A vueltas con el 'botell¨®n'
El autor duda de que la nueva Ley de Drogodependencias regional sea realmente efectiva para terminar con este fen¨®meno
La entrada en vigor de la Ley de Drogodependencias de la Comunidad de Madrid arroja no pocas dudas sobre la utilidad que las medidas restrictivas y sancionadoras contenidas en dicha ley tendr¨¢n sobre la correcci¨®n de h¨¢bitos de consumo de alcohol entre los y las j¨®venes. Las medidas propuestas en dicha ley, as¨ª como las que, presumiblemente, contendr¨¢ el proyecto de Ley de Prevenci¨®n del Consumo de Alcohol (que ver¨¢ la luz parlamentaria este oto?o) invitan, cuando menos, a la reflexi¨®n.
Obviando las formas a las que nos tiene, lamentablemente, casi acostumbrados el Partido Popular -huida sistem¨¢tica del di¨¢logo con los sectores sociales implicados, como el Consejo de la Juventud, asociaciones de padres y madres, ONG que desarrollan su labor en el ¨¢mbito de la prevenci¨®n y disminuci¨®n de riesgos, etc¨¦tera-, el contenido de dichas normativas desprende ese tufillo excesivamente represor y autoritario que ha presidido la actuaci¨®n del Gobierno desde que las urnas le otorgaran su c¨®moda mayor¨ªa parlamentaria. El PP ha optado, una vez m¨¢s, por la v¨ªa de la imposici¨®n de su voluntad, rompiendo el consenso y apuntando mecanismos represores que no aportar¨¢n luz al verdadero problema del botell¨®n. La normativa y sus sanciones no obedecen a razonamientos t¨¦cnicos en materia de prevenci¨®n de drogodependencias y potenciaci¨®n de h¨¢bitos de vida saludable entre los j¨®venes, por lo que no es descabellado sospechar su inutilidad.
'La soluci¨®n pasa por alternativas de ocio, planes de prevenci¨®n y educaci¨®n para la salud'
El alcohol forma parte de nuestras vidas y costumbres y su consumo goza de plena aceptaci¨®n social, por lo que resulta dif¨ªcil desarrollar campa?as de prevenci¨®n de su uso abusivo. Las administraciones deben poner todo su empe?o en mitigar el consumo excesivo que los j¨®venes hacen del alcohol durante los fines de semana, claro est¨¢. Pero el contenido de la normativa propuesta por el Partido Popular nada tiene que ver con este empe?o. Insertos en una evidente estrategia de criminalizaci¨®n a la juventud, m¨¢s bien parece que han 'aprovechado' la presencia de botellones en la calle para despistar a la opini¨®n p¨²blica ante el evidente fracaso de sus pol¨ªticas de seguridad ciudadana. La huida del se?or Cotino a la Delegaci¨®n del Gobierno en la Comunidad Valenciana podr¨ªa tener mucho que ver con la inexplicable -desde el punto de vista t¨¦cnico- dureza de la normativa antibotell¨®n. Que nadie se lleve a enga?o: ni la delincuencia es culpa del botell¨®n ni todos los j¨®venes hacen botell¨®n, ni las medidas propuestas acabar¨¢n con el problema del botell¨®n.
Es cierto que el botell¨®n encierra un problema de convivencia todos los fines de semana entre j¨®venes que recurren a las calles para divertirse -alguien deber¨ªa haber sospechado que seguramente no tienen otra forma de divertirse con sus amigos- y los vecinos residentes en estas zonas. El PP parece haberse esforzado en transmitir una imagen de eficacia en este asunto que no se corresponde en absoluto con la insensata realidad de un problema que parece no tener m¨¢s soluci¨®n que la represi¨®n en manos del PP.
El PP ha dejado de lado el verdadero problema del botell¨®n: el consumo excesivo de alcohol por los j¨®venes y la inexistencia de una adecuada y accesible oferta de ocio alternativo para esos j¨®venes. Si el consumo de alcohol por los j¨®venes se localiza principalmente en ¨¢mbitos p¨²blicos, si los y las j¨®venes establecen sus centros de diversi¨®n en las plazas y en las calles hasta el punto de hacer del botell¨®n una costumbre arraigada en diversas edades (desde los 14 a?os hasta los 30) y diversos niveles de renta y poder adquisitivo, si los j¨®venes han optado por este tipo de diversi¨®n de una manera tan evidentemente generalizada, una simple prohibici¨®n no ser¨¢ la v¨ªa m¨¢s adecuada para modificar h¨¢bitos tan insalubres para los j¨®venes como molestos para los vecinos.
Hablar de alcoholismo entre los j¨®venes es una exageraci¨®n -el consumo diario aparece de manera preocupante a los 49 a?os, seg¨²n el Plan Nacional Sobre Drogas-, pero la tasa de bebedores habituales no dependientes se incrementa significativamente con la edad, pasando del 15,6% a los 12 a?os hasta el 83,1% a los 17. El consumo nocivo de alcohol, con una b¨²squeda intencionada de la embriaguez en los adolescentes y j¨®venes, es un problema que requiere una urgente soluci¨®n por parte de las administraciones p¨²blicas. Y esta soluci¨®n est¨¢ por llegar en la legislaci¨®n del PP: ni se contemplan pol¨ªticas reductoras del riesgo de dicho consumo, ni se plantean pol¨ªticas educativas orientadas a la generaci¨®n de una conciencia del riesgo entre los j¨®venes y los adolescentes, ni se plantean estrategias globales en pol¨ªticas de juventud que contemplen la problem¨¢tica juvenil desde sus diferentes ¨¢ngulos. Parece sensato regular la emisi¨®n de publicidad de bebidas alcoh¨®licas y analizar los efectos que dicha publicidad tiene sobre el consumo en los j¨®venes. Seguramente, la conclusi¨®n a la que llegar¨ªamos ser¨ªa la de eliminar todo tipo de publicidad de bebidas alcoh¨®licas que encuentre en los j¨®venes a sus destinatarios directos o potenciales. Pero la normativa propuesta es una normativa poco ambiciosa que pasa de puntillas por los verdaderos ejes de la soluci¨®n del problema del botell¨®n: ocio alternativo, planes de prevenci¨®n, educaci¨®n para la salud y planes de prevenci¨®n en todos los niveles de la administraci¨®n que tengan a los j¨®venes como destinatarios, no como culpables. Porque la normativa propuesta busca a los j¨®venes para redimir los problemas de gesti¨®n del PP, en vez de para procurarles un mayor bienestar.
Desde Juventudes Socialistas queremos apostar por una Ley Integral de Ocio Juvenil, que implique a todas las administraciones p¨²blicas (ayuntamientos, comunidades aut¨®nomas) y tambi¨¦n a los j¨®venes, leg¨ªtimamente representados a trav¨¦s de los Consejos de la Juventud de los diferentes niveles territoriales. Una ley que cuente tambi¨¦n con el consenso de las ONG implicadas en las pol¨ªticas de drogodependencias, para ofrecer soluciones acertadas al problema del ocio entre los j¨®venes. Una ley que forme parte de una estrategia transversal de pol¨ªticas de juventud que coloque a los j¨®venes en su papel de actores de las medidas legislativas de las que son objeto, en vez de sujetos pasivos de la estrategia electoral del partido en el Gobierno.
Herick M. Campos Arteseros es secretario general de Juventudes Socialistas de Espa?a (JSE)
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