificultades, en vez de evolucionar positivamente, han ido enmara?ando el problema de origen, ese que surgi¨® cuando el viejo mercado se desplaz¨® hacia las afueras de Barcelona y cuando todo el mundo se pregunt¨® qu¨¦ se deb¨ªa hacer con aquella magn¨ªfica cubierta en medio de la ciudad.
Pero, de hecho, no ha habido nunca una buena respuesta porque tampoco ha habido una buena pregunta. Y ahora que tenemos la pregunta conveniente no la sabemos responder. ?La cubierta del Born debe seguir sirviendo para su funci¨®n original? Es decir, para dar cobertura a una actividad en la que el acondicionamiento t¨¦rmico y clim¨¢tico no es fundamental, sino el almacenamiento temporal de alimentos o la protecci¨®n de los vestigios hist¨®ricos hoy.
En primer lugar, quiero referirme a cinco motivos para no seguir manoseando m¨¢s el edificio del Born:
1. Acondicionar el Born para que sea un edificio cerrado y climatizado es dif¨ªcil y costoso. Esto no lo duda nadie.
2. Cabe recordar y explicar con perseverancia la historia a los ciudadanos: los restos hist¨®ricos del Born son como un gran libro abierto que la ciudad nos ha regalado. Descabezarlo ser¨ªa como arrancar hojas a una enciclopedia. Incluso una de las cualidades fundamentales de esta especie de naves industriales propias de los mercados del siglo XIX es su generosa dimensi¨®n. Quitar un trozo es perder uno de sus atributos m¨¢s importantes (v¨¦ase la Grande Halle en el parque de La Villette en Par¨ªs).
3. La biblioteca en el Born nace imposibilitada para futuras ampliaciones. Una biblioteca se construye para crecer. La estructura del Born no admite extensiones.
4. Cuando se decidi¨® el emplazamiento para construir la Biblioteca Provincial de Barcelona, la opci¨®n del Born ya fue una decisi¨®n equivocada y poco medida. Reincidir otra vez seria pat¨¦tico. Sobre todo ahora que tenemos delante el pretexto para corregir aquel primer error.
5. No sacralicemos los restos hist¨®ricos del Born. Recuerdo pocos casos en que unos vestigios hist¨®ricos, una vez domesticados, es decir, musealizados, no se transformen en una especie de reserva ind¨ªgena que se visita como se visita un artefacto extra?o en medio de la ciudad, ajeno a sus sucesivas transformaciones. Los mejores trazados de la historia de las ciudades son aquellos que participan de sus estructuras urbanas. Los encontramos por toda Italia y, por suerte, como son tantos los vestigios arqueol¨®gicos que tienen, las administraciones italianas no tienen ni el tiempo ni el dinero para domesticarlos a todos. Es decir, de sacralizarlos dentro de cajas de cristal o de museos. Pasear por Herculano, recorrer las calles de la ciudad romana y seguir el paseo por la ciudad contempor¨¢nea, atravesar el Foro romano casi en coche o encontrarte, en Siracusa, en medio de una especie de miscel¨¢nea de ciudades diversas son experiencias que recomiendo a todo el mundo. Pero sobre todo, a quien duda en integrar amablemente los restos hist¨®ricos del Born, como si fuesen un fragmento m¨¢s de la ciudad, protegido por una cubierta grande, majestuosa, espl¨¦ndida. ?No ser¨ªa mejor llegar a las nuevas instalaciones de la Universidad Pompeu Fabra habiendo atravesado las calles de la Barcelona que nos dej¨® el siglo XVIII, sin franquear puertas ni traspasar mamparas de cristal que, involuntariamente, la a¨ªslan y la sit¨²an en un contexto extra?o?
