Diva en apuros
La lluvia precipit¨® el final del concierto jazz¨ªstico consagrado a George Gershwin que Barbara Hendricks protagoniz¨® en el anfiteatro del Grec. El mal tiempo no fue, sin embargo, su peor enemigo. La desafortunada actuaci¨®n de la orquesta de cuerda dirigida por Paul Beteman y los p¨¦simos arreglos del pianista Geoffrey Keezer resultaron m¨¢s fat¨ªdicos que los truenos, rayos y lluvia final a la que, minutos antes de la medianoche, Hendricks plant¨® cara cantando a capella un emocionante espiritual negro que cerr¨® la velada.
La cotizada soprano de origen estadounidense, con nacionalidad sueca y residente en Suiza puso buena cara al mal tiempo y aguant¨® hasta al final, arropada por el calor de un p¨²blico que llen¨® el Teatre Grec hasta la bandera. Abri¨® la velada con una desangelada versi¨®n de 'S Wonderful en la qued¨® bien claro que su peor enemigo estaba en el escenario: una orquesta integrada por 16 instrumentistas de cuerda que parec¨ªan haberse equivocado de fiesta. Ciertamente, los arreglos de Keezer no ten¨ªan remedio: inconsistentes, empalagosos, fr¨ªos y sin alma. Su calidad musical es ¨ªnfima -no se puede estropear m¨¢s un cl¨¢sico como The Man I Love ni desaprovechar la gracia y el encanto de temas tan irresistibles como Oh, Lady Be Good! o I Got Rhythm-, pero los ha elegido la propia Hendricks y ella sabr¨¢ por qu¨¦.
Barbara Hendricks
Barbara Hendricks, soprano. Geoffrey Keezer, piano. Pierre Boussanguet, contrabajo. Jeff Boudreaux, bater¨ªa. Guild Hall Strings dirigidos por Pal Beteman. Teatre Grec, Barcelona, 30 de julio.
La soprano no pasar¨¢ a la historia por su calor jazz¨ªstico -la sombra de Sarah Vaughan, Ella Fitzgerald y otras grandes damas del jazz que crearon escuela cantando a Gershwin es alargada-, pero, curiosamente, cuando la orquesta no tocaba y estaba acompa?ada s¨®lo por el tr¨ªo de Keezer, como sucedi¨® en el delicioso Fascinating Rhythm, las canciones cobraban otra vida, otro impulso r¨ªtmico, otra expresividad. Daba la sensaci¨®n de que, adem¨¢s de innecesaria, la presencia de la dichosa orquesta s¨®lo sirvi¨® para encarecer el concierto sin a?adirle un gramo de inter¨¦s musical.
Ante las primeras gotas de lluvia, los miembros de la Guild Hall Strings salieron de estampida para proteger sus instrumentos y su director, un inmutable Paul Beteman, opt¨® por quedarse en el escena sentado en una silla. Hendricks y el tr¨ªo aguantaron al pie del ca?¨®n y dieron lo mejor en una abreviada suite de la ¨®pera Porgy and Bess que encendi¨® los m¨¢s intensos aplausos, especialmente con las sinceras versiones de Summertine y I love lou, Porgy, y la briosa It ain't necessarily so, con un eficaz acompa?amiento pian¨ªstico de Keezer.
Los m¨²sicos de la orquesta volvieron t¨ªmidamente a escena para sumarse a la suite y tuvieron que soportar algunos gritos de desaprobaci¨®n. Las nubes esperaron a que Hendricks terminara su ¨²ltima canci¨®n para lanzar su carga final y el p¨²blico, que aguant¨® estoicamente toda la velada en sus asientos, sali¨® de estampida. Mojado y, dentro de lo que cabe, satisfecho tras el accidentado concierto de una voz oper¨ªstica que no dejar¨¢ huella en el mundo del jazz.
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