Crisis masculina

La mayor¨ªa de los manuales de autoayuda que se escriben sobre los hombres los leen sobre todo las mujeres. Por eso tienden a halagar los recelos de ¨¦stas, denunciando la crisis de la masculinidad. Y este ensayo divulgativo de un psic¨®logo irland¨¦s, muy popular por sus colaboraciones medi¨¢ticas, no pod¨ªa hacer menos. De ah¨ª el tono pol¨ªticamente correcto que en todo momento adopta su texto, que tanto puede irritar al lector masculino de ocasi¨®n. Pero no hay que dejarse despistar por las apariencias, pues por debajo de la superficie del discurso profeminista subyace un alegato no dir¨¦ patriarcalista pero s¨ª desde luego partidario de la defensa m¨¢s firme de los derechos ?y los deberes! de los varones para con sus familias.

La s¨ªntesis de su argumento podr¨ªa ser ¨¦sta. Existen tres indicadores que revelan una profunda crisis masculina: son la violencia creciente, la deserci¨®n de la paternidad (con auge del divorcio y el abandono del hogar) y el fracaso profesional (que manifiestan indicadores como el incremento del suicidio, el recurso a las adicciones letales y la cada vez m¨¢s precoz jubilaci¨®n anticipada). Y la causa es siempre la misma, originada en el ingente ascenso de la participaci¨®n profesional femenina. Los hombres han dejado de ejercer en exclusiva el control de sus trabajos y sus familias, lo que les ha creado una percepci¨®n subjetiva de creciente impotencia, tanto sexual como familiar y social. Y como consecuencia reaccionan a la defensiva con una agresividad a la vez mis¨®gina y autodestructiva, aprendiendo a odiar a las mujeres en la medida en que comienzan a temerlas.

?Qu¨¦ soluci¨®n hay? Pese

a su tributo verbal a la ideolog¨ªa feminista, lo cierto es que Clare rechaza sus propuestas de feminizaci¨®n (o emasculaci¨®n) de la masculinidad. 'No hay necesidad de crear un nuevo hombre a imagen de la mujer. Lo que hace falta es que el antiguo hombre resurja' (p¨¢gina 306). Y en este sentido, Clare dedica la mayor parte de su libro a reconstruir la vieja moral masculina, identificada con el ejercicio de la paternidad. Lo cual no significa el retorno del autoritarismo patriarcal, ni tampoco siquiera del paternalismo condescendiente, sino la reivindicaci¨®n de la responsabilidad de los padres, cuya m¨¢s plena participaci¨®n en las relaciones familiares reclama nuestro autor. Pues frente a la alarma social creada por la creciente ausencia del padre, Clare reivindica su responsable presencia con convincente ardor. Y ello hasta el punto de recurrir a un argumento peligroso y dif¨ªcil de compartir, como es el de descalificar a la maternidad monoparental por incompleta, disfuncional o fallida. ?Reflejo, quiz¨¢, de su catolicismo irland¨¦s?