Joane Somarriba, contra s¨ª misma
La espa?ola, que se plante¨® el invierno pasado su retirada, aspira a su tercer triunfo consecutivo en Par¨ªs
Con toda probabilidad, Joane Somarriba (Gernika, Vizcaya, agosto de 1972) ser¨¢ la primera sorprendida cuando hoy se encuentre rodeada de c¨¢maras, ruedas y maillots en la salida del Tour de Francia femenino. De nuevo sobre el escenario que le ha concedido un gran hueco en la historia del ciclismo, la espa?ola no se conceder¨¢ m¨¢s que una leve mirada hacia atr¨¢s, apenas un recuerdo vago, para comprobar cu¨¢n lejos quedaron sus dudas invernales: la desaparici¨®n de su equipo, los problemas para dar con un patrocinador, sus pocas ganas de alejarse de casa, su sue?o de convertirse en madre y abrazar la normalidad...
Somarriba estar¨¢ preparada, centrada en su reto de unirse a la italiana Fabiana Luperini en el honor de haberse impuesto en tres ediciones consecutivas de la Grande Boucle, pero seguir¨¢ alimentando una paradoja. Y es que nada en su pasado sobre el sill¨ªn permit¨ªa presagiar que su madurez estar¨ªa repleta de ¨¦xitos: su dominio absoluto en el Giro de Italia, en el que se impuso en 1999 y 2000, y en el Tour, cuyas dos ¨²ltimas ediciones le pertenecen.
La corredora de Gernika dispone por vez primera de un equipo a su entera disposici¨®n
Su exilio italiano, tras superar con apuros una grave enfermedad, marc¨® para siempre a la vasca, una mujer de tradiciones, militante del hogar, de lo pr¨®ximo, de los suyos. Entre compa?eras extranjeras; entre hoteles modestos, duchas de colegio y estrecheces, aprendi¨® el oficio, perdi¨® peso, se curti¨® y aprendi¨® a ganar. Y ya no sabe c¨®mo dejar de hacerlo. Por eso mantiene un pulso interno entre su vocaci¨®n deportiva y su deseo de abrazar la vida corriente. Como si la fama, la fuerza y la hora de los laureles le alcanzasen un poco tarde y un poco harta de esperar pese a que todav¨ªa anda por los 30 a?os.
Sin embargo, Somarriba afronta en esta ocasi¨®n una responsabilidad a?adida, otra ilusi¨®n, puesto que capitanea un conjunto reci¨¦n nacido, creado por y para ella: el Deia-Pragma, financiado por un peri¨®dico del Pa¨ªs Vasco. S¨®lo la g¨¦nesis de esta formaci¨®n en su deferencia la mantuvo en activo justamente cuando la obligaci¨®n de continuar exiliada empezaba a aconsejarle una sorprendente y prematura retirada.
Somarriba es tan ambiciosa sobre la bicicleta como modesta y sosegada cuando se baja de ella. En su caso, es como si al caminar perdiese su yo ciclista y tirase con fuerza de ella todo aquello que para el com¨²n de los mortales no es m¨¢s que pura mec¨¢nica: el hogar, los ni?os, la libertad de movimientos...
Pero, pese a todo lo que le separa del ciclismo, el Tour no tiene m¨¢s favorita que ella. Se ha torturado durante tres semanas entren¨¢ndose en Navacerrada (Madrid), apenas ha competido este a?o y sus allegados aseguran que hoy, en la partida, cuando eche a pedalear en Holanda, no habr¨¢ nadie m¨¢s fuerte y dispuesta que ella. Adem¨¢s, su perfil no admite fisuras: escala como la m¨¢s ligera y en la lucha contra el reloj se desenvuelve como la m¨¢s potente. No es r¨¢pida en las llegadas, pero un Tour no se gana al sprint. Adem¨¢s, sus seis compa?eras estar¨¢n a su entera disposici¨®n, lo que en su caso constituye una novedad: en su anterior escuadra, el Alfa Lum, italiano, no todas corr¨ªan en la misma direcci¨®n.
Resuelto este inconveniente, todo el suspense queda a expensas de conocer la voracidad y el estado de forma de Somarriba: sus grandes rivales, Luperini y Van Moorsel, seguir¨¢n a remolque de las sensaciones de la vizca¨ªna, incontenible estos dos ¨²ltimos a?os.
Como el estadounidense Lance Armstrong, vencedor de los ¨²ltimos cuatro Tours masculinos, Somarriba corre ya contra la historia, un poco aislada de la realidad aut¨¦ntica del pelot¨®n, un mucho contra s¨ª misma. Es el sino de los campeones, aunque ella no acabe de sacudirse la incredulidad que sus ¨¦xitos le evocan.
El Tour arranca en la localidad holandesa de Bois le Duc con una contrarreloj por equipos por la ma?ana y una etapa en l¨ªnea por la tarde y se adentrar¨¢ despu¨¦s en los Alpes y los Pirineos. Una carrera dura. Una prueba que favorece a Somarriba. Un Tour que puede animarla a posponer sus deseos m¨¢s ¨ªntimos para perseguir un sue?o: acercarse un poco m¨¢s al mito de Miguel Indur¨¢in, su amigo admirado, su ¨ªdolo. Necesita otra victoria absoluta para sentirse digna de su compa?¨ªa.
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