Una pista falsa y dos picaduras de alacr¨¢n
25 Al nuevo director general de RTVE se le conoce por JAS, acr¨®nimo de Jos¨¦ Antonio S¨¢nchez que hace pensar en otro acr¨®nimo: MAR, de Miguel ?ngel Rodr¨ªguez.
-Ojo -lanza al frente la palma de la mano derecha-, que yo ya era JAS cuando MAR no era m¨¢s que un chiquilicuatre. ?se s¨ª que ha sabido: organiz¨® desde el Gobierno a todos los periodistas independientes y se dio el piro. Y los dem¨¢s, ?a dar el callo!
-Habla como si le disgustara el cargo.
-Esto es un potro de tortura, amigo. Es inhumano. Yo estaba tan tranquilo en un medio independiente dependiente del Gobierno, y me llaman y me dicen: JAS, tienes que irte de director general de RTVE, a seguir haciendo periodismo independiente dependiendo del Gobierno. Y yo pregunt¨¦: ?Y qu¨¦ pasa con Ferrari, el periodista independiente dependiente del Gobierno que tan brillantemente hac¨ªa periodismo independiente dependiendo del Gobierno? Y me dicen: se viene para ac¨¢, JAS, al grupo de medios independientes dependientes del Gobierno. Ah, me quejo yo: ¨¦l a ganar dinero y yo a sacrificarme con un salario p¨²blico. Y me dicen: hay que repartir el tet¨¢men, JAS. As¨ª son las cosas, as¨ª se las cuento: Aznar mueve ficha y los periodistas independientes dependientes del Gobierno, a bailar. Pero no perdamos m¨¢s tiempo del contribuyente y d¨ªgame qu¨¦ le trae por aqu¨ª.
26 - Tiene usted que ayudarme -me hab¨ªa dicho la noche anterior Ana Botella, entre el humo espeso del Caravasar-. Hay una conspiraci¨®n para acabar con mi marido.
No era exactamente una dama en apuros. Una dama en apuros, cuando dice 'tiene usted que ayudarme' est¨¢ pidiendo ayuda. En el caso de Ana Botella estaba claro que la prestaci¨®n de ayuda no era opcional, porque a su s¨²plica siguieron ¨®rdenes: 'si¨¦ntese aqu¨ª', 'no, mejor aqu¨ª', 'deje de beber', 'ati¨¦ndame bien' y 'voy a ir al grano'. Yo pude intercalar una vez 's¨ª, se?ora'.
-He sabido que en Televisi¨®n Espa?ola han estado a punto de dar un reportaje sobre los animales de compa?¨ªa de mi marido.
-?Y qu¨¦ tiene de malo eso?
-?Ja! Si¨¦ntese bien.
-S¨ª, se?ora.
-Justo ahora, con el l¨ªo del envenenamiento de Simbotas, para que toda Espa?a piense que mi marido se dedica a cuidar animales dom¨¦sticos en lugar de atender los problemas de Espa?a, y para compararlo subrepticiamente a ese, a ese, a ese -apret¨® los labios- raterillo que fue Felipe Gonz¨¢lez.
-No lo entiendo -dije.
-Pues est¨¢ claro como el agua, se?or m¨ªo -le galle¨® la voz-. Uno bons¨¢is, otro animales. Le quieren hundir.
-?Qui¨¦n?
-El nuevo director general, ese JAS. ?Y pensar que yo di mi visto bueno para su nombramiento! Y ahora -zanj¨® el inexistente debate-, d¨ªgame. ?Qu¨¦ hace usted a estas horas fuera de casa y bebiendo? ?No tiene mujer? ?Familia?
-Est¨¢n en Barcelona, de vacaciones.
-Ah, claro, y usted, de Rodr¨ªguez, hala, a disfrutarlo, ?no? Nosotros nos vamos ma?ana de vacaciones, pero en familia, todos juntos.
-Me ha contratado su marido, se?ora.
-S¨ª, t¨² tambi¨¦n ¨¦chale a ¨¦l la culpa de tus vicios. Vamos, vete a casa. ?Quieres acabar como ese pobre hombre?
Se dirigi¨® Ana Botella al se?or Esquina, fijo noche tras noche en el local, en la misma mesa, los mismos cuatro jack daniels ensimismados.
-El se?or Esquina es viudo -invent¨¦.
-Cu¨¢nto lo siento -se turb¨®-. ?Hace mucho que perdi¨® a su mujer?
-Soy homosexual -dijo el se?or Esquina.
-Ay, qu¨¦ l¨¢stima -se mordi¨® el labio inferior Ana Botella, sinceramente compadecida- no podr¨¢ usted adoptar ni?os.
27 - Disc¨²lpeme -JAS da un bote en el sill¨®n-. ?Otra picadura del alacr¨¢n!
De alg¨²n bolsillo extrae un tel¨¦fono m¨®vil peque?o y negro, el alacr¨¢n, as¨ª lo viene llamando toda la ma?ana, ya pica el alacr¨¢n, dice, y enseguida se le colorea la oreja y, de inmediato, el resto de la cara. La picadura del alacr¨¢n.
-Yo me ocupo -dice-, yo me ocupo personalmente. Por supuesto. Que s¨ª, que s¨ª, que s¨ª. Sin duda. Claro, s¨ª, s¨ª, por supuesto, s¨ª.
Diez minutos de s¨ªes. Cuelga. Se disculpa. Marca. Grita.
-??Se puede saber por qu¨¦ no emitimos ayer el reportaje sobre la anorexia en el telediario de las nueve?! No, no quiero saberlo. Quiero verlo. Punto. Adi¨®s.