Las mejores propuestas para el Born fueron, desde los inicios, las que apuntaron a instalar all¨ª una gran plaza p¨²blica, cubierta. Pero el problema que par¨® esas iniciativas fue siempre el de pavimentar aquella inmensa superficie y el uso que acabar¨ªa adquiriendo con el tiempo. Un pavimento hecho de vestigios hist¨®ricos es el mejor enlosado, el m¨¢s bello, que nunca nadie haya podido imaginar y, por descontado, la cubierta del Born desarrolla ah¨ª un papel fundamental. No s¨®lo por su condici¨®n protectora, sino porque con su presencia, describe las sucesivas transformaciones de la ciudad. En cierto modo, a la cubierta del Born le corresponde normalizar la cronolog¨ªa hist¨®rica y, por tanto, integrar los restos hist¨®ricos en la din¨¢mica transformadora de la ciudad, sin necesidad de envolverlos con un nuevo edificio, aunque sea de gran calidad arquitect¨®nica.
No soy, precisamente, de los que piensan que los restos arqueol¨®gicos que aparecen espor¨¢dicamente en el subsuelo de las ciudades sean intocables y, por tanto, de los que, transportados por una especie de fundamentalismo, lo conservar¨ªan todo, detr¨¢s de cristales, sospechosamente preservadores. Es m¨¢s, pienso que las urnas de cristal protectoras ridiculizan, casi siempre, el objeto que se quiere perpetuar. ?Qui¨¦n no recuerda los a?os que el Gernika estuvo hibernando en una gran urna de cristal, como si fuera uno de estos personajes supuestamente incorruptos? Defraudador, pero sobre todo, nada emotivo.
Resulta dif¨ªcil, sin embargo, con los restos aparecidos en el Born, no sucumbir a la fruici¨®n de la pura contemplaci¨®n sin mamparas ni protecciones, de un fragmento desconocido de la historia de Barcelona, pero a la vez emocionante. Unos restos arqueol¨®gicos, magistralmente -m¨¢gicamente- cubiertos por la estructura del viejo mercado que no deber¨ªa enredarse con incrustaciones de nuevas edificaciones, aunque fuesen de cristal.
Dado que la rehabilitaci¨®n de edificios como la estaci¨®n de Fran?a o la c¨¢rcel Modelo son posibilidades a largo plazo, hace falta buscar soluciones de urgencia para situar ah¨ª la nueva biblioteca. Hace pocos d¨ªas que, desde el Ayuntamiento, se lanz¨® la posibilidad del convento de Sant Agust¨ª. Quiz¨¢ sea un buen emplazamiento, pero pienso que se puede mejorar.
Atravieso muy a menudo, en bicicleta o andando, el parque de la Ciutadella para ir a la zona este de Barcelona, es decir a Gl¨°ries, Poblenou, Diagonal Mar o al F¨°rum, y hace tiempo que me fijo en el frente de edificios que forman el l¨ªmite del parque con el paseo de Picasso.
Los arquitectos, adem¨¢s de hacer bonita la arquitectura, hemos conseguido que mejore la calidad de vida y el buen funcionamiento de las ciudades. Por tanto, preocupada por el saludable inter¨¦s que ha despertado el tema del Born entre los ciudadanos de Barcelona, no he dejado de pensar en esas chispas que a menudo se
desprenden de los proyectos extremadamente problem¨¢ticos -como el proyecto del Born- buscando las soluciones lejos del contexto que los genera. Pues bien, una de estas chispas ha saltado, precisamente, en el d¨¦bil encuentro del parque de la Ciutadella con el paseo de Picasso.
Uno de los motivos por los que la operaci¨®n inmobiliaria que ten¨ªa que convertir el paseo de Picasso en una especie de rue Rivoli no avanz¨® fue, probablemente, la secci¨®n, desafortunada, del propio paseo. Pero sobre todo, el l¨ªmite escasamente edificado y mal utilizado del paseo, por el lado del parque. Es un l¨ªmite que empieza magn¨ªficamente, con el edificio de Dom¨¨nech i Montaner y la estructura delicada del Hivernacle. A partir de aqu¨ª, las partes traseras del Museo de Geolog¨ªa y el Umbracle siempre cerrado hacen que el paseo de Picasso pierda intensidad urbana. S¨®lo la extraordinaria escultura de Antoni T¨¤pies y la cubierta del Umbracle que sobresale por encima de la reja del parque, punt¨²an positivamente este espacio, poco vivido por los ciudadanos. Por tanto, es en este frente en el que he puesto la atenci¨®n.
