'Me acuso de haber contribuido al olvido de cosas que no deben olvidarse'
'Volv¨ª con el deseo de callar, pero no ha podido ser'. ?stas eran las intenciones de Juli¨¢n Antonio Ram¨ªrez, la voz de Radio Par¨ªs durante 25 a?os, uno de los miles de exiliados de la guerra civil que volvi¨® a Espa?a cuando muri¨® Franco.
P. ?Porqu¨¦ quisieron enterrar el pasado?
R. M¨¢s que enterrar lo que quer¨ªamos era no perjudicar una necesidad de consenso, de entendimiento. Para no entorpecerla muchos olvidamos gran parte de la verdad de lo que hab¨ªa ocurrido.
P. ?Y no cree que se call¨® demasiado?
R. Por un lado pienso que fue positivo no provocar e intentar que no hubiera enfrentamientos, pero tambi¨¦n creo que ese silencio ha sido excesivo. Yo me acuso de haber contribuido al olvido de cosas que no deben olvidarse. Empec¨¦ a darme cuenta al comprobar que, pasada la transici¨®n, todav¨ªa quedan muchos valores intactos de la ¨¦poca franquista.
Ram¨ªrez naci¨® en San Sebasti¨¢n hace 86 a?os. Cuando se proclam¨® la Rep¨²blica, comenz¨® en Madrid Ingenier¨ªa Industrial. All¨ª inici¨® su actividad pol¨ªtica y descubri¨® los ambientes culturales de la ciudad. Conoci¨® a directores de cine como Rafael Gil o Juan Piqueras e incluso, al mismo Garc¨ªa Lorca con quien hizo teatro en La Barraca.
P. ?C¨®mo era el poeta?
R. Lorca era un hombre extraordinario. Aparte de la gran facilidad que ten¨ªa para recitar, me maravillaba su concepto de la puesta en escena que aplicaba en La Barraca. Ten¨ªa unas ideas sobre la expresi¨®n corporal muy modernas para su tiempo.
A Ram¨ªrez la guerra le pill¨® de vacaciones en Burgos. Lleg¨® hasta San Sebasti¨¢n y comenz¨® a ayudar en el frente. Estuvo en Guernica, en Gij¨®n. Consigui¨® llegar a Francia pero volvi¨® a la guerra. Lleg¨® a Catalu?a y particip¨® en la batalla del Ebro hasta que tuvo que abandonar definitivamente el pa¨ªs.
P. ?Estuvo condenado a muerte?
R. S¨ª. Me condenaron sin detenerme, sin juicio y casi sin saber qui¨¦n era. Lo ¨²nico que sab¨ªan es que hab¨ªa le¨ªdo un poema de Lorca en Bilbao. ?sa fue mi culpa.
P. El exilio, los campos de concentraci¨®n y vuelta a luchar, esta vez, en la resistencia francesa. ?C¨®mo empieza a trabajar en Radio Par¨ªs, la emisora que transmit¨ªa en espa?ol desde fuera para que supi¨¦ramos lo que ocurr¨ªa los de dentro?
R. Comenc¨¦ en Radio Par¨ªs por casualidad. Yo trabajaba en una empresa donde se construy¨® parte de la Torre Eiffel y participe en un homenaje que organizamos despu¨¦s de la muerte de Stalin. Jorge Semprun me oy¨®, consider¨® que ten¨ªa buena voz y me propuso empezar a trabajar en la emisora.
P. ?Y que trabajo hac¨ªa?
R. Comenc¨¦ en el teatro radiof¨®nico, como mi mujer, Adela del Campo y Mar¨ªa Casares. Pero un d¨ªa, el redactor de deportes se puso enfermo y me propusieron cubrir el Tour. Por fortuna, fue la primera vez que un espa?ol, Miguel Poblet, se pon¨ªa el maillot amarillo, y la retransmisi¨®n fue un ¨¦xito.
P. Poco a poco fue cubriendo puestos hasta dirigir los servicios informativos. Durante todo este tiempo, ?cu¨¢l fue el momento m¨¢s emocionante para usted?
R. Ha habido muchos. Evidentemente siempre se ten¨ªan muchas ganas de poder dar la noticia de la muerte de Franco y cuando llego, habiamos esperado tanto, que ya estabamos agotados. Curiosamente, llegue a conocer al dictador.
P. ?C¨®mo?
R. En 1971 vine a Espa?a con la delegaci¨®n que acompa?aba al Ministro de Asuntos Exteriores franc¨¦s. Los dos pa¨ªses manten¨ªan buenas relaciones en aquellos momentos y como sab¨ªa castellano, me invitaron a venir con ellos.
P. ?Y que sinti¨®?
R. La verdad es que pens¨¦ en la cantidad de penas de muerte y de cr¨ªmenes que se hab¨ªan planeado en el mismo despacho donde nos encontr¨¢bamos, el de las reuniones ministeriales. Pero no sent¨ª ni rabia, ni odio, ni siquiera l¨¢stima. M¨¢s que nada sent¨ª la emoci¨®n que tiene cualquier periodista cuando estas viviendo un acontecimiento especial.
P. Muere el dictador, llega la transici¨®n y usted decide volver a Espa?a.
R. S¨ª, ya no ten¨ªa nada que hacer en Par¨ªs y mi mujer echaba de menos el sol. Vine con una especie de complejo. Despu¨¦s de 25 a?os hablando en publico, sent¨ªa un poco de verg¨¹enza porque a veces tuve que decir cosas que no sent¨ªa. Era inevitable hacer cierta propaganda a favor de Francia.
P. ?Y por eso decidi¨® callar?
R. Por eso y por lo que explicaba al principio. Llegamos a Alicante y compramos una casa en la playa de San Juan. Hace unos a?os nos vinimos a vivir a Mutxamel. Cuando regresamos encontr¨¦ Espa?a mucho mejor de lo que hab¨ªa pensado. Ahora estoy desencantado. Creo que se ha establecido el poder del dinero en nuestro pa¨ªs y se han perdido los principios ¨¦ticos.
P. Ahora, usted ha decidido romper ese silencio.
R. S¨ª, me han ofrecido dar un curso en Elche para recuperar la memoria hist¨®rica y creo que ha llegado el momento de hacerlo.
P. ?Est¨¢ satisfecho con su vida?
R. No quiero pecar de presuntuoso pero la verdad es que no estoy disgustado. Creo que he tenido una vida muy rica y siempre he sido muy consecuente con mis ideales y mis pensamientos. Hay que ser coherente conmigo mismo.
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