Se seca dos perlitas de sudor que le han brotado en la frente.
-Esto es un potro de tortura. No es humano. No lo es. Punto. ?Qui¨¦n me mandaba a m¨ª dejar la empresa privada del Gobierno para meterme en la empresa p¨²blica del Gobierno?
-Por un reportaje sobre anorexia.
-No, bueno. Es m¨¢s complicado. Pasado ma?ana los Aznar posar¨¢n en la playa. Es la misma imagen de todos los a?os. Desde Palacio se sugiere todos los veranos que unos d¨ªas antes de ese acto emitamos unos reportajes sobre la anorexia. A la presidenta le interesan mucho los temas sociales. Ferrari me lo advirti¨®: los temas sociales, JAS, sobre todo el de la anorexia antes del 5 de agosto. Pero con el cambio...
-Comprendo.
-No hacemos ning¨²n da?o, ?no? Somos un servicio p¨²blico y la anorexia es algo serio.
Obviamente, hab¨ªa perdido el tiempo con una pista falsa.
28 - D¨¦me un solo motivo por el que deba perder mi tiempo con usted y le atender¨¦.
Rodrigo Rato proyecta los labios hacia adelante, para indicar que su hartazgo est¨¢ a punto de llegarle a las narices. El l¨ªder de Los Guapos, me hab¨ªa dicho JAS. Tambi¨¦n se les conoce como grupo ZAR, acr¨®nimo de Zaplana, Arenas, Rato.
-El Presidente me ha dado plenos poderes, se?or Rato -dije.
-R¨¢scame el pirul¨ª, pringao -pens¨® Rato, que permaneci¨® en silencio.
-De la soluci¨®n de este caso depende la sucesi¨®n.
-Ts¨¦ -me despreci¨®-. ?Qu¨¦ le hace suponer que eso que usted llama la sucesi¨®n es importante para m¨ª?
-Rodrigo es la clave de todo -me hab¨ªa dicho JAS, revel¨¢ndose como un experto en las v¨ªsceras del PP- porque es el ¨²nico que tiene poder sin Aznar. Los dem¨¢s, sin Aznar, no son nada. Rodrigo s¨®lo tendr¨ªa que levantar la mano y le seguir¨¢n a ¨¦l.
-?Usted le seguir¨ªa, JAS?
-?Yo? Yo soy independiente, ya le digo -relajado, JAS jugueteaba con el alacr¨¢n encima de la mesa-. Adem¨¢s, me desenga?¨¦ de la pol¨ªtica cuando don Manuel Fraga empez¨® su deriva a la izquierda, all¨¢ por 1974. H¨¢game caso: su hombre es Rato.
-Es usted el principal sospechoso, se?or Rato -le mir¨¦ a los ojos. ?l se baj¨® las gafas hasta la punta de la nariz, agach¨® la barbilla hasta ofrecerme la calva y me mir¨® de abajo a arriba.
-No me hinche las narices. ?Por qu¨¦ habr¨ªa de envenenar yo a un gato?
-No contesta usted a mis preguntas, se?or Vicepresidente.
-Jam¨¢s lo hago -dijo con orgullo-. ?Acaso no lee usted los peri¨®dicos?
-La muerte de Simbotas deja a Jaime Mayor sin herencia. Su principal rival.
-Por favor -me hizo una pedorreta-. Para presidir un Gobierno hay que saber sumar, ?no? Por lo menos, contar con los dedos.
-Al final -le pinch¨¦- me ha atendido usted y no le he dado un motivo.
-No le he atendido y s¨ª me ha dado un motivo -se tens¨®.
-No le he dado un motivo -me piqu¨¦.
-S¨ª me lo ha dado. Al principio -repas¨® sus notas-. Dijo usted: el Presidente me ha dado plenos poderes.
-Pero a usted no le convenci¨® -protest¨¦.
-Yo dije un motivo, no que fuera convincente.
-?Siempre gana las discusiones?
-S¨®lo contra los tontos -pens¨®, y me sonri¨®.
29 Yo no pod¨ªa saberlo pero, mientras discut¨ªa con Rodrigo Rato, alguien encaramado a una escalera de mano destornillaba la rejilla del conducto del aire acondicionado del despacho contiguo al del Presidente del Gobierno. Vestido con un ch¨¢ndal negro muy ajustado, con varios metros de cuerda rode¨¢ndole de la cintura y una varilla de acero de un metro atada a la espalda, el individuo se deslizaba en el estrecho pasadizo abierto. Los guantes de fin¨ªsima piel negra, las rodilleras y las zapatillas deportivas amortiguaban su gateo sobre la superficie met¨¢lica. Al alcanzar la rejilla del techo del despacho presidencial su respiraci¨®n era dificultosa. Estaba fatigado, pero no se detuvo. Con la parsimonia de los buenos especialistas, desatornill¨® tambi¨¦n esta rejilla, se desanud¨® la cuerda de la cintura, la at¨® a la varilla de acero, que trab¨® en la abertura de la rejilla, se descolg¨® y, por no haber calculado bien la altura, se dio una soberana leche.
-?Me cago en las misiones imposibles! -farfull¨® desde el suelo.
-Dispense que le perturbe, amigo veterinario -ya abr¨ªa la puerta de casa cuando la voz de Trillo, alarmada y preocupada, asom¨® en mi alacr¨¢n: me hab¨ªan facilitado uno id¨¦ntico al de JAS-. Pero se trata de un asunto grave: mis federiquitos han hallado a Mariano Rajoy descalabrado en la cava de puros privada del Presidente.
Ma?ana, sexto cap¨ªtulo: El gato que sab¨ªa demasiado
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