La fuerte simetr¨ªa formada por los edificios antes mencionados, con un eje muy claro que pasa por el discreto Museo de Geolog¨ªa y llega hasta el Born, ha sido siempre descompensada por la falta de un edificio en la l¨ªnea de calidad del de Dom¨¨nech i Montaner, situado en el otro extremo.
?No es el momento de abandonar esta especie de desconfianza hacia la arquitectura contempor¨¢nea y de optar por una arquitectura optimista, construyendo la Biblioteca en un edificio nuevo, fuera del Born? ?Tantos recelos ha despertado la arquitectura contempor¨¢nea que tenemos que apoyarnos en una antigua estructura, una magn¨ªfica estructura del siglo XIX?
El traslado del zoo liberar¨¢ mucho terreno edificable. Por tanto, el equivalente se podr¨ªa destinar a la construcci¨®n de un nuevo edificio, de importancia y de volumetr¨ªas parecidas a las del Museo de Zoolog¨ªa.
Es cierto que con el proyecto de restaurante para la Exposici¨®n Universal de 1888, Dom¨¨nech i Montaner puso el list¨®n muy alto en la exigencia arquitect¨®nica, pero soy optimista y creo que la arquitectura contempor¨¢nea puede y debe resolver, mucho mejor que la opci¨®n del Born, la nueva implantaci¨®n de un edificio para alojar lo que debe ser la biblioteca m¨¢s importante de Barcelona.
Cuando el zoo se traslade al Bes¨°s, cerca del F¨°rum, tanto el Museo de Geolog¨ªa como el de Zoolog¨ªa, l¨®gicamente, lo deber¨¢n acompa?ar en lo que ser¨¢ el pabell¨®n de la biodiversidad (dicen). Por tanto, el nuevo emplazamiento de la biblioteca en el parque de la Ciutadella facilitar¨¢ las sucesivas y futuras ampliaciones, con la absorci¨®n del Museo de Geolog¨ªa y el de Zoolog¨ªa y la ocupaci¨®n del subsuelo para conectar los tres edificios.
Desde estas p¨¢ginas me gustar¨ªa animar a los arquitectos de los sucesivos proyectos del Born a tener en cuenta esta nueva propuesta y a estudiarla detenidamente. Creo que, a la vez, resuelve muchas de las dudas causadas por la dif¨ªcil convivencia entre el Born, los restos hist¨®ricos y la construcci¨®n de la nueva biblioteca, pero tambi¨¦n aclara algunas de las inc¨®gnitas suscitadas por la liberaci¨®n de algunos edificios con el traslado del zoo y resuelve la urgente rehabilitaci¨®n urbana del paseo de Picasso, as¨ª como la necesaria permeabilidad -a trav¨¦s del parque de la Ciutadella- entre Ciutat Vella, la Villa Ol¨ªmpica, Poblenou y los nuevos centros urbanos de Diagonal Mar y del F¨°rum 2004. Es una de esas jugadas a tres, a cuatro, o a cinco bandas que no deber¨ªamos menospreciar.
desprenden de los proyectos extremadamente problem¨¢ticos -como el proyecto del Born- buscando las soluciones lejos del contexto que los genera. Pues bien, una de estas chispas ha saltado, precisamente, en el d¨¦bil encuentro del parque de la Ciutadella con el paseo de Picasso.
