Mercadotecnia para unos huesos
Una expedici¨®n publicita el hallazgo del primer muerto en el K 2, avistado realmente en 1996
En 1999, una expedici¨®n norteamericana plane¨® con ¨¦xito el hallazgo del cuerpo de George Mallory, desaparecido en la cara norte del Everest 75 a?os atr¨¢s. La noticia, y sobre todo la fotograf¨ªa que la expedici¨®n difundi¨® del cuerpo momificado dio la vuelta al mundo. Hab¨ªan dado con la aguja de oro en el improbable pajar de la cara norte, con mucha fortuna e igual empe?o. Los restos de Mallory no sirvieron para desenredar el misterio que persigue su haza?a y la de su compa?ero de escalada, Andrew Irvine, vistos con vida por ¨²ltima vez a 8.500 m. Probablemente, nunca se sabr¨¢ si la pareja alcanz¨® la preciada cima o si pereci¨® camino de ella.
Hace escasas semanas, unos porteadores de altura pakistan¨ªes dieron con los huesos de un cad¨¢ver al pie de la ruta Cesen. Al parecer, los restos todav¨ªa conservaban trozos de tela y alguna ropa reconocible y no cab¨ªa duda de que el cuerpo llevaba en la monta?a muchos a?os. La noticia recorri¨® el campo base pero pas¨® desapercibida, quiz¨¢ porque en d¨ªas sucesivos el glaciar dej¨® a la vista dos o tres cad¨¢veres m¨¢s, alguno de los a?os ochenta, otros m¨¢s recientes a juzgar por la ropa que se mezclaba con los cuerpos. Casi todos preferimos huir de tan t¨¦trica visi¨®n, sobre todo porque quer¨ªamos seguir escalando d¨¢ndole la espalda a tan triste realidad.
El millonario Wolfe patrocin¨® la expedici¨®n americana de 1939 a cambio de una plaza
En la expedici¨®n de Araceli Segarra viajaban dos c¨¢maras norteamericanos de National Geographic que s¨ª se interesaron por los restos antiguos extra¨ªdos del glaciar. Al parecer, se trataba del cuerpo de Dudley Wolfe, fallecido en 1939. Wolfe no fue la primera v¨ªctima del K2: con ¨¦l murieron tres sherpas cuando acud¨ªan en su rescate. La expedici¨®n de 1939, dirigida por Fritz Wiessner, pudo alterar la historia del himalayismo. Wiessner alcanz¨® la incre¨ªble cota de los 8.370 metros, acompa?ado por el sherpa Pasang Dawa. Avanzaban sin ayuda de ox¨ªgeno artificial y hab¨ªan superado todas las dificultades pero a Pasang Dawa le invadi¨® un terror supersticioso: cre¨ªa que los demonios les fulminar¨ªan si profanaban la cima del K 2. Wiessner accedi¨® a bajar, pero no acometi¨® un segundo intento. De hollar la cima, se hubiera anticipado varias d¨¦cadas a las gestas de Herzog y Lachenal en el Annapurna (1950) o a la de Messner y Habeler, en el Everest (1978).
Mientras Wiessner regresaba al campo base, uno de los miembros de su expedici¨®n, el norteamericano y millonario Dudley Wolfe lleg¨® arrastr¨¢ndose al campo de altura colocado a 8.000 metros. Las cr¨®nicas aseguran que no se trataba de un escalador experto, pero s¨ª de un entusiasta que pag¨® mucho para incluirse en el proyecto. Agotado y atrapado por la tormenta, permaneci¨® all¨ª nueve d¨ªas, incapaz de descender por sus propios medios. Tres sherpas acudieron en su ayuda. Nadie volvi¨® a verles, como a Wolfe. Fueron las primeras v¨ªctimas del K 2.
Si la noticia del hallazgo de su cuerpo no conmocion¨® nuestro campo base fue porque no hab¨ªa noticia propiamente dicha: en 1996, una expedici¨®n chilena dio con los mismos huesos, que identific¨® positivamente como los de Wolfe. Su ¨²nico 'error' fue no difundir las fotograf¨ªas del hallazgo, seguramente porque no le dieron m¨¢s importancia al mismo y porque estaban centrados en escalar el K 2. Cosa que hicieron: la an¨¦cdota recordar¨¢ siempre que en la cima del K 2 escucharon el tema de Queen We are the champions.
La noticia del hallazgo lleg¨® r¨¢pidamente a Espa?a. Se trataba m¨¢s bien de una informaci¨®n vieja pero bien publicitada: nadie sabe si se difundi¨® por ignorancia o por af¨¢n de protagonismo. O para vender documentales. Sin embargo, ning¨²n misterio rondaba la muerte de Wolfe, como lo hiciera con la de Mallory. Nadie se hab¨ªa molestado en buscar el cuerpo de la primera v¨ªctima del K 2 ?para qu¨¦? ?por qu¨¦? Adem¨¢s, en esas fechas, otro cad¨¢ver ocupaba al campo base: un alud hab¨ªa matado a un porteador de altura y en los d¨ªas siguientes la inmensa mayor¨ªa del campo base se afan¨® en trasladar el cuerpo a varias horas de distancia para que un helic¨®ptero se hiciera cargo de ¨¦l. Cada cual se ocup¨® entonces del cad¨¢ver que juzg¨® m¨¢s importante.
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