Tres alegres herederos
6 -?sa es la Espa?a que queremos: una Espa?a con futuro, una Espa?a con confianza, una Espa?a en la buena direcci¨®n...
A simple vista se capta que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar es una persona met¨®dica: jam¨¢s hace dos gestos a la vez. O inclina la cabeza o se?ala con el dedo; o se rasca el bigote o levanta las cejas; o se quita las gafas o se toca la nariz. Pero jam¨¢s gira la cabeza se?alando con el dedo, o se rasca el bigote al levantar las cejas, ni se quita las gafas toc¨¢ndose la nariz. Las cosas, una a una. Si eso, como digo, se capta a simple vista, ?cu¨¢nto m¨¢s habr¨ªamos de captarlo Mariano Rajoy, Rodrigo Rato, Jaime Mayor Oreja y yo, que ven¨ªamos escuch¨¢ndole desde hac¨ªa m¨¢s de dos horas!
De entre todos sus gestos, destaca la blandura del ¨ªndice, que marca los tiempos de sus palabras como un metr¨®nomo de algod¨®n. El ¨ªndice de Aznar jam¨¢s se endereza, cae siempre un poquito, como si le pesara en exceso la primera falange, con perd¨®n.
-...Una Espa?a de lujo y fantas¨ªa, una Espa?a chupi lerendi, una Espa?a prometedora, una Espa?a de...- menudo co?azo nos estaba soltando. Ya me lo hab¨ªa advertido Rajoy.
-Prep¨¢rese, amigo. Desde el revolc¨®n que le dio Zapatero en el debate de la Naci¨®n nos encierra todas las ma?anas a soltarnos discursos.
-No me est¨¢s escuchando, Paco -dijo Laura, junto a la maleta rebosante de ropa-. Tienes la cabeza en otra parte.
-He hablado con Mayte, Laura -cog¨ª a Marta en brazos, me la sent¨¦ en las rodillas, puls¨¦ su nariz con el ¨ªndice, hice ring ring, Marta respond¨ªa con risas y grititos agud¨ªsimos-. Simbotas no muri¨® por el cianuro.
-Por favor, Paco, aterriza -suspir¨®-. Olv¨ªdate de ese caso y v¨¢monos de vacaciones.
7-La muerte por cianuro es muy r¨¢pida -dijo Mayte-. Inhibe la respiraci¨®n celular.
-Es un buen veneno, entonces.
-Depende. A Rasput¨ªn quisieron matarle ech¨¢ndole cianuro en el vino dulce y no sali¨® bien.
-?Por?
-El az¨²car del vino provoc¨® una reacci¨®n qu¨ªmica que neutraliz¨® el cianuro.
-Ah. Eligieron mal el vino.
-No, no. S¨®lo pod¨ªa ser vino dulce. El cianuro huele muy fuerte, a almendras amargas.
-Gracias, Mayte. Nunca pens¨¦ que una amiga forense iba a resultarme ¨²til antes de morir.
8-Son nuestras vacaciones, Paco, es tu hija, ?vas a pasar un mes sin ver a Marta?
-Mira, Laura, no quer¨ªa dec¨ªrtelo -me sent¨¦ sobre la maleta y cabalgu¨¦ para aplastarla-, pero puede que me hagan ministro de Medio Ambiente.
-??Qu¨¦?! -cerr¨® la cremallera de un tir¨®n-. ?Pero qui¨¦n te ha dicho eso?
-Jaume Matas saldr¨¢ para Baleares en marzo -me susurraba Javier Arenas, abri¨¦ndome puerta tras puerta en el interior del Palacio.
-?Pero no te hab¨ªan prometido un programa de televisi¨®n? -protest¨® Laura.
-Y no descartes Fomento -prosegu¨ªa Arenas-. Algunos comentarios de Paco Cascos han sentado fatal, pero fatal, al Presidente. ?O prefieres Agricultura? Todav¨ªa colea lo de las vacas locas.
-?Pero si de eso hace m¨¢s de un a?o! -repuso Laura-. Y podr¨ªa haberles cesado en julio.
-A Cascos quiere darle el golpe de forma particular, sin diluirlo en una crisis general -explicaba Arenas-. Pues no es rencoroso ni nada el Presidente. Cuando alguien le falla o le ofende, es pura bilis, un aut¨¦ntico c... ?Hombre, Presidente, campe¨®n! ?ltimamente nos tropezamos en todas partes.
-No es extra?o que te tropieces aqu¨ª conmigo -gru?¨® Aznar sin mover el bigote ni levantar la vista-. ?ste es mi despacho.
-?Pero c¨®mo he podido! -me mir¨® Arenas aterrorizado y desand¨® de puntillas, como un dibujo animado. En ese momento llegaban Rato, Rajoy y Mayor.
9-?Alto! -grit¨® de repente Aznar, quit¨¢ndose las gafas.
-?Qu¨¦ sucede? -Jaime Mayor Oreja se sobresalt¨® en nombre de los cuatro.
-No me est¨¢bais atendiendo -inclin¨® la cabeza-. Acabo de intercalar en mi discurso la alineaci¨®n del Recreativo de Huelva y ni os hab¨¦is inmutado.
-Es que hilaba perfectamente con lo que dec¨ªas, Presidente -aventur¨® Mariano Rajoy-. Una Espa?a como la del Recreativo de Huelva, un equipo sin estrellas. Por lo menos yo lo he entendido as¨ª.
-Yo confieso que me hab¨ªa distra¨ªdo un poco -admiti¨® Mayor Oreja -por la profundidad y densidad de tu pensamiento.
-?Y t¨², Rodri? -interrog¨® el Presidente arqueando las cejas-. ?No dices nada?
-Me la sopla -pens¨® Rodri, pero no lo dijo. Dijo:- Yo callaba para que desenmascararas a estos dos .
-Comprender¨¢, Presidente -me lanc¨¦- que yo, siendo nuevo... Donde fueres, haz lo que vieres, dice el dicho.
-Un dicho muy espa?ol -me ech¨® un cable Rajoy.
-Humm -se rasc¨® el bigote-. Sab¨¦is que el calor me pone de mal humor. De manera que, por favor os lo exijo: aduladme. Pero no ahora, cuando parezca espont¨¢neo.
-Siempre es espont¨¢neo, Presidente.
-Iba diciendo -se puso las gafas- que est¨¢ pr¨®ximo el d¨ªa de mi partida.
-?Eso jam¨¢s, Presidente!
-Me refiero a mis vacaciones, Jaime -inclin¨® la cabeza.
-Ah, perdona.
-Es que siempre est¨¢s pensando en lo mismo, Jaimito -se burl¨® Rajoy.
-?Es por cari?o hacia ti, Presidente!
-Menuda chorrada -pens¨® Rato en silencio.
-Jaime -arque¨® las cejas-: copiar¨¢s quinientas veces no adular¨¦ en vano. Est¨¢ pr¨®xima mi partida vacacional, dec¨ªa. Como el viejo molinero de uno de esos cuentos populares sabia y certeramente comentados por mi esposa, que disputa con ventaja a Ana Mar¨ªa Matute un sill¨®n en la Academia, hab¨ªa pensado repartir mis bienes: a Mariano quer¨ªa dejarle el Palacio, a Rodri los jardines y a Jaime el gato Simbotas. Con ello quer¨ªa hacerme una idea cabal sobre qui¨¦n pod¨ªa ser mi mejor sucesor.
-?Nadie podr¨¢ sucederte jam¨¢s, Presidente! -solloz¨® Jaime Mayor.
10 -Los gatos son animales olfativos, Laura. Su territorio es lo que huelen -trotaba Marta en mis rodillas, parec¨ªa feliz, pero no re¨ªa; ense?¨¦ la lengua, me puse estr¨¢bico, resopl¨¦ como un caballo: ri¨®-. Ni el gato m¨¢s tonto del mundo ingerir¨ªa comida con cianuro.
-?Y qu¨¦ dice la autopsia? -pregunt¨® Laura.
-?Qu¨¦ autopsia? -alcanc¨¦ la punta de la nariz con la lengua, Marta trataba de imitarme.
-?Joder, Paco! -grit¨®-. ?C¨®mo que qu¨¦ autopsia?
-?Pues s¨ª! -grit¨¦- ?Qu¨¦ autopsia? ?Qu¨¦ pasa? No he pensado en la autopsia. ?Quieres investigar t¨²? ?Quieres ir a contarle al Presidente que su gato no muri¨® por el cianuro? Vamos, ve, a lo mejor te hace ministra de Ciencia y Tecnolog¨ªa.
-Ojo -susurraba Arenas-, que Piqu¨¦ tambi¨¦n caer¨¢. A lo mejor tenemos algo para tu mujer tambi¨¦n. Ese ministerio yo lo veo pa t¨ªas.
11-Como sab¨¦is -se quit¨® las gafas, se rasc¨® un poquito la sien-, Simbotas ha sido envenenado con cianuro, y eso ha trastocado mis planes. Espero que nuestro querido amigo el veterinario Paco nos ayude a encontrar al culpable ?de tan execrable crimen!
Hab¨ªa culminado la frase levantando la voz como en un mitin y los tres aplaudieron. Mariano Rajoy tarare¨® la melod¨ªa del PP, creo que sin iron¨ªa. Me puse en pie y salud¨¦, sin poder evitar sentirme un poquit¨ªn rid¨ªculo. As¨ª debe ser la pol¨ªtica, medit¨¦.
-A m¨ª no me importa quedarme sin gato, Presidente. Lo que lamento es tu infelicidad.
-Co?o, Jaimito, deja hablar al Presi -protest¨® Rajoy.
-Mariano, te dejar¨¦ el Palacio, como hab¨ªa previsto -se acarici¨® el bigote- pero te exijo que no entres en la cava de los puros.
-?Pero c¨®mo se te ocurre que yo pudiera...?
-Rodri, quiero que los jardines del Palacio florezcan como se?al de la Espa?a pr¨®spera que defendemos -arque¨® las cejas-, pero a mi regreso el nivel de reservas del agua debe estar dos puntos por encima de la marca actual.
-O sea, otro verano a mearse en las flores -replic¨® Rato para sus adentros. Para sus afueras asinti¨® con un leve cabeceo.
-?Y yo, Presidente? ?Qu¨¦ har¨¦ sin gato?
-T¨², querido Jaime -le apunt¨® con su ¨ªndice de algod¨®n- procurar¨¢s que Mariano y Rodri fracasen.
-?Muchas gracias por tu confianza, Presidente! -se arrodill¨® Jaime y humill¨® la cerviz, como un caballero ante el rey Arturo, aunque Aznar, en su sillita alta, siempre unos cent¨ªmetros m¨¢s alta que las sillas de sus interlocutores, m¨¢s parec¨ªa el Pr¨ªncipe de Shreck que el rey Arturo.
12. -?Por qu¨¦ desea que fracasen los otros dos, Presidente? -pregunt¨¦ despu¨¦s, camino del gimnasio, en el s¨®tano de Palacio.
-Deseo que fracasen los tres. Son unos cabrones.
Casi ruedo por las escaleras. La voz le hab¨ªa cambiado, como a la ni?a de El exorcista. ?Estar¨ªa pose¨ªdo Aznar? ??se era el secreto que se ocultaba tras el embrollo de la sucesi¨®n y el falso envenenamiento del gato Simbotas?
Ma?ana, tercer cap¨ªtulo: Muchos, muchos sospechosos
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