Uno de los motivos por los que la operaci¨®n inmobiliaria que ten¨ªa que convertir el paseo de Picasso en una especie de rue Rivoli no avanz¨® fue, probablemente, la secci¨®n, desafortunada, del propio paseo. Pero sobre todo, el l¨ªmite escasamente edificado y mal utilizado del paseo, por el lado del parque. Es un l¨ªmite que empieza magn¨ªficamente, con el edificio de Dom¨¨nech i Montaner y la estructura delicada del Hivernacle. A partir de aqu¨ª, las partes traseras del Museo de Geolog¨ªa y el Umbracle siempre cerrado hacen que el paseo de Picasso pierda intensidad urbana. S¨®lo la extraordinaria escultura de Antoni T¨¤pies y la cubierta del Umbracle que sobresale por encima de la reja del parque, punt¨²an positivamente este espacio, poco vivido por los ciudadanos. Por tanto, es en este frente en el que he puesto la atenci¨®n.
La fuerte simetr¨ªa formada por los edificios antes mencionados, con un eje muy claro que pasa por el discreto Museo de Geolog¨ªa y llega hasta el Born, ha sido siempre descompensada por la falta de un edificio en la l¨ªnea de calidad del de Dom¨¨nech i Montaner, situado en el otro extremo.
?No es el momento de abandonar esta especie de desconfianza hacia la arquitectura contempor¨¢nea y de optar por una arquitectura optimista, construyendo la Biblioteca en un edificio nuevo, fuera del Born? ?Tantos recelos ha despertado la arquitectura contempor¨¢nea que tenemos que apoyarnos en una antigua estructura, una magn¨ªfica estructura del siglo XIX?
El traslado del zoo liberar¨¢ mucho terreno edificable. Por tanto, el equivalente se podr¨ªa destinar a la construcci¨®n de un nuevo edificio, de importancia y de volumetr¨ªas parecidas a las del Museo de Zoolog¨ªa.
Es cierto que con el proyecto de restaurante para la Exposici¨®n Universal de 1888, Dom¨¨nech i Montaner puso el list¨®n muy alto en la exigencia arquitect¨®nica, pero soy optimista y creo que la arquitectura contempor¨¢nea puede y debe resolver, mucho mejor que la opci¨®n del Born, la nueva implantaci¨®n de un edificio para alojar lo que debe ser la biblioteca m¨¢s importante de Barcelona.
Cuando el zoo se traslade al Bes¨°s, cerca del F¨°rum, tanto el Museo de Geolog¨ªa como el de Zoolog¨ªa, l¨®gicamente, lo deber¨¢n acompa?ar en lo que ser¨¢ el pabell¨®n de la biodiversidad (dicen). Por tanto, el nuevo emplazamiento de la biblioteca en el parque de la Ciutadella facilitar¨¢ las sucesivas y futuras ampliaciones, con la absorci¨®n del Museo de Geolog¨ªa y el de Zoolog¨ªa y la ocupaci¨®n del subsuelo para conectar los tres edificios.
Desde estas p¨¢ginas me gustar¨ªa animar a los arquitectos de los sucesivos proyectos del Born a tener en cuenta esta nueva propuesta y a estudiarla detenidamente. Creo que, a la vez, resuelve muchas de las dudas causadas por la dif¨ªcil convivencia entre el Born, los restos hist¨®ricos y la construcci¨®n de la nueva biblioteca, pero tambi¨¦n aclara algunas de las inc¨®gnitas suscitadas por la liberaci¨®n de algunos edificios con el traslado del zoo y resuelve la urgente rehabilitaci¨®n urbana del paseo de Picasso, as¨ª como la necesaria permeabilidad -a trav¨¦s del parque de la Ciutadella- entre Ciutat Vella, la Villa Ol¨ªmpica, Poblenou y los nuevos centros urbanos de Diagonal Mar y del F¨°rum 2004. Es una de esas jugadas a tres, a cuatro, o a cinco bandas que no deber¨ªamos menospreciar.
Beth Gal¨ª es arquitecta.
Beth Gal¨ª es arquitecta